Los Plateros: Maestros Artesanos de la Plata

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El término "platero" evoca la imagen de un artesano dedicado, inmerso en el noble oficio de dar forma a la plata. Más que un simple trabajador, el platero era un verdadero artífice, un maestro que, a través de siglos de tradición y habilidad, transformaba el metal argénteo en objetos de belleza, utilidad y prestigio. Aunque la definición proporcionada sitúa la acepción principal de este término entre los siglos XVIII y XX, el oficio de la platería tiene raíces mucho más profundas y una evolución que abarca milenios, siendo estos siglos un periodo de particular esplendor y cambio para la profesión.

Ser platero implicaba un conocimiento profundo del metal, una destreza manual excepcional y una sensibilidad artística para concebir y ejecutar diseños complejos. No se trataba solo de fundir y moldear, sino de comprender cómo el metal respondía al martillo, a la lima, al buril y al fuego. Cada pieza, desde la más humilde cuchara hasta el más elaborado cáliz o bandeja ceremonial, era el resultado de horas de trabajo meticuloso y un dominio técnico transmitido de generación en generación.

Índice de Contenido

El Oficio del Platero: Más Allá de la Definición

La definición de "artífice que labra la plata" es precisa pero concisa. La realidad del oficio era mucho más rica y compleja. Los plateros no solo trabajaban la plata pura, sino aleaciones, siendo la plata esterlina (92.5% plata, 7.5% cobre) una de las más comunes y apreciadas por su durabilidad y brillo. Su labor abarcaba un espectro amplísimo de creaciones, adaptándose a las necesidades y gustos de la sociedad, desde la aristocracia y la realeza hasta la iglesia y la burguesía emergente.

El platero tradicionalmente formaba parte de un gremio o corporación de oficios, especialmente antes de la disolución de estas organizaciones a lo largo del siglo XIX. Estos gremios regulaban la formación, la calidad del trabajo, los precios y la competencia. Para convertirse en platero, uno debía pasar por un largo proceso de aprendizaje que comenzaba como aprendiz en el taller de un maestro, progresando a oficial y, finalmente, buscando la maestría para poder abrir su propio taller y formar nuevos aprendices. El examen de maestría a menudo implicaba la creación de una "obra maestra" que demostrara todas las habilidades adquiridas.

Técnicas Fundamentales en la Platería

La maestría de un platero residía en su dominio de diversas técnicas para dar forma y decorar la plata. Algunas de las más importantes incluyen:

Fundición

Proceso inicial donde la plata se derrite en un crisol y se vierte en moldes para obtener formas básicas o piezas complejas. Era fundamental para crear objetos huecos o con detalles intrincados que luego se trabajarían.

Martillado

Una de las técnicas más antiguas. Consiste en golpear el metal con martillos de diferentes formas sobre yunques o tases para darle la forma deseada, curvarlo, aplanarlo o crear superficies texturizadas. Requiere gran habilidad para evitar deformaciones indeseadas.

Repujado y Cincelado

Estas dos técnicas a menudo van de la mano. El repujado implica trabajar el metal desde el reverso con punzones y martillos para crear un relieve en el anverso. El cincelado, por su parte, se realiza en el anverso para definir los detalles, texturizar o añadir finas líneas decorativas sobre el relieve creado por el repujado o sobre una superficie plana.

Grabado

Consiste en cortar o tallar líneas y diseños sobre la superficie del metal utilizando buriles y otras herramientas de corte. Se usaba para inscripciones, monogramas o decoraciones detalladas.

Soldadura

Técnica esencial para unir diferentes partes de una pieza. Se utiliza una aleación de soldadura con un punto de fusión más bajo que la plata principal, junto con fundentes y calor (tradicionalmente soplete o fragua).

Pulido y Acabado

Proceso final para limpiar, alisar y dar brillo a la pieza, eliminando marcas de herramientas y oxidaciones. Se utilizaban abrasivos finos y pulidores.

Filigrana

Técnica decorativa que consiste en soldar finos hilos de plata, a menudo retorcidos o aplanados, para formar diseños calados o rellenos sobre una superficie o como estructura principal de la pieza.

La Platería en los Siglos XVIII al XX: Un Periodo de Transición

El periodo comprendido entre los siglos XVIII y XX fue testigo de importantes cambios para el oficio del platero. El siglo XVIII, especialmente en su segunda mitad, vio la transición del Barroco al Neoclasicismo, estilos que se reflejaron en la platería con formas más simétricas, elegantes y a menudo inspiradas en el arte clásico. La demanda de vajillas elaboradas, candelabros y objetos decorativos para las cortes y la aristocracia impulsó la producción de piezas de gran tamaño y complejidad.

El siglo XIX trajo consigo la industrialización. Si bien las técnicas manuales tradicionales persistieron en talleres de alta gama y para piezas únicas, la fabricación en serie de objetos de plata y alpaca (una aleación similar a la plata pero sin plata) comenzó a competir con la producción artesanal. La aparición de la galvanoplastia permitió platear metales base, haciendo que objetos con apariencia de plata fueran accesibles a un público más amplio. Esto no eliminó al platero artesanal, pero sí transformó el mercado y la estructura del oficio.

El siglo XX continuó esta dualidad. Por un lado, la platería artística y de diseño experimentó nuevas expresiones con movimientos como el Art Nouveau, el Art Decó y las vanguardias. Por otro lado, la producción industrial de cubertería y objetos de uso diario se consolidó. El platero artesanal de este periodo a menudo se especializó en la creación de piezas únicas, la restauración de antigüedades o la adaptación a nichos de mercado que valoraban la calidad y el trabajo manual por encima de la producción masiva.

