¿Quiénes son las dos figuras que aparecen en el Salero de Cellini?

Las Figuras del Salero de Cellini

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El Salero de Cellini, conocido también como la Saliera, no es un simple recipiente para la sal. Es una de las obras más célebres y extraordinarias de la orfebrería renacentista, creada por el polifacético y a menudo controvertido artista italiano Benvenuto Cellini. Esta pieza, hoy conservada en el Kunsthistorisches Museum de Viena, es un testimonio de la habilidad técnica, la imaginación artística y la personalidad única de su creador. Más allá de su función práctica, el Salero es una compleja composición alegórica, donde destacan dos figuras principales que representan fuerzas fundamentales de la naturaleza.

What are some fun facts about Benvenuto Cellini?
Benvenuto Cellini was more than the maker of the world's most expensive saltshaker, the Cellini salt cellar. A goldsmith, draftsman, author, musician, soldier, and one of the most important sculptors of Italian Mannerism, Cellini was also a ruffian who was jailed several times and confessed to three murders.

Cuando el Cardenal Ippolito d’Este encargó la obra, la idea temática ya incluía la representación de la tierra y el mar. Sin embargo, Cellini, según su propia y a menudo exagerada autobiografía, la Vita, se atribuyó gran parte del mérito por la concepción final del diseño. Desestimando las sugerencias de otros, Cellini afirmó: “Ustedes han hablado, yo haré”. Y lo que hizo fue crear una representación visualmente impactante de la interconexión entre estos dos elementos esenciales para la vida y, crucialmente, para la obtención de los elementos que contendría la pieza: sal (del mar) y pimienta (de la tierra).

Índice de Contenido

Las Deidades de la Tierra y el Mar

Las dos figuras centrales y más prominentes del Salero de Cellini son las representaciones de la Tierra y el Mar. Aunque Cellini en su relato inicial simplemente se refiere a ellas como las deidades de la tierra y el mar, con el tiempo han sido identificadas más específicamente como Tellus (o Terra), la diosa romana de la Tierra, y Neptuno, el dios romano del Mar.

La figura que personifica el Mar, Neptuno, aparece recostada y se asocia directamente con el recipiente destinado a contener la sal. Este recipiente tiene la forma de un pequeño barco, un símbolo evidente del mar y de cómo se obtiene la sal. La figura de Neptuno, con su porte poderoso y su conexión con el elemento acuático, domina un lado de la composición.

Frente a él, la figura que representa la Tierra, Tellus, también está recostada. A su lado se encuentra la estructura que serviría como depósito para la pimienta, representada como un pequeño templo o arco triunfal. Este edificio simboliza la arquitectura terrestre y la conexión de la diosa con los frutos de la tierra, entre ellos la pimienta.

La composición de estas dos figuras es crucial. Cellini las presenta con las piernas entrelazadas, una disposición deliberada que, según él mismo explicó, sugería las largas ramificaciones del mar que se adentran en los continentes. Este entrelazamiento no solo crea una unidad visual en la base de la obra, sino que también simboliza la interdependencia fundamental entre la tierra y el mar, dos reinos que, a pesar de sus diferencias, están intrínsecamente ligados y son fuente de recursos vitales.

Otras Figuras y Elementos Simbólicos

La riqueza simbólica del Salero no se limita a las dos deidades principales. La base de ébano sobre la que descansan las figuras principales está adornada con otras figuras más pequeñas. Estas representan, según Cellini, los Vientos y las Horas del Día. Estos elementos secundarios añaden capas de significado a la obra, aludiendo al paso del tiempo y a las fuerzas naturales que influyen tanto en la tierra como en el mar y, por extensión, en la vida humana y en el ciclo de la producción de alimentos como la sal y la pimienta.

La elección de representar los elementos no solo con figuras divinas sino también con símbolos asociados a ellos (el barco, el templo) refuerza el propósito funcional de la pieza, elevando un objeto cotidiano a la categoría de obra de arte sublime.

La Obra Maestra en Oro y Ébano

El Salero de Cellini es una obra de orfebrería excepcional, realizada principalmente en oro laminado. Las figuras principales y los elementos decorativos están esculpidos con un detalle asombroso, mostrando la maestría técnica de Cellini en el trabajo con metales preciosos. La base es de ébano, un material oscuro que contrasta ricamente con el brillo del oro, y cuenta con soportes de marfil que permitían que la pieza pudiera rodar sobre una superficie, una característica inusual y lujosa.

¿Por qué fue importante Benvenuto Cellini?
Cellini es reconocido como quizás el mejor orfebre del Renacimiento italiano . Su escultura, representada por su Perseo en bronce, también fue magnífica. Es también conocido por su animada y enérgica autobiografía, que transmite el espíritu del Renacimiento italiano a los lectores modernos.

