¿Cuál fue la primera pieza del Museo del Oro?

Tesoros e historias del Museo del Oro

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El Museo del Oro del Banco de la República en Bogotá se alza como una institución emblemática en Colombia, resguardando una de las colecciones de orfebreríaprehispánica más importantes y extensas a nivel mundial. Más allá de ser un simple depósito de objetos valiosos, este museo es un espacio complejo que invita a la reflexión sobre la historia, la identidad nacional, la relación con los pueblos indígenas y la propia naturaleza del oro como material y símbolo.

Desde su fundación, el museo ha crecido exponencialmente, convirtiéndose en un referente cultural y turístico. Sin embargo, su historia y la procedencia de sus piezas están intrínsecamente ligadas a procesos que van desde la preservación del patrimonio hasta las controversias sobre su origen y representación.

¿Cuántas piezas de oro hay en el Museo del Oro?
El Museo del Oro tiene cerca de 55.000 piezas en su colección; aproximadamente 6.000 de ellas están expuestas.
Índice de Contenido

El nacimiento de una colección monumental

La historia del Museo del Oro comenzó formalmente el 22 de diciembre de 1939, cuando el Banco de la República adquirió una pieza singular: el Poporo Quimbaya. Esta compra marcó el inicio de una colección que buscaba, en parte, contrarrestar el comercio indiscriminado y el saqueo ilegal de objetos arqueológicos, prácticas conocidas como guaquería, que ponían en riesgo el patrimonio cultural del país.

Lo que empezó con una pieza, creció rápidamente. Para 1942, la colección ya superaba las 1.987 piezas, y en 1943 se había duplicado. Hoy en día, la colección total del museo es vasta, albergando más de 59.000 objetos. De estos, más de 34.000 son piezas de oro y aleaciones, complementadas por cerca de 25.000 objetos elaborados en cerámica, piedra, concha, hueso y textiles. Aunque la colección completa es impresionante, aproximadamente 6.000 piezas se encuentran en exhibición permanente, ofreciendo al visitante una ventana a la riqueza artística y cultural de las sociedades prehispánicas que habitaron el territorio colombiano.

Inicialmente, el museo no fue un espacio público. Entre 1944 y 1959, la colección, expuesta en vitrinas que acompañaban las reuniones de la Junta Directiva del Banco, solo estaba abierta a dignatarios y visitantes especiales. No fue sino hasta 1959 que se trasladó a una nueva sede y, posteriormente, en 1968, se inauguró el edificio actual en el parque Santander, diseñado para albergar y exhibir esta preciada colección, aunque su acceso público pleno se consolidaría más adelante.

Piezas que cuentan historias: Iconos del Museo

Dentro de la vasta colección, algunas piezas destacan por su valor histórico, artístico y simbólico, convirtiéndose en verdaderos iconos del museo y del patrimonio colombiano.

El Poporo Quimbaya

Como la primera pieza adquirida, el Poporo Quimbaya tiene un lugar especial en la historia del museo. Es una obra maestra de la metalurgia, fundida entre el año 0 y el 600 de nuestra era. Un poporo es un recipiente utilizado tradicionalmente para llevar cal, que se mezcla con hojas de coca durante el mambeo, una práctica cultural y ritual. Este poporo en particular no solo es un ejemplo exquisito de la habilidad técnica de los orfebres quimbaya, sino que también se ha convertido en un símbolo de identidad nacional y en el punto de partida de la colección que hoy conocemos.

¿Cuáles son las piezas más importantes del Museo del Oro?
A CONTINUACIÓN LES PRESENTAMOS LAS DIEZ OBRAS IMPERDIBLES DURANTE UNA VISITA AL MUSEO.Poporo Quimbaya. ...Máscara con decoración facial. ...Balsa Muisca. ...Pectoral en forma de Hombre-Jaguar. ...Caracol. ...Casco. ...Corona. ...Máscara de Calima.

La Balsa Muisca

Quizás la pieza más famosa y evocadora del museo es la Balsa Muisca. Esta pequeña pero detallada figura representa la ceremonia de investidura del nuevo Zipa (cacique) muisca en la laguna de Guatavita, un ritual que dio origen al mito de El Dorado. La balsa, cargada de figuras que representan al Zipa cubierto de oro y a sus acompañantes, quienes arrojan ofrendas de oro al agua, materializa la conexión sagrada que estas culturas tenían con el metal precioso y con los cuerpos de agua como lugares de ofrenda a los dioses. Su exhibición en la Sala de la Ofrenda, acompañada de efectos de luz y sonido, busca recrear la atmósfera ritual de este evento, aunque, como señalan algunas críticas, esta teatralización puede fetichizar el objeto y su contexto original.

