¿Dónde está la Real Armeria?

Los Tesoros de Isabel y Fernando en Granada

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La figura de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, resuena con fuerza en la historia de España. Su reinado marcó un punto de inflexión, uniendo coronas, expandiendo fronteras y sentando las bases de un nuevo orden mundial. Pero más allá de sus logros políticos y militares, perdura el interés por su vida personal y sus posesiones. Entre ellas, sus joyas y objetos de orfebrería, testigos silenciosos de una época dorada. La pregunta que a menudo surge es: ¿dónde se encuentran hoy estos valiosos tesoros?

La respuesta a esta cuestión nos lleva a la hermosa ciudad de Granada, el último bastión reconquistado por los monarcas y lugar elegido para su descanso eterno. Es en la Capilla Real de Granada, un monumento de incalculable valor histórico y artístico, donde se custodian algunas de las piezas más significativas de la orfebrería y platería que pertenecieron a Isabel y Fernando.

¿Dónde están las joyas de Isabel la Católica?
El destino de la orfebrería de los Reyes Católicos\n\n El 22 de enero de 1516 Fernando II de Aragón dispuso en su testamento que todas sus joyas y pertenencias de plata y oro se trasladaran a su capilla funeraria en Granada, para así seguir con las costumbres de la dinastía Trastámara y de sus antecesores.
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El Legado Testamentario y su Destino en Granada

El viaje de estas joyas hasta Granada no fue casual. Fue una decisión explícita de Fernando II de Aragón. En su testamento, fechado el 22 de enero de 1516, el rey dispuso que una parte de sus pertenencias, incluyendo sus objetos de oro y plata, fueran trasladadas a la capilla funeraria que él e Isabel habían mandado construir en Granada. Esta disposición respondía a la tradición de la dinastía Trastámara y de sus ancestros, asegurando que sus bienes más preciados permanecieran ligados a su lugar de sepultura.

Sin embargo, el testamento también contemplaba una cláusula pragmática: se podrían vender aquellas piezas que fueran necesarias para hacer frente a los pagos o deudas pendientes tras su fallecimiento. Esto sugiere que, si bien una parte importante de su patrimonio de orfebrería llegó a Granada, no fue la totalidad. Las piezas que sobrevivieron a esta posible venta y que cumplieron el mandato testamentario son las que hoy podemos admirar, cuidadosamente preservadas.

Así, la Capilla Real de Granada se convirtió no solo en el mausoleo de los Reyes Católicos, su hija Juana I y su yerno Felipe I, sino también en la custodia de un legado material que permite a los visitantes conectar de forma tangible con la figura de estos monarcas. Es en la dependencia del museo de la Capilla Real donde estos objetos encuentran su hogar, protegidos y expuestos para el conocimiento y admiración de las futuras generaciones.

Las Joyas y Objetos Personales de Isabel la Católica

Entre los tesoros custodiados en la Capilla Real, las pertenencias de Isabel la Católica capturan especialmente la atención por su simbolismo y belleza. Varias piezas destacan por su significado histórico y su valor artístico, permitiéndonos vislumbrar el gusto y las posesiones de una de las reinas más influyentes de la historia.

La Corona de la Reina

Quizás la pieza más emblemática es la corona que se asocia a Isabel la Católica. Lejos de ser una fastuosa pieza cargada de piedras preciosas, sorprende por su notable sencillez, un rasgo que podría reflejar la austeridad personal de la reina o las modas de la época para coronas de uso más personal o simbólico que ceremonial grandilocuente. Mide aproximadamente 14 centímetros de diámetro, un tamaño discreto. Está elaborada en plata sobredorada y presenta un estilo gótico, característico de finales del siglo XV. Su diseño es elegante: un aro inferior liso sirve de base, del cual emerge una parte superior calada con una delicada ornamentación. Esta ornamentación se compone de tallos vegetales, hojas entrelazadas y, de forma significativa, representaciones de granadas, un elemento que cobró gran relevancia simbólica para los Reyes Católicos tras la conquista del Reino Nazarí de Granada en 1492.

El Cetro Real

Acompañando a la corona se encuentra el cetro de Isabel. Este bastón de mando, símbolo de autoridad real, mide alrededor de 1 metro de largo. Su diseño es más elaborado que el de la corona. Posee un remate superior de forma romboidal, que culmina en un cilindro central. Este remate y otras partes del cetro están adornados con hojas superpuestas, mostrando una factura detallada propia de la orfebrería de la época. El cetro, al igual que la corona, es una pieza fundamental dentro de la regalia real, utilizada en ceremonias y actos oficiales, y su presencia en la Capilla Real subraya el estatus y el poder de la monarca.