Las dimensiones de la obra, aproximadamente 10 pulgadas (unos 26 cm) de altura y 13 pulgadas (unos 33 cm) de ancho, la convierten en una pieza de tamaño considerable para un salero, más cercana a una escultura de mesa que a un utensilio común. Su escala, materiales y ejecución la sitúan firmemente en la categoría de obra de arte suntuaria, diseñada para impresionar y deleitar en la corte real.

El Encargo Real y la Ambigüedad de la Fama

Aunque inicialmente fue encargado por el Cardenal d’Este, quien al parecer dudó en aceptar la pieza completa debido a su complejidad o quizás a su coste, el Salero encontró su comprador ideal en el Rey Francisco I de Francia. Cellini viajó con el cardenal para presentar el modelo de cera al rey, cuya reacción, según el relato de Cellini, fue de asombro y admiración sin límites. El rey, supuestamente exclamó que era “cien veces más divina de lo que jamás hubiera soñado” y ordenó que se ejecutara en oro sin dudarlo.

El propio Cellini relata con orgullo la aventura de transportar el oro recibido para la obra, defendiéndose de bandidos en el camino. Esta anécdota, como muchas en su autobiografía, subraya su autoimagen como un artista-héroe, valiente y genial.

Sin embargo, las motivaciones del rey Francisco I para encargar una pieza tan opulenta podrían ir más allá de la mera apreciación estética. Como sugieren algunos historiadores, el interés del rey podría haber estado relacionado con sus intereses políticos y económicos en la producción de sal y el comercio de especias como la pimienta. Una obra de arte que glorificara estos elementos esenciales podría servir como un símbolo de su poder y control sobre recursos clave.

Esta dualidad en la interpretación (arte por el arte vs. arte con propósito político/económico) es fascinante y no disminuye el valor artístico de la pieza. Simplemente nos recuerda que las obras de arte, especialmente las encargadas por mecenas poderosos, a menudo operan en múltiples niveles de significado.

El Salero de Cellini como Obra Manierista

El Salero de Cellini es considerado una obra maestra del Manierismo, el estilo artístico que siguió al Alto Renacimiento. Características manieristas presentes en la pieza incluyen la sofisticación, la elegancia, la complejidad compositiva, la estilización de las formas y una cierta tensión o *sprezzatura* (una estudiada indiferencia o gracia sin esfuerzo). Las figuras alargadas y dinámicas, la base elaborada con múltiples elementos y la fusión de lo práctico con lo alegórico son sellos distintivos de este estilo.

A través de esta obra, Cellini no solo demostró su inigualable habilidad como orfebre y escultor, sino también su capacidad para concebir y ejecutar complejas alegorías que resonaban con los gustos intelectuales y estéticos de las cortes renacentistas.

Preguntas Frecuentes sobre el Salero de Cellini

  • ¿Qué es el Salero de Cellini?Es una famosa pieza de orfebrería renacentista, un recipiente de lujo para sal y pimienta, creado por Benvenuto Cellini.
  • ¿Quiénes son las dos figuras principales que aparecen en él?Las dos figuras principales son las personificaciones de la Tierra y el Mar, identificadas comúnmente como la diosa romana Tellus (o Terra) y el dios romano Neptuno.
  • ¿Qué representan Tellus y Neptuno en el Salero?Representan los dos reinos de donde provienen la sal (del mar, asociada a Neptuno) y la pimienta (de la tierra, asociada a Tellus). Su entrelazamiento simboliza la conexión entre ambos elementos.
  • ¿De qué materiales está hecho el Salero de Cellini?Está hecho principalmente de oro laminado, con una base de ébano y soportes de marfil.
  • ¿Quién encargó originalmente el Salero?Fue encargado inicialmente por el Cardenal Ippolito d’Este, pero finalmente fue realizado para el Rey Francisco I de Francia.
  • ¿Dónde se encuentra actualmente el Salero de Cellini?Se conserva en el Kunsthistorisches Museum de Viena, Austria.
  • ¿Por qué es tan famoso el Salero de Cellini?Es famoso por su excepcional calidad artística, su compleja alegoría, los materiales preciosos utilizados, ser una de las pocas obras de orfebrería renacentista que se conservan de un artista tan renombrado como Cellini, y por la fascinante historia de su creación y sus propietarios.

El Salero de Cellini, con sus figuras de Neptuno y Tellus, sigue siendo una joya de la historia del arte, una pieza que encapsula la genialidad de Benvenuto Cellini, el esplendor de las cortes renacentistas y la perdurable conexión simbólica entre el hombre, la tierra y el mar.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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