La Máscara de Tierradentro

Otra pieza notable, particularmente significativa desde una perspectiva indígena, es una máscara procedente de la región de Tierradentro. Esta máscara, con una antigüedad aproximada de dos mil años, resalta no solo por su belleza artística, sino por su sorprendente parecido con los rostros de los habitantes actuales de la región, como el pueblo nasa. Su presencia en el museo, sin embargo, subraya una de las grandes tensiones: la desconexión a menudo planteada por la museografía oficial entre los creadores de estas piezas y sus descendientes contemporáneos, un punto de fricción y dolor para comunidades como la nasa, que se ven reflejadas en estos objetos ancestrales pero sienten que su voz y su historia actual son silenciadas o negadas por la narrativa museística dominante.

Otras piezas importantes incluyen figuras zoomorfas (ranas, peces voladores, monos, caimanes), conchas, mazorcas de maíz, narigueras, pectorales, y una gran variedad de adornos y objetos de uso ritual o cotidiano, todos elaborados con una destreza técnica asombrosa.

Recorriendo las salas: La experiencia del museo

El Museo del Oro está organizado en varias salas de exposición permanente que guían al visitante a través de diferentes aspectos relacionados con el oro y las sociedades prehispánicas que lo trabajaron. Los textos explicativos en las exposiciones permanentes son bilingües (español e inglés), facilitando la visita a un público internacional.

  • Sala El trabajo de los metales (Piso 2): Aquí se explora la dimensión técnica. Se muestran las diversas técnicas de minería y manufactura que dominaron los antiguos orfebres, desde la extracción del metal en su estado natural hasta complejos procesos de fundición, aleación, laminado, filigrana y soldadura. Esta sala pone en valor la increíble habilidad y conocimiento metalúrgico de estas culturas.
  • Sala La gente y el oro en la Colombia prehispánica (Piso 2): Esta sala se centra en el uso y el contexto social de los metales. Explica cómo los objetos de oro y otras aleaciones no eran simplemente adornos, sino que desempeñaban roles fundamentales en la organización política, social y religiosa de estas sociedades, marcando estatus, poder y jerarquía.
  • Sala Cosmología y simbolismo (Piso 3): Esta parte de la exposición se adentra en el mundo simbólico y espiritual asociado al oro. Explora las creencias míticas, el chamanismo y la compleja simbología detrás de las formas y usos de los objetos de metal, relacionándolos con cosmovisiones que entendían el oro no solo como riqueza material, sino como un material sagrado, conectado con el sol, la fertilidad y el inframundo.
  • Sala La ofrenda (Piso 3): Este es el clímax del recorrido. Un espacio circular diseñado para sumergir al visitante en la experiencia de las ceremonias de ofrenda, particularmente la recreación del ritual de El Dorado con la Balsa Muisca en el centro. La atmósfera, con efectos de luz y sonido, busca evocar la solemnidad y el significado de estos actos rituales.
  • El Exploratorio (Cuarto piso): Un espacio más interactivo y reflexivo, diseñado para promover la comprensión de la diversidad cultural y el significado del patrimonio que el museo resguarda, a menudo buscando conectar el pasado con el presente y fomentar la reflexión en los visitantes.

Información práctica para la visita

El Museo del Oro se encuentra ubicado en el Parque Santander, en el centro de Bogotá. Conocer los horarios y tarifas facilita la planificación de la visita.

DíaHorario de atenciónTarifa de entrada
LunesCerrado (incluyendo festivos)N/A
Martes a Sábado9:00 a. m. a 7:00 p. m.
(Último ingreso 6:00 p. m.)
COP $5.000
Domingos10:00 a. m. a 5:00 p. m.
(Último ingreso 4:00 p. m.)
Gratuita para todos
Festivos (cuando caen de martes a sábado)10:00 a. m. a 5:00 p. m.
(Último ingreso 4:00 p. m.)
COP $5.000

La entrada es gratuita todos los domingos para todos los visitantes. Además, tienen acceso gratuito cualquier día los niños menores de 12 años, los adultos mayores de 60 años, los miembros de comunidades indígenas, los miembros de la Fundación Amigos de las Colecciones de Arte del Banco de la República, los socios de la Red de Bibliotecas del Banco de la República y los afiliados a ICOM.

¿Cuáles son las piezas más importantes del Museo del Oro?
A CONTINUACIÓN LES PRESENTAMOS LAS DIEZ OBRAS IMPERDIBLES DURANTE UNA VISITA AL MUSEO.Poporo Quimbaya. ...Máscara con decoración facial. ...Balsa Muisca. ...Pectoral en forma de Hombre-Jaguar. ...Caracol. ...Casco. ...Corona. ...Máscara de Calima.

Existen audioguías disponibles para alquiler con un costo adicional de COP $8.000. También hay un número limitado de casilleros para dejar paquetes si se desea.