Objetos Creados por los Plateros

La versatilidad de la plata y la habilidad del platero permitían la creación de una vasta gama de objetos:

  • Vajilla y Cubertería: Platos, bandejas, fuentes, saleros, pimenteros, teteras, cafeteras, azucareros, jarras, copas, cubiertos de todo tipo.
  • Objetos Religiosos: Cálices, patenas, custodias, cruces, relicarios, adornos para altares e imágenes.
  • Objetos Decorativos: Candelabros, palmatorias, centros de mesa, marcos de fotos, cajas, estuches, figuras.
  • Joyas: Anillos, pendientes, collares, pulseras, broches (aunque a menudo esta labor la realizaban orfebres o joyeros especializados, había solapamiento).
  • Objetos Personales y de Uso: Hebillas, bastones, tabaqueras, neceseres, peines.
  • Objetos Ceremoniales: Cetros, coronas (a menudo en colaboración con orfebres), bandejas para presentaciones.

El Taller del Platero

El taller era el corazón de la actividad del platero. Solía ser un espacio con mesas robustas, yunques de diferentes tamaños y formas, un hogar o fragua para calentar y soldar, y estanterías repletas de herramientas: martillos, punzones, limas, sierras, cizallas, buriles, compases, reglas, y una innumerable cantidad de pequeños instrumentos especializados. El ambiente a menudo estaba impregnado del olor a metal caliente, fundente y los productos de pulido. Era un lugar de trabajo constante, donde el ruido del martilleo se mezclaba con la concentración silenciosa en las etapas de acabado y detalle.

La jerarquía en el taller era clara: el maestro dirigía, tomaba encargos, diseñaba y realizaba las piezas más complejas. Los oficiales, con años de experiencia, ejecutaban partes de las obras o piezas completas bajo supervisión. Los aprendices realizaban las tareas más básicas, como limpiar, pulir o preparar herramientas, mientras aprendían observando y practicando.

Comparativa de Técnicas de Decoración

Dos técnicas decorativas clave, a menudo usadas juntas, son el repujado y el cincelado. Aquí una breve comparación:

TécnicaDescripciónLado de Trabajo PrincipalFunción Principal
RepujadoDeformación del metal con punzones desde el reverso para crear relieve en el anverso.Reverso (por la parte de atrás)Crear volúmenes, formas y contornos básicos.
CinceladoTrabajo con buriles y cinceles en el anverso para definir detalles, texturas y líneas.Anverso (por la parte de adelante)Refinar el relieve, añadir detalles finos, texturizar superficies, grabar líneas.

Ambas técnicas requieren gran precisión y un entendimiento profundo de cómo el metal se comporta bajo la presión de las herramientas.

El Legado de los Plateros

Aunque el oficio tradicional ha disminuido en escala debido a la producción industrial, el legado de los plateros perdura. Su trabajo se conserva en museos, colecciones privadas e iglesias, testimoniando la habilidad artística y técnica alcanzada. Hoy en día, la platería artesanal sigue viva, practicada por aquellos que valoran la tradición, la calidad y la posibilidad de crear piezas únicas. La restauración de plata antigua es también una labor importante que mantiene vivas las técnicas tradicionales.

El platero, especialmente aquel que trabajó entre los siglos XVIII y XX, fue una figura clave en la historia de las artes suntuarias. Su labor no solo produjo objetos de gran valor material, sino también cultural y artístico, reflejando los estilos, las costumbres y la economía de su tiempo. Entender qué eran los plateros es adentrarse en la historia de un oficio noble que, a golpe de martillo y con infinita paciencia, transformó un metal en espejos de la sociedad que los creó.

Preguntas Frecuentes sobre los Plateros

¿Cuál es la diferencia entre un platero y un orfebre?

Tradicionalmente, el platero se especializaba en trabajar la plata y crear objetos de tamaño mediano a grande, como vajillas, bandejas o candelabros. El orfebre, por su parte, se centraba en el oro y la creación de objetos más pequeños y delicados, a menudo relacionados con la joyería o piezas litúrgicas de menor tamaño pero gran riqueza. Sin embargo, en la práctica, las habilidades se solapaban y muchos artesanos trabajaban ambos metales y realizaban tanto objetos grandes como joyas.

¿Qué pureza de plata utilizaban los plateros?

La pureza de la plata utilizada variaba según la época y la región. La plata pura (999) es demasiado blanda para la mayoría de los objetos. Comúnmente se utilizaban aleaciones con cobre para darle dureza. La plata esterlina (925/1000 o 92.5% plata) es una de las aleaciones más conocidas y utilizadas históricamente, especialmente en Inglaterra y sus áreas de influencia. Otras purezas como 800/1000 o 900/1000 también eran habituales en diferentes países.

¿Cuánto tiempo llevaba convertirse en un platero maestro?

El camino para convertirse en maestro platero era largo. Comenzaba con la etapa de aprendiz, que podía durar entre 5 y 10 años, dependiendo del gremio y el país. Luego venía la etapa de oficial, donde el artesano trabajaba para un maestro ganando un salario, lo cual podía durar varios años más. Finalmente, para alcanzar la maestría, se debía demostrar habilidad y conocimiento, a menudo presentando una obra maestra y pasando un examen. El proceso total podía fácilmente superar los 10-15 años.

¿La platería artesanal se sigue practicando hoy en día?

Sí, la platería artesanal sigue siendo un oficio vivo. Aunque no con la misma escala que en siglos pasados, hay plateros contemporáneos que mantienen vivas las técnicas tradicionales, creando piezas únicas, de diseño o dedicándose a la restauración. Existen escuelas y talleres que enseñan el oficio, y el trabajo manual de calidad sigue siendo valorado por coleccionistas y amantes de la artesanía.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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