En las altiplanicies de la Cordillera Oriental de los Andes colombianos, floreció una civilización precolombina cuyo eco resuena hasta nuestros días: el pueblo Muisca. Conocidos por su rica cultura, su compleja estructura social y, quizás lo más famoso, por ser la chispa detrás de la legendaria historia de El Dorado, los Muiscas guardan secretos de un pasado místico y una conexión profunda con la naturaleza y lo divino. Aunque el tiempo y la historia han transformado su realidad, la esencia de su legado cultural y espiritual sigue viva.

Para comprender a los Muiscas, debemos explorar no solo su historia documentada, sino también el vasto universo de su religión y mitología, que dictaban su forma de vida, sus rituales y su percepción del cosmos. Su cosmovisión, plasmada en relatos de creación y deidades poderosas, nos ofrece una ventana única a un mundo ancestral donde lo sagrado y lo terrenal se entrelazaban de maneras fascinantes.
- El Legado Muisca Hoy: ¿Una Civilización Extinta?
- El Cosmos y sus Deidades: Un Panteón Sagrado
- Mitos de Creación y Destrucción: El Origen del Mundo
- La Lengua Ancestral: Muysccubun
- La Conexión con El Dorado y la Orfebrería
- Preguntas Frecuentes sobre los Muiscas
- Conclusión: La Huella Imperecedera de los Muiscas
El Legado Muisca Hoy: ¿Una Civilización Extinta?
A menudo se habla de las civilizaciones precolombinas como algo del pasado, vestigios de un tiempo lejano. Sin embargo, la realidad es más compleja. ¿Existen aún los Muiscas? La respuesta es sí, aunque su presencia difiere de la de sus ancestros que dominaron el territorio entre el 600 d.C. y el 1600 d.C.
Tras la llegada de los conquistadores europeos, la población Muisca experimentó un drástico declive debido a enfermedades, conflictos y la desestructuración de su sociedad. No obstante, lograron sobrevivir. Hoy en día, existe una pequeña población de descendientes Muiscas en Colombia que trabaja por preservar y revitalizar su identidad cultural, sus tradiciones y su lengua ancestral. Aunque su forma de vida ha cambiado significativamente y se han integrado en la sociedad moderna, mantienen un fuerte sentido de comunidad y un vínculo con sus raíces históricas y espirituales.
La persistencia del pueblo Muisca es un testimonio de la resiliencia de las culturas indígenas y un recordatorio de que la historia precolombina de América no es solo un capítulo cerrado en los libros, sino un legado vivo que continúa evolucionando.
El Cosmos y sus Deidades: Un Panteón Sagrado
La religión Muisca era politeísta, con un fuerte componente espiritual y místico. Su panteón estaba habitado por diversas deidades, cada una con roles específicos en la creación y el mantenimiento del universo. Comprender a estas figuras divinas es clave para entender la mentalidad y las prácticas rituales de los Muiscas.
En el origen de todo, se encuentra Bachué, la 'Abuela' o 'la de los senos desnudos'. Ella no era una deidad material, sino un principio de creación, la voluntad, el pensamiento y la imaginación de todo lo que vendría. Un concepto comparable al Tao en la mitología china. Bachué emergió del lago Iguaque con un niño, con quien pobló la tierra y de quien descienden, según la leyenda, todos los seres humanos. Al cumplir su misión, ambos regresaron al lago transformados en serpientes, marcando un ciclo de vida y retorno a la fuente.
Otra figura central es Bochica, también conocido como Nemqueteba, Nemquereteba, Sadigua o Chimizapagua. Es el 'padre de la civilización'. Se le atribuye haber drenado las aguas de una gran inundación causada por Chibchacum (el 'que sostiene la tierra', legislador universal, a veces visto como castigador) a través de las cascadas del Salto del Tequendama. Bochica enseñó a los humanos los fundamentos de la civilización: la agricultura, la religión, las artes y los oficios. Su partida y la promesa de un futuro regreso, marcado por la aparición de Cuchavira (el dios del arcoíris), guardan similitudes con relatos de otras culturas.

Otras deidades importantes incluían a:
- Chía: La diosa de la Luna, asociada al frío.
- Sué: El dios del Sol, asociado al calor.
- Chiminigagua: Una deidad trinitaria, el ser supremo, compuesta por Chí, Chímini y Chiminigagua mismo, responsable de traer la luz al universo.
- Cuza: El principio masculino de la creación, 'el que es como la noche'.