Más allá del brillo: Perspectivas y debates

Aunque el Museo del Oro es ampliamente celebrado por la magnificencia de su colección, también es objeto de análisis y debate, especialmente desde perspectivas académicas y de los propios pueblos indígenas.

Una de las principales discusiones gira en torno al origen de la colección. Gran parte de las piezas exhibidas no provienen de excavaciones arqueológicas científicas, sino de la guaquería. Esta práctica, aunque ha revelado tesoros, destruye irreparablemente el contexto arqueológico de los objetos, perdiéndose información invaluable sobre las sociedades que los crearon y usaron. La exhibición de estas piezas, si bien las preserva, no puede recuperar el conocimiento perdido debido a su extracción sin método científico.

El museo, como institución estatal, ha sido visto como un constructor de una narrativa de identidad nacional. Esta narrativa a menudo se centra en la "Edad Dorada" prehispánica, presentando el oro como símbolo de una riqueza ancestral de la que todos los colombianos son herederos. Sin embargo, esta construcción puede pasar por alto o minimizar aspectos problemáticos de la historia, como la violencia colonial, el saqueo de tesoros y la exclusión de los pueblos indígenas contemporáneos de esta misma narrativa. Algunos críticos señalan que el museo, al enfocarse en el objeto de oro y su valor estético o simbólico desligado de sus creadores vivos, perpetúa una forma de "bullonismo" (la idea de que la riqueza se basa en la acumulación de metales preciosos) y una fetichización de la mercancía, en lugar de centrarse en las complejas historias de producción, uso y significado de los objetos dentro de sus contextos culturales originales.

Desde la voz de los pueblos indígenas, como el pueblo nasa, surge un cuestionamiento fundamental. Ven los objetos del museo como herencia de sus ancestros, pero sienten que la museografía a menudo los presenta como pertenecientes a culturas "desaparecidas" o sin conexión con los grupos indígenas actuales. Rótulos que niegan la continuidad histórica de ciertos pueblos o que utilizan terminología desactualizada (como referirse a los nasa como "paeces" que llegaron después de la Conquista) generan indignación y dolor. Se argumenta que el museo, a pesar de reconocer la existencia de 102 pueblos indígenas en Colombia hoy, los margina de la narrativa y de la curaduría, reduciendo su patrimonio a objetos del pasado en lugar de reconocerlos como herederos vivos con derechos y perspectivas propias sobre estos artefactos.

Incluso la historia de la colección no está exenta de controversia, con menciones a la posible inclusión de falsificaciones de principios del siglo XX, como las atribuidas a Julián Alzate, en las colecciones tempranas adquiridas por el banco. Aunque no se abordan explícitamente en el guion museográfico, estas historias añaden capas de complejidad a la genealogía de las piezas.

¿Qué día es gratuita la entrada al Museo del Oro?
Visita en familia, el museo del oro en Bogotá, los domingos la entrada es gratuita para todos.

En esencia, el Museo del Oro presenta una paradoja. Es un guardián crucial de un patrimonio invaluable, exhibiendo una belleza y destreza técnica que asombran. Al mismo tiempo, su existencia y la forma en que presenta su colección son un reflejo de las tensiones históricas y sociales de Colombia, un país que busca construir una identidad nacional a partir de un pasado complejo, marcado por la riqueza del oro y las profundas heridas de la violencia y la exclusión.

Preguntas frecuentes sobre el Museo del Oro

Aquí respondemos algunas de las preguntas más comunes sobre el museo:

¿Cuáles son las piezas más importantes del Museo del Oro?
Si bien la importancia puede ser subjetiva, las piezas más icónicas y destacadas por su historia, belleza y representación cultural son el Poporo Quimbaya (la primera pieza adquirida y símbolo del museo), la Balsa Muisca (que representa la ceremonia de El Dorado) y, desde una perspectiva de conexión con pueblos vivos, la Máscara de Tierradentro.

¿Cuántas piezas de oro hay en el Museo del Oro?
La colección total del museo supera las 59.000 piezas. De estas, más de 34.000 son de oro y aleaciones de oro, y el resto son objetos de otros materiales como cerámica, piedra y textiles. Aproximadamente 6.000 piezas están en exhibición permanente.

¿Qué día es gratuita la entrada al Museo del Oro?
La entrada al Museo del Oro es gratuita para todos los visitantes los días domingos. También es gratuita cualquier día para niños menores de 12 años, adultos mayores de 60 años, miembros de comunidades indígenas y ciertas categorías de afiliados.

¿Cuál fue la primera pieza del Museo del Oro?
La primera pieza adquirida por el Banco de la República para dar inicio a la colección del museo fue el Poporo Quimbaya, comprado el 22 de diciembre de 1939.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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