El Espejo de la Reina

Entre los objetos personales, el espejo de Isabel la Católica es una pieza que nos habla de la vida cotidiana, aunque con un toque de opulencia propio de la realeza. Con 72 centímetros de alto, no era un pequeño espejo de mano, sino una pieza de tamaño considerable, posiblemente de tocador. Se corresponde con un estilo renacentista, lo que indica que fue una adquisición posterior a las piezas de estilo gótico, o que coexistían diferentes gustos y talleres en la corte. Su presencia entre los bienes legados a la Capilla Real sugiere su valor sentimental o material para la reina.

El Cofre y el Relicario

Otras dos piezas de orfebrería de gran valor artístico y simbólico son el cofre y el relicario de la reina. El cofre es una muestra exquisita de la platería de la época. Está construido en plata sobredorada y trabajado con las técnicas de repujado y cincelado, que permiten crear relieves y texturas detalladas sobre la superficie metálica. El cofre está dividido por listeles (molduras estrechas) en seis espacios decorativos. Estos espacios albergan temas vegetales y animales que se integran armoniosamente con un relieve central de gran significado religioso: la Resurrección de Cristo. La combinación de elementos decorativos profanos (vegetales, animales) con un tema sacro es común en el arte de la época y confiere a la pieza una riqueza temática y visual.

El Relicario de Isabel, por su parte, estaba destinado a guardar una reliquia de suma importancia para la cristiandad: un fragmento del Lignum Crucis, la Vera Cruz. Esta pieza es de estilo gótico flamígero, una variante del gótico tardío caracterizada por sus formas sinuosas y ascendentes, que recuerdan a las llamas. Está sobredorado y mide 37 centímetros de alto. Su diseño está cargado de conceptos simbólicos, artísticos y religiosos, diseñados para honrar la sagrada reliquia que contenía. La devoción religiosa de Isabel la Católica es bien conocida, y este relicario es un testimonio palpable de su fe y del valor que otorgaba a los objetos relacionados con ella.

La Espada Ceremonial de Fernando de Aragón

La orfebrería no se limitaba a los objetos personales de la reina. El rey Fernando II de Aragón también poseía piezas de gran valor y factura, entre las que destaca su espada ceremonial. Esta espada no era un arma de combate, sino un símbolo de su poder y estatus militar y real, utilizada en desfiles, ceremonias y actos de corte. Es considerada una de las mejores obras de su tipo y época.

La espada mide 92 centímetros de largo y 4 centímetros de ancho en su hoja. Lo más destacable es la rica ornamentación de su empuñadura y pomo. El pomo, la parte final de la empuñadura, tiene forma esférica y está decorado con delicadas hojas y una flor central en la parte superior. La empuñadura propiamente dicha fue elaborada con chapa de oro, lo que subraya su carácter suntuoso y ceremonial. Se completa con medallones decorativos.

La forma del puño es particularmente interesante, compuesta por dos conos truncados unidos por su parte más ancha. De esta unión nacen dos patas, dispuestas en semicírculo, que culminan en cabezas de serpientes. Este detalle, la inclusión de cabezas de serpientes, añade un elemento simbólico o decorativo que puede tener diversas interpretaciones, desde referencias mitológicas hasta simbolismo heráldico o religioso, aunque en este contexto ceremonial es más probable que fuera un elemento decorativo de prestigio y ostentación.

Significado Histórico de la Orfebrería de los Reyes Católicos

La orfebrería y platería de los Reyes Católicos que se conserva en la Capilla Real de Granada es mucho más que un conjunto de objetos antiguos. Estas piezas son testigos materiales de un periodo crucial en la historia de España. Pertenecieron a los monarcas que unificaron las dos coronas más importantes de la península ibérica, sentaron las bases del estado moderno español y proyectaron su poder más allá de Europa con el descubrimiento de América en 1492.

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Aunque la familia real no reside actualmente en el palacio, se considera su residencia oficial . Se considera el palacio real más grande de Europa Occidental, con un total de 3418 habitaciones, de las cuales solo algunas están abiertas al público, como la popular armería y la farmacia real.

La conquista de Granada en ese mismo año, que puso fin a la Reconquista, fue otro hito fundamental de su reinado, y el hecho de que eligieran esta ciudad como su lugar de entierro y destino de parte de sus tesoros subraya la importancia simbólica de este logro. La llegada de Colón a América, que también ocurrió en 1492, abrió una nueva era de comercio y expansión, trayendo a Europa ingentes cantidades de metales preciosos, lo que a su vez impulsó la orfebrería y la platería en los siglos siguientes.