- Huitaca: Una diosa rebelde asociada a la liberación sexual, a veces vista como opuesta a Bochica.
- Nencatacoa: El protector de las festividades, la cerveza (chicha) y las artes.
Cada deidad jugaba un papel vital en el equilibrio del cosmos Muisca, influenciando aspectos de la vida diaria, los ciclos naturales y los eventos importantes.
El Dios de la Muerte: Guahaioque
Dentro de este panteón, surge la pregunta sobre la figura de la muerte. ¿Quién era el dios de la muerte en la religión Muisca? Según los registros, Guahaioque era una deidad menor. Se le consideraba el dios del mal, el robo, la mentira y la muerte. Su nombre, en la lengua Muisca (Muysccubun), significaba 'figura del difunto', lo que subraya su conexión directa con el tránsito final de la vida.
Aunque no era una figura central en la misma medida que Bachué o Bochica, Guahaioque representaba un aspecto sombrío y temido del universo Muisca, el lado oscuro de la existencia, los vicios y el fin. Su mención nos recuerda que, como en muchas mitologías, la dualidad entre la creación y la destrucción, la vida y la muerte, estaba presente en la cosmovisión de este pueblo andino.
Mitos de Creación y Destrucción: El Origen del Mundo
La mitología Muisca ofrece un relato fascinante sobre cómo surgió el universo y la vida. Todo comenzó con Unquyquie nxie, el tiempo del 'primer pensamiento', cuando los pensamientos de Bachué (Bague) se convirtieron en acciones. Este fue el momento en que Bague creó a los constructores del universo y les ordenó crear.
El mundo material comenzó con Chimi, la 'pulpa', el primer objeto material. Dentro de tomsa, el 'vientre del universo', se incubaron los embriones de las estrellas, la tierra y las piedras. Cuando tomsa estuvo lleno, las semillas de la tierra emergieron; los restos fueron arrojados, formando la Vía Láctea.
Los elementos fueron distribuidos: el calor a Sué (el Sol), el frío a Chía (la Luna), y las nubes y el humo a la Tierra. Pero todo era aún semilla, sin germinar. Fue entonces cuando Mnya, la energía o el oro, se unió a Chimi, la pulpa, para formar Chímini, la fuerza creativa. Esta unión provocó la germinación de las semillas de todas las cosas, dando vida al mundo.
Los primeros dioses, los constructores, crearon el primer cuca, o templo ceremonial, y realizaron un larguísimo baile (sas quyhynuca) con la música del tambor fo. Esta ceremonia dio origen al espacio y al tiempo.

Luego crearon los primeros materiales del universo: fiva (el aire), faova (la nube cósmica) e ie (el humo). Crearon las seis direcciones de la dimensión material y, en medio de itugue, el vacío, crearon el centro de poder, tomsa (el ombligo del universo). Pero el universo aún carecía de consistencia y esperaron muchos bxogonoas (eones) hasta el sas bequia, el principio del mundo.
Este intrincado relato de creación, que involucra principios abstractos, materiales primordiales y la intervención divina, muestra una profunda reflexión sobre los orígenes y la estructura del cosmos.
La Gran Inundación y el Legado de Bochica
La mitología Muisca también incluye relatos de cataclismos y castigos divinos. Una de las historias más prominentes es la de la gran inundación. Debido a transgresiones contra las leyes divinas, Chibchacum provocó un diluvio que cubrió el mundo y estuvo a punto de destruir a la raza humana.
Fue entonces cuando el dios protector, Bochica, intervino. Con un golpe de su bastón, abrió un camino en la roca, creando las cascadas del Salto del Tequendama y permitiendo que las aguas retrocedieran. Tras salvar a la humanidad, Bochica no solo les perdonó, sino que les enseñó las bases de la civilización, guiándolos hacia una vida más ordenada y próspera, en contraste con el caos que habían provocado.
La historia de la inundación y la intervención de Bochica es un mito fundacional que explica la geografía sagrada del territorio Muisca (el Salto del Tequendama como lugar de liberación) y establece las normas morales y sociales que debían regir la vida del pueblo.
La Lengua Ancestral: Muysccubun
La lengua hablada por los Muiscas era el Muysccubun, perteneciente a la familia de lenguas Chibchan. Esta familia lingüística era amplia y se hablaba en una vasta región de América Central y del Sur antes del año 1500, incluyendo partes de Nicaragua, Costa Rica, Panamá, el oeste de Colombia y Ecuador.
