¿Cuáles son las características del arte plateresco?

Salamanca: Corazón del Plateresco Español

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España alberga tesoros arquitectónicos que narran siglos de historia y evolución artística. Entre los estilos que florecieron, el Plateresco ocupa un lugar especial, siendo una manifestación única del Renacimiento español que fusiona elementos góticos, mudéjares y renacentistas con una profusión ornamental que recuerda el trabajo detallado de los plateros. Y si hay una ciudad que encarna la magnificencia de este estilo, esa es, sin duda, Salamanca.

¿Qué es el estilo barroco plateresco?
Es la simple reproducción del barroco español, influenciado por los cánones europeos del periodo. Conserva órdenes arquitectónicos clásicos, pero altera proporciones de columnas. Los soportes se convierten en algo puramente decorativo. Multiplica las formas de los frontones, puertas, ventanas, nichos…

Caminar por las calles de Salamanca es emprender un viaje a través del tiempo, donde cada fachada cuenta una historia. La ciudad dorada, bañada por la luz del sol en la piedra de Villamayor, se convirtió en un lienzo perfecto para los artistas y arquitectos que dominaron el estilo Plateresco. Aunque muchos edificios salmantinos exhiben la delicadeza de esta técnica, uno de los ejemplos más emblemáticos y fascinantes es el Palacio de Monterrey, una construcción que, a pesar de quedar inconclusa, se erige como un testimonio sublime de la ambición y el talento de su época.

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El Estilo Plateresco: Una Filigrana en Piedra

Antes de adentrarnos en el Palacio de Monterrey, es fundamental comprender qué define al estilo Plateresco. Su nombre deriva de 'platero', el artesano de la plata, porque la rica y detallada decoración que cubre las fachadas recuerda la meticulosidad y finura del trabajo de orfebrería. No se trata solo de añadir adornos, sino de esculpir la piedra con una precisión asombrosa, creando verdaderas filigranas pétreas.

El Plateresco floreció en España durante el primer tercio del siglo XVI, coincidiendo con la llegada del Renacimiento. Sin embargo, a diferencia del Renacimiento italiano, que buscaba la pureza de las formas clásicas y la simetría, el Plateresco español incorporó elementos de la tradición gótica tardía y el arte mudéjar, resultando en una estética exuberante y narrativa. Las fachadas se convierten en retablos de piedra, repletos de medallones, grutescos, motivos vegetales, escudos heráldicos y figuras mitológicas o históricas.

Salamanca y su Vocación Plateresca

La importancia de Salamanca como epicentro del Plateresco no se limita al Palacio de Monterrey. La fachada de la Universidad, la Casa de las Conchas o el Convento de San Esteban son otros ejemplos ilustres que salpican la ciudad, mostrando la maestría alcanzada por los canteros y escultores salmantinos. La riqueza de la Universidad como centro de saber y la presencia de una nobleza próspera crearon el ambiente propicio para el desarrollo de este estilo decorativo y ostentoso.

El Palacio de Monterrey, aunque menos conocido globalmente que la Universidad, es quizás uno de los ejemplos más puros y ambiciosos del Plateresco palaciego. Su historia, marcada por la grandiosidad del proyecto y los avatares económicos y personales de sus promotores, añade una capa de drama a su indudable belleza.

El Gran Proyecto Inconcluso: El Palacio de Monterrey

La historia del Palacio de Monterrey comienza en 1539, cuando el III conde de Monterrey, un personaje de gran relevancia en la corte y con importantes gastos a sus espaldas (como la fortaleza de Monterrey de Galicia o la ayuda en la defensa de Viena), encargó un proyecto palaciego de dimensiones colosales. La tarea recayó en dos figuras clave de la arquitectura renacentista española: Rodrigo Gil de Hontañón y fray Martín de Santiago. El presupuesto inicial, 10 millones de maravedíes, era una suma astronómica, lo que da una idea de la magnitud del sueño del conde.

Sin embargo, la ambición chocó con la realidad económica y los infortunios familiares. El elevado coste, sumado a las dificultades financieras del conde, provocó que el proyecto nunca se completara según el diseño original. La situación empeoró con el fallecimiento del conde y, tan solo tres años después, el de su hijo, dejando como heredero a un niño, don Gaspar. Las obras se paralizaron, dejando una fracción de lo proyectado.

Arquitectura y Ornamentación: Un Despliegue de Arte

Lo que hoy contemplamos del Palacio de Monterrey es solo el ala sur del ambicioso proyecto, que preveía una estructura cuadrangular con cuatro patios porticados o quizás dos alas paralelas cerradas por una fachada oriental, según las diferentes teorías de historiadores como Chueca Goitia o John D. Hoag. A pesar de su estado inconcluso, la parte construida es una obra maestra del Plateresco.

La fachada principal, que da a la Plaza de las Agustinas, presenta una rica decoración que contrasta con el cuerpo inferior, de carácter más robusto y medieval. La verdadera explosión ornamental se concentra en los cuerpos superiores, especialmente en los dos imponentes torreones que flanquean el edificio. Aquí es donde la piedra se transforma en arte puro.

