Taxco y el Brillo de su Plata Artesanal

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En las sinuosas calles empedradas de Taxco de Alarcón, un pintoresco pueblo colonial en el estado de Guerrero, México, reside una tradición que brilla con luz propia: la orfebrería en plata. Conocido mundialmente como la 'Capital Mundial de la Plata', Taxco ha forjado su identidad y su economía en torno a este precioso metal a lo largo de los siglos. Su historia está íntimamente ligada a los ricos yacimientos que se encuentran en sus alrededores, convirtiéndolo en un centro neurálgico tanto de la extracción como, fundamentalmente, de la transformación artística de la plata.

El metal precioso que se extrae en las minas de Taxco es, sin duda alguna, la plata. Desde la época prehispánica, aunque a menor escala, y de manera mucho más intensiva tras la llegada de los españoles en el siglo XVI, la plata ha sido el motor de esta región. Los conquistadores pronto descubrieron la abundancia de minerales en la sierra de Taxco, lo que llevó al establecimiento de importantes centros mineros. Esta actividad extractiva sentó las bases para lo que décadas y siglos después se convertiría en una floreciente industria artesanal.

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Historia Minera de Taxco: Raíces de un Brillo

La historia de Taxco como centro minero se remonta a 1521, poco después de la Conquista, cuando Hernán Cortés envió exploradores en busca de metales preciosos. Encontraron yacimientos de plata y oro, aunque fue la plata la que demostró ser más abundante y sostenible a largo plazo. La explotación minera atrajo a colonos y mineros, dando forma al paisaje urbano y social que aún hoy define a Taxco.

Durante la época colonial, la minería de plata en Taxco alcanzó su apogeo, especialmente en el siglo XVIII, gracias a figuras como José de la Borda. Este prominente minero francés, cuya riqueza provenía de las minas de Taxco, financió la construcción de la icónica Iglesia de Santa Prisca y San Sebastián, una joya del barroco novohispano que hoy es un símbolo del pueblo y un testimonio de la opulencia generada por la plata.

Sin embargo, la actividad minera tuvo sus altibajos a lo largo de los siglos. Las vetas se agotaban, las técnicas cambiaban y los precios fluctuaban. A pesar de los desafíos, la tradición de trabajar el metal, de transformarlo en objetos de valor y belleza, persistió. Fue en el siglo XX cuando Taxco experimentó una notable revitalización, no solo en la minería (que continuó, aunque con variaciones), sino sobre todo en la artesanía de la plata.

El Renacer Artesanal del Siglo XX

La década de 1930 marcó un punto de inflexión para Taxco. En este período, el artista y diseñador estadounidense William Spratling llegó al pueblo y quedó fascinado por su potencial artesanal y la disponibilidad del metal. Spratling estableció un taller donde enseñó técnicas modernas de diseño y orfebrería a los artesanos locales, fusionando la tradición mexicana con estéticas contemporáneas. Su influencia fue fundamental para elevar la platería de Taxco a un nivel artístico reconocido internacionalmente.

La llegada de Spratling y el éxito de su taller inspiraron a muchos otros a abrir sus propios negocios. Taxco se convirtió en un crisol de talento donde maestros plateros desarrollaban estilos únicos, desde diseños prehispánicos y coloniales reinterpretados hasta creaciones modernistas y abstractas. Esta efervescencia creativa consolidó la reputación de Taxco no solo como lugar de origen de la plata, sino como centro de su transformación artística.

Talleres de los Ballesteros: Un Inicio Singular

Dentro de este vibrante contexto de renacimiento artesanal en la década de 1930, surge la historia de uno de los talleres más reconocidos de Taxco: Talleres de los Ballesteros. Su fundación en 1937 se inscribe en esta época de auge y diversificación de la platería taxqueña. El relato de sus orígenes, basado en la información proporcionada, es particularmente interesante y revela el espíritu emprendedor que caracterizaba a muchos de los pioneros de la industria artesanal en Taxco.

El fundador, el señor Jalil Majul Ballesteros, no inició su carrera en un taller tradicional de orfebrería, sino en un lugar mucho más inesperado: una gasolinera. Trabajaba en la carretera que conectaba Acapulco con la Ciudad de México, una ruta vital para el comercio y el turismo. En un movimiento de visión comercial y aprovechamiento de la oportunidad, el señor Ballesteros comenzó a ofrecer en venta, como un servicio adicional para los clientes que se detenían a cargar combustible, objetos de plata. Esta venta inicial se realizaba de manera humilde, presentando las piezas en una charola a los viajeros.

Este comienzo, que podría parecer modesto, demuestra la capacidad de identificar una demanda y un mercado. La carretera Acapulco-México era transitada por turistas y comerciantes, muchos de los cuales estarían interesados en adquirir productos de plata como recuerdos o mercancía. La charola en la gasolinera fue el primer escaparate de lo que se convertiría en un taller de renombre. Este enfoque innovador para la venta, sacando el producto al encuentro del cliente en un punto de tránsito, fue clave en los inicios.