Lamentablemente, el Muysccubun se considera hoy una lengua extinta. La presión del español tras la conquista, la desestructuración social y la pérdida de hablantes llevaron a su desaparición gradual como lengua de uso diario. Sin embargo, su legado persiste en topónimos (nombres de lugares), apellidos y algunas palabras que se han integrado al español colombiano. Además, hay esfuerzos por parte de comunidades Muiscas contemporáneas y lingüistas para documentar y, en algunos casos, revitalizar aspectos de la lengua a partir de los registros coloniales.

La familia Chibchan, aunque perdió al Muysccubun, aún cuenta con lenguas vivas importantes hoy en día, como el Guaymí y el Move en Panamá, el Kuna y el Páez en Colombia, y el Chachi y el Tsáchila en Ecuador. Esto demuestra la diversidad y extensión que tuvo esta familia lingüística en el pasado precolombino.
La Conexión con El Dorado y la Orfebrería
Aunque el texto proporcionado no profundiza en las técnicas de orfebrería Muisca, sí menciona que inspiraron el mito de El Dorado. Esta conexión es crucial para entender la percepción de los Muiscas en el mundo y su relación con los metales preciosos, especialmente el oro.
El mito de El Dorado surgió de un ritual Muisca realizado en la Laguna de Guatavita. En esta ceremonia, el nuevo zipa (gobernante) se cubría el cuerpo con polvo de oro y se sumergía en la laguna, mientras ofrendas de oro y esmeraldas eran arrojadas al agua. Este acto simbolizaba la investidura del poder y la conexión entre el líder, su pueblo y lo sagrado, utilizando el oro como vehículo de lo divino y lo terrenal.
Para los Muiscas, el oro (mnya) no tenía un valor económico como lo entendían los europeos, sino un profundo significado espiritual y ritual. Era la energía vital del cosmos, la fuerza creativa que, unida a Chimi, dio origen a todo. Por ello, lo trabajaban en formas que representaban a sus deidades, animales sagrados y figuras humanas, creando piezas de gran belleza simbólica.
Si bien no se detallan aquí las técnicas específicas (como el uso de la tumbaga, una aleación de oro y cobre común en la región), la existencia de rituales como el de El Dorado y la presencia de numerosas ofrendas de oro encontradas en lagunas y santuarios, atestiguan la maestría Muisca en la metalurgia y la importancia fundamental que el oro tenía en su cosmovisión religiosa y sus ceremonias.
Preguntas Frecuentes sobre los Muiscas
Aquí respondemos algunas de las preguntas más comunes sobre este fascinante pueblo:
- ¿Existen aún los Muiscas?
Sí, existe una pequeña población de descendientes Muiscas en Colombia que preserva y revitaliza su cultura e identidad. - ¿Quién era el dios de la muerte en la mitología Muisca?
Guahaioque era una deidad menor asociada al mal, el robo, la mentira y la muerte. Su nombre significa 'figura del difunto'. - ¿Qué idioma hablaban los Muiscas?
Hablaban Muysccubun, una lengua de la familia Chibchan que actualmente se considera extinta, aunque hay esfuerzos por recuperarla. - ¿Cuál es el mito principal de la creación Muisca?
El mito central involucra a la diosa Bachué, quien emergió del lago Iguaque con un niño para poblar la tierra, y el origen del universo a partir de principios como Bachué (Bague), Chimi, tomsa y la unión de Mnya (oro/energía) y Chimi para formar Chímini. - ¿Cuál es la conexión de los Muiscas con El Dorado?
El mito de El Dorado se basó en un ritual Muisca realizado en la Laguna de Guatavita, donde el gobernante se cubría de oro y arrojaba ofrendas al agua, simbolizando la importancia ritual y espiritual del oro en su cultura.
Conclusión: La Huella Imperecedera de los Muiscas
La civilización Muisca, con su rica mitología, sus complejas deidades y su profundo vínculo con el oro como elemento sagrado, dejó una huella imborrable en la historia de Colombia y en la imaginación del mundo a través del mito de El Dorado. Aunque su lengua ancestral se perdió y su estructura social fue transformada, el espíritu Muisca perdura en sus descendientes, en la geografía sagrada de su territorio y en los relatos que, a pesar del tiempo, nos siguen hablando de un pueblo que entendió el cosmos, la vida y la muerte de una manera única y profunda. Explorar su mundo es adentrarse en un capítulo esencial de la rica historia precolombina de América del Sur.
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