¿Qué joyas lleva la Macarena?

Las Mariquillas de la Macarena: Un Regalo Eterno

Valoración: 3.64 (3404 votos)

En el rico manto de la Virgen de la Esperanza Macarena, entre bordados de oro y sedas, un detalle capta la mirada y susurra una historia de devoción y tragedia: las singulares mariquillas verdes que adornan su pechera. Estas cinco pequeñas joyas no son solo un ornamento de incalculable valor material y sentimental, sino un símbolo poderoso de un vínculo inquebrantable forjado a principios del siglo XX entre la imagen sagrada y una de las figuras más luminosas y trágicas de la tauromaquia española.

El mundo de los toros, especialmente en las primeras décadas del siglo pasado, gozaba de un esplendor y una relevancia social difíciles de imaginar hoy día. Sus figuras eran ídolos de masas, comparables, o incluso superiores, a las estrellas deportivas de la actualidad. En este firmamento, brillaba con luz propia un joven predestinado a la gloria: José Gómez Ortega, conocido universalmente como “Joselito el Gallo”.

¿Quién le regalo las mariquillas a la Macarena?
No lo hemos comentado pero la gran devoción de Joselito era la Macarena, a la cual regaló las famosas mariquillas que luce en su pechera y que le había comprado en París, gran benefactor de la Hermandad, había pensado incluso comprarle unos varales de oro, pero no vivió para cumplir su sueño.
Índice de Contenido

Joselito el Gallo: Niño Prodigio y Figura Cumbre

La vida de Joselito parecía escrita para el ruedo desde su nacimiento en Gelves. Proveniente de una estirpe con profundas raíces taurinas –nieto, hijo y hermano de toreros–, llevaba el arte en la sangre. Su precocidad era asombrosa; con tan solo seis años ya lidiaba con reses y a los ocho toreó una becerra. Su debut profesional con becerras llegó con apenas doce años en Jerez de la Frontera, y dos años después, su número de becerradas ascendía a 36. Su ambición le llevó a negarse a torear novillos en Madrid y Sevilla, pidiendo enfrentarse directamente a toros, una audacia que cautivó al público.

La alternativa la tomó con solo 17 años en Sevilla, de manos de su propio hermano, Rafael Gómez el Gallo. Ese mismo año, 1912, la confirmó en Madrid. A partir de entonces, su carrera fue meteórica. Fue el primer torero en superar las cien corridas en una sola temporada, un hito que subraya su extraordinaria capacidad y demanda.

Su figura, junto a la de Juan Belmonte, definió la llamada Edad Dorada del Toreo. La rivalidad entre ambos no era solo un duelo en la arena, sino un motor que les impulsaba a superarse constantemente, elevando el arte a cotas insospechadas. Se cuenta que, en un año en que Belmonte viajó a América, Joselito tuvo una de sus peores temporadas, lo que evidencia cuán fundamental era esa competencia para su propia excelencia.

La devoción que despertaba Joselito era tal que sus seguidores en Sevilla llegaron a financiar la construcción de la plaza de toros la Monumental en el barrio de Nervión, con un aforo superior al de la Maestranza, como un coliseo dedicado a su ídolo. Trágicamente, la vida de esta plaza estuvo íntimamente ligada a la suya, decayendo tras su muerte.

El Regalo de la Devoción: Las Mariquillas

Más allá de los ruedos y la fama, Joselito el Gallo albergaba una profunda y sincera devoción por la Virgen de la Esperanza Macarena. Era un hermano benefactor de la Hermandad y sus gestos de fe eran conocidos. Fue en 1913, poco después de tomar la alternativa, durante un viaje a París, una ciudad que frecuentaba, donde adquirió un presente muy especial para la Virgen de sus amores.