A partir de esta iniciativa, el negocio creció. La venta de plata en la gasolinera probablemente generó el capital y la experiencia necesarios para dar el siguiente paso: establecer un taller formal. La fundación de Talleres de los Ballesteros en 1937 en Taxco significó la consolidación de aquel emprendimiento inicial. Pasar de vender en una charola a tener un taller propio implicaba la necesidad de organizar la producción, contratar o formar artesanos y establecer un punto de venta más permanente en el propio pueblo, que ya se estaba posicionando como destino turístico y centro de compra de plata.

La elección de Taxco como sede del taller era natural. Era el centro de la producción de plata, el hogar de maestros plateros y el destino al que llegaban los interesados en adquirir este metal trabajado. La historia de Talleres de los Ballesteros es un ejemplo de cómo la visión empresarial, combinada con la tradición y la oportunidad, puede dar lugar a instituciones duraderas en el mundo de la artesanía.

La Importancia de los Talleres en Taxco

Talleres como el de los Ballesteros son pilares de la tradición platera de Taxco. No son solo lugares de producción, sino también centros de aprendizaje donde se transmiten de generación en generación las complejas técnicas de la orfebrería: el diseño, el cincelado, el repujado, el vaciado, el pulido y el acabado. Cada pieza de plata taxqueña es el resultado de horas de trabajo manual experto, un testimonio de la habilidad y la dedicación de los artesanos.

La diversidad de estilos y la calidad del trabajo producido en los talleres de Taxco han mantenido la reputación del pueblo a nivel mundial. Desde joyería fina (anillos, pulseras, collares, pendientes) hasta objetos decorativos y utilitarios (bandejas, candelabros, juegos de té, esculturas), la plata de Taxco se distingue por su diseño y su mano de obra.

El legado de talleres fundados en el siglo XX, como Ballesteros, perdura. Contribuyeron a establecer los estándares de calidad y diseño que aún hoy caracterizan a la platería taxqueña. Su historia es parte de la narrativa de cómo un pueblo minero se transformó en un centro artístico y turístico, donde la plata no es solo un metal, sino una forma de vida, una expresión cultural y un motor económico.

La Plata de Taxco Hoy

Aunque la minería sigue existiendo en la región de forma variable, el enfoque principal de Taxco hoy en día es la transformación artesanal y artística de la plata. El pueblo atrae a visitantes de todo el mundo que buscan adquirir piezas únicas directamente de los talleres y tiendas. Caminar por sus calles es un deleite visual, con innumerables escaparates que exhiben el brillo de la plata en todas sus formas.

La tradición iniciada por mineros y continuada por visionarios como Jalil Majul Ballesteros y otros maestros plateros sigue viva. La innovación en el diseño se combina con técnicas ancestrales, asegurando que la platería de Taxco continúe evolucionando y manteniendo su relevancia en el mercado global de la artesanía y el lujo.

La historia de Taxco y su plata es una narrativa de persistencia, adaptación y creatividad. Desde las profundidades de la tierra hasta las hábiles manos de los artesanos, la plata recorre un viaje que la transforma de mineral en arte. Y dentro de esa vasta historia, el origen de talleres icónicos como Ballesteros, con su singular inicio en una gasolinera, añade una capa fascinante al rico tapiz de la Platería mexicana.

Preguntas Frecuentes sobre Taxco y su Plata

¿Taxco sigue siendo un pueblo minero?
Sí, la actividad minera de plata y otros minerales aún existe en la región, aunque la importancia económica y cultural del pueblo se centra mucho más hoy en día en la transformación artesanal y la comercialización de la plata.

¿Por qué se le llama a Taxco la 'Capital Mundial de la Plata'?
Este título se debe tanto a su histórica riqueza minera de plata como, y quizás más importante en la actualidad, a la concentración de talleres de platería de alta calidad y a la fama internacional de su artesanía en plata.

¿Qué hace especial a la plata de Taxco?
La plata de Taxco es reconocida por la calidad del metal (generalmente plata de ley .925), la maestría artesanal de sus plateros, la diversidad de estilos y diseños, y la rica tradición histórica que la respalda.

¿Cómo surgió la tradición artesanal de la platería en Taxco?
Aunque el trabajo con metales existía antes, la tradición moderna de la platería artística en Taxco se consolidó en el siglo XX, impulsada por la llegada de artistas como William Spratling y el establecimiento de numerosos talleres que desarrollaron técnicas y estilos propios, aprovechando la disponibilidad de plata de las minas locales.

¿Cuál es la historia del inicio de Talleres de los Ballesteros según la información disponible?
Talleres de los Ballesteros fue fundado en 1937 en Taxco por Jalil Majul Ballesteros. Sus inicios fueron poco convencionales, ya que el señor Ballesteros comenzó vendiendo objetos de plata desde una charola a los clientes de una gasolinera en la carretera Acapulco-México, antes de establecer formalmente el taller en el pueblo.

¿Se puede visitar los talleres de plata en Taxco?
Sí, muchos talleres y tiendas en Taxco permiten a los visitantes observar a los artesanos trabajando y adquirir piezas directamente. Es una excelente manera de apreciar el proceso y la habilidad involucrada.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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