Las cresterías, esos remates calados que coronan el edificio, son de una belleza y complejidad asombrosas. Parecen encajes de piedra, caprichosos y ligeros, que se recortan contra el cielo salmantino. Junto a ellas, destacan las chimeneas, con una clara filiación francesa, añadiendo un toque distintivo a la silueta del palacio. La descripción de estas cresterías como "autentica filigrana en piedra" es perfectamente acertada, demostrando el altísimo nivel técnico y artístico de los numerosos escultores, tracistas y adornistas locales que participaron en la obra.

En las esquinas de los cuerpos superiores de los torreones, los escudos de armas del III conde de Monterrey, con los linajes de Acevedo y Fonseca, se integran en la decoración, reafirmando la identidad y el poder de la familia promotora. La combinación de elementos heráldicos, figuras, grutescos y motivos vegetales crea una superficie vibrante y llena de detalles por descubrir.

La Historia Continúa: De los Monterrey a la Casa de Alba

La historia del palacio no terminó con su inconclusión. Siglos después, a finales del XVII, el Palacio de Monterrey pasó a formar parte del vasto patrimonio de la Casa de Alba. Esto ocurrió tras el matrimonio de Catalina de Haro y Guzmán, VIII condesa de Monterrey y heredera de los títulos de Olivares, Carpio y Monterrey, con don Francisco Álvarez de Toledo y Silva, X duque de Alba. Aunque la línea sucesoria de los Monterrey se extinguió en esta rama, el palacio se mantuvo como una de las posesiones más preciadas de la Casa de Alba, que aún lo conserva en la actualidad.

Teorías sobre el Diseño Original

La naturaleza inconclusa del palacio ha dado lugar a diversas interpretaciones sobre cómo debió ser el proyecto completo. La teoría de Chueca Goitia plantea un palacio de planta cuadrangular con cuatro patios porticados. Sin embargo, esta idea parece difícil de materializar, ya que habría implicado la demolición de la cercana iglesia de Santa María de los Caballeros, algo poco probable.

Otra tesis, defendida por John D. Hoag, sugiere un diseño más lineal, con dos alas paralelas (siendo la construida una de ellas) cerradas por una fachada oriental y un patio en el extremo opuesto. Ambas teorías intentan dar sentido a la parte construida y a la ambición del proyecto, pero la verdad completa del diseño original sigue siendo objeto de debate.

Comparativa: Proyecto vs. Realidad

AspectoProyecto Original (Según Teorías)Realidad (Construido)
DimensionesGran escala (cuadrangular con 4 patios o 2 alas paralelas)Solo el ala sur y parte de la fachada oriental
Coste Estimado10 millones de maravedíesInversión significativa, pero insuficiente para completar
Arquitectos PrincipalesRodrigo Gil de Hontañón, Fray Martín de SantiagoMismos
Estilo ArquitectónicoPlaterescoPlateresco (ejemplificado en el ala construida)
EstadoCompleto y habitable en su totalidadInconcluso, solo una fracción completada

Preguntas Frecuentes sobre el Palacio de Monterrey y el Plateresco

  • ¿Qué significa Plateresco? Proviene de 'platero' (orfebre), haciendo referencia a la decoración profusa y detallada que cubre las superficies, similar a la filigrana de metal.
  • ¿Por qué Salamanca es famosa por el Plateresco? La ciudad alberga varios edificios emblemáticos de este estilo, como la fachada de la Universidad, la Casa de las Conchas y el Palacio de Monterrey, que muestran la maestría alcanzada en la escultura en piedra.
  • ¿Quién encargó el Palacio de Monterrey? Fue encargado por el III conde de Monterrey, don Alonso de Zúñiga y Acevedo Fonseca.
  • ¿Por qué no se terminó el palacio? Principalmente por motivos económicos (el alto coste y las deudas del conde) y por problemas de sucesión tras la muerte del conde y su hijo.
  • ¿Qué son las cresterías? Son adornos arquitectónicos calados que coronan los edificios, típicos del gótico tardío y adoptados y adaptados en el Plateresco con gran exquisitez.
  • ¿Qué arquitectos trabajaron en el palacio? Rodrigo Gil de Hontañón y fray Martín de Santiago.
  • ¿Se puede visitar el Palacio de Monterrey? Sí, actualmente es propiedad de la Casa de Alba y parte del palacio está abierto al público para visitas.

El Palacio de Monterrey, a pesar de su destino inconcluso, se alza en Salamanca como un símbolo del esplendor del Plateresco. Sus fachadas ricamente ornamentadas, sus esbeltos torreones y sus cresterías caladas son un recordatorio constante del talento de los artistas que trabajaron la piedra con la destreza de un orfebre. Es una parada obligatoria para cualquiera que desee comprender la belleza y complejidad del arte español del siglo XVI y la razón por la cual Salamanca ostenta con orgullo el título de ciudad del Plateresco.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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