Las piezas que se conservan en la Capilla Real, como la corona, el cetro, el cofre o la espada, reflejan el arte y la técnica de la época. Muestran la transición entre el estilo gótico, aún predominante a finales del siglo XV, y las primeras influencias del Renacimiento, que empezaban a llegar de Italia. Su estudio permite comprender no solo la vida suntuosa de la corte, sino también la maestría de los artesanos que las crearon y el simbolismo que se les atribuía.

¿Por Qué Visitar la Capilla Real de Granada para Ver estas Piezas?

Visitar la Capilla Real de Granada ofrece una oportunidad única para conectar con la historia de España a través de objetos que pertenecieron a sus protagonistas. Ver de cerca la corona que Isabel la Católica pudo haber usado en algún acto, el cofre donde guardaba sus objetos personales o la espada que simbolizaba el poder de Fernando el Católico es una experiencia que va más allá de la simple contemplación artística.

Es un encuentro directo con el pasado, una forma de humanizar a estas figuras históricas y comprender mejor el contexto en el que vivieron y reinaron. La Capilla Real no solo alberga los sarcófagos de los monarcas, sino que su museo es un auténtico tesoro que custodia estas y otras pertenencias de gran valor histórico, artístico y sentimental. Es un lugar donde la historia se siente palpable.

La Capilla Real de Granada es, por tanto, una parada obligatoria para cualquier persona interesada en la historia de España, el arte de la orfebrería o simplemente fascinada por la figura de los Reyes Católicos. Permite apreciar la belleza de estas piezas, comprender su significado en el contexto de la época y reflexionar sobre el legado de un reinado que cambió el curso de la historia.

Preguntas Frecuentes sobre la Orfebrería de los Reyes Católicos en Granada

A continuación, respondemos algunas de las preguntas más comunes sobre las joyas y objetos de orfebrería de Isabel la Católica y Fernando de Aragón que se conservan en la Capilla Real:

¿Están todas las joyas de los Reyes Católicos expuestas en la Capilla Real?

No, la Capilla Real de Granada custodia una parte significativa de sus bienes personales, incluyendo piezas de orfebrería de gran valor. Sin embargo, el testamento de Fernando II contemplaba la posibilidad de vender algunas piezas para sufragar deudas, por lo que es probable que no todas sus pertenencias llegaran a Granada o se conserven hoy día. Las piezas más emblemáticas y valiosas legadas a la capilla son las que se exhiben.

¿Se pueden ver la corona, el cetro y la espada originales?

Sí, las piezas descritas en el artículo, como la corona y el cetro de Isabel la Católica, el cofre, el relicario y la espada de Fernando de Aragón, son las piezas originales que forman parte del legado testamentario de los monarcas y se exponen en el museo de la Capilla Real de Granada.

¿Cuál es el estilo artístico predominante de estas piezas?

Las piezas reflejan principalmente el arte de finales del siglo XV y principios del XVI. Predomina el estilo gótico tardío o flamígero en piezas como la corona o el relicario, aunque también se aprecian influencias incipientes del estilo renacentista, como en el caso del espejo de Isabel la Católica.

¿Por qué son tan importantes estas piezas de orfebrería?

Su importancia radica en varios aspectos: su valor histórico, al haber pertenecido a figuras clave de la historia; su valor artístico, como ejemplos de la orfebrería y platería de la época; y su valor simbólico, al representar el poder, la fe y el estatus de los Reyes Católicos. Además, son testigos materiales de un periodo de grandes transformaciones.

¿Qué materiales se utilizaron para crear estos objetos?

Los materiales principales son la plata y el oro, a menudo utilizados en técnicas como la plata sobredorada. Se emplearon técnicas de orfebrería como el repujado, el cincelado y el calado para dar forma y decorar las piezas.

¿La Capilla Real solo alberga la orfebrería?

No, la Capilla Real de Granada es un conjunto monumental que incluye la propia capilla funeraria con los sepulcros, la sacristía y el museo. El museo alberga no solo la orfebrería, sino también otras pertenencias de los Reyes Católicos como libros, vestimentas y objetos personales, además de obras de arte de su colección.

En conclusión, la orfebrería de los Reyes Católicos custodiada en la Capilla Real de Granada es un tesoro histórico y artístico que ofrece una ventana única a la vida y el legado de Isabel y Fernando. Visitar este lugar es una experiencia enriquecedora que permite apreciar la maestría artesanal de la época y conectar con un capítulo fundamental de la historia.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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