¿Cuál es la cuota de hermano de la Macarena?
70 euros para los hermanos a partir de 18 años de edad. 60 euros para los hermanos a partir de 65 años de edad. 35 euros para los hermanos menores de 18 años de edad. Para familias numerosas de 4 miembros en adelante, 0 euros para los hijos a partir del tercero (hasta que cumplan la mayoría de edad)

Las crónicas de la época, e incluso las cartas que Joselito enviaba a su madre desde la capital francesa, recogen el momento. Entró en una joyería, probablemente una de prestigio en un gran bulevar, con la intención de comprar un regalo para una amiga. Allí, su mirada se posó en unas piezas singulares: unos broches femeninos, muy de moda entre la alta sociedad parisina de la época, con un diseño atrevido y juvenil, en pleno estilo art decó, una vanguardia artística que emergía en París paralelamente al cubismo o el fauvismo.

Adquirió cinco de estos broches. Contrariamente a la creencia popular, estas joyas no son esmeraldas. Se trata de cinco broches compuestos por pétalos de cristal de roca francés de color verde, engarzados en oro blanco y rematados por brillantes. Su nombre popular, "mariquillas", deriva de su forma que recuerda a la flor de la mariquita o verónica.

El torero entregó estas joyas a Juan Manuel Rodríguez Ojeda, figura clave en la Hermandad en aquel tiempo, probablemente en las vísperas de la imposición de la corona de oro a la Macarena en 1913. Originalmente, las mariquillas disponían de una lanceta para fijarse a la ropa. Sin embargo, en algún momento posterior, se les incorporaron unos muelles. Este añadido, aparentemente simple, tuvo un efecto extraordinario: el movimiento de la Virgen al ser llevada en procesión hace que las mariquillas tiemblen, creando la ilusión de que la imagen está respirando, un detalle que ha conmovido a generaciones de sevillanos y devotos.

Aunque inicialmente se barajó la posibilidad de que sustituyeran el tradicional puñal de dolor que luce la Virgen en el pecho, o que se alternaran, lo cierto es que desde aquel momento las mariquillas se integraron de manera fundamental en la iconografía de la Macarena. Su disposición más común es de tres en el lado izquierdo y dos en el derecho, aunque a lo largo del tiempo se han colocado de diversas maneras, incluso las cinco juntas sobre el corazón en ocasiones especiales como su traslado a la Catedral para la Coronación. La Virgen las luce siempre, excepto en Cuaresma, cuando se viste de hebrea, y a veces en noviembre, mes de luto.

La notoriedad de estas joyas es tal que la Hermandad posee otro juego más pequeño que a veces se coloca a la Virgen del Rosario, y se ha confeccionado un collar-cíngulo con tres flores similares. Se han convertido en las joyas quizás más reconocidas de la Semana Santa sevillana, replicadas incluso como recuerdos.

¿Quién es el escultor de la Virgen de la Macarena?
El escultor Pedro Roldán y su taller es uno de los más conocidos y prestigiosos de Sevilla. Los historiadores del siglo XIX afirman que tanto el Señor de la Sentencia como la Virgen de la Esperanza son obras salidas del taller de este escultor.

El Legado de un Vínculo Inmortal

El destino, trágico e inesperado, quiso que la vida de Joselito el Gallo se segara prematuramente. El 16 de mayo de 1920, a pesar de estar anunciado en Madrid, Joselito presionó para torear en Talavera de la Reina junto a su cuñado Ignacio Sánchez Mejías. El toro “Bailador”, un astado pequeño y cornicorto pero de embestida compleja, le encontró tras refugiarse en las tablas. Una cogida fatal en el muslo derecho, seguida de una cornada en el bajo vientre mientras estaba en el aire, acabó con su vida.

La noticia conmocionó a España entera. La reacción de Francisco Arjona “Guerrita”, otro ídolo del toreo, al enterarse de la muerte de Joselito fue lapidaria: “Se acabaron los Toros”. La ciudad de Sevilla se volcó en un duelo multitudinario para despedir a su ídolo. Es un hecho cargado de simbolismo que, el día de su muerte, la Virgen de la Esperanza Macarena se vistió de luto por primera vez en su historia, un gesto que subrayaba la profundidad del vínculo entre el torero y la imagen.

El cortejo fúnebre de Joselito partió de la Alameda y se dirigió a la iglesia de San Gil, sede entonces de la Hermandad de la Macarena, antes de continuar hacia el Cementerio de San Fernando. Allí reposa en un mausoleo impresionante, obra maestra del escultor valenciano Mariano Benlliure. Este monumento funerario, considerado uno de los mejores de la época contemporánea en España, representa un grupo de porteadores llevando el cuerpo inerte del torero, y delante, presidiendo la escena, una escultura de su gran devoción: la Virgen de la Macarena, un recordatorio eterno del amor que Joselito le profesaba.

La Hermandad de la Macarena ha mantenido viva la memoria de Joselito. Conserva en su museo la túnica de nazareno con la que acompañaba a la Virgen en Semana Santa. Y como testimonio perenne de esta singular relación, recientemente se erigió una escultura del torero, obra de Martín Nieto, justo frente a la Basílica, al lado de la imagen a la que tanto amó. Esta estatua no solo honra al torero, sino que inmortaliza la conexión entre Joselito el Gallo y la Macarena, y cómo la fama internacional del diestro contribuyó a proyectar la devoción por la Virgen más allá de los límites de su humilde barrio sevillano.

Preguntas Frecuentes sobre las Mariquillas y la Macarena

¿Qué son exactamente las mariquillas de la Macarena?

Son un conjunto de cinco broches antiguos, estilo art decó, compuestos por pétalos de cristal de roca francés de color verde, engarzados en oro blanco y rematados con brillantes. No son esmeraldas, aunque popularmente se asocian con esta gema por su color.

¿Quién inventó el bautismo de la Trinidad?
Mateo desarrolló la fórmula de bautizar en el nombre de Jesús en la de bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

¿Quién regaló las mariquillas a la Virgen de la Macarena y cuándo?

Fueron un regalo del célebre torero José Gómez Ortega, “Joselito el Gallo”, a la Virgen de la Esperanza Macarena. Las adquirió en París en el año 1913 y las entregó a la Hermandad.

¿Por qué son tan importantes las mariquillas para la Macarena?

Más allá de su valor material, son un símbolo de la profunda devoción de Joselito el Gallo, una figura clave en la historia de Sevilla y la tauromaquia. Su diseño con muelles crea la ilusión de que la Virgen "respira", lo que añade un profundo significado emocional para los devotos. Se han convertido en un elemento distintivo de la iconografía de la imagen.

¿Son las mariquillas las únicas joyas importantes de la Virgen?

La Virgen posee un amplio ajuar de joyas y mantos de gran valor. Sin embargo, las mariquillas son quizás las más conocidas y reconocidas por el público debido a su singular historia y su conexión con Joselito.

¿Quién fue el escultor de la imagen de la Virgen de la Esperanza Macarena?

La autoría exacta de la imagen de la Virgen sigue siendo un misterio histórico y objeto de debate entre los historiadores del arte. Tradicionalmente se ha atribuido al taller de Pedro Roldán en el siglo XVII. Algunas teorías apuntan a su hija, Luisa Roldán, conocida como La Roldana, una de las primeras escultoras españolas reconocidas, basándose en similitudes estilísticas con otras obras suyas. Otras hipótesis mencionan a artistas como Hita del Castillo o Juan de Mesa. No existe un consenso definitivo.

Así, las cinco mariquillas verdes sobre el pecho de la Virgen de la Esperanza Macarena son mucho más que un adorno. Son cristal engarzado con historia, un latido que recuerda la pasión de un torero legendario, la fe de un pueblo y un vínculo eterno entre el arte efímero del ruedo y la devoción imperecedera por una imagen.

Si quieres conocer otros artículos parecidos a Las Mariquillas de la Macarena: Un Regalo Eterno puedes visitar la categoría Orfebreria.

Avatar photo

Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

Subir