¿Quién diseñó el escudo nacional argentino?

El Escudo Nacional: Símbolo Forjado en 1813

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El 12 de marzo de 1813 marca un hito fundamental en la construcción de la identidad nacional argentina. Fue en esta fecha cuando la Soberana Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata adoptó oficialmente el sello que se convertiría, con el tiempo, en nuestro Escudo Nacional. Este emblema, cargado de profundo simbolismo, nació de la necesidad de las nacientes provincias de contar con una representación propia, diferenciada de las armas reales españolas que aún se utilizaban en los documentos oficiales del Virreinato.

¿Qué significan las manos del escudo nacional?
Características del Escudo Nacional\n\n Las manos entrelazadas representan la unión fraternal de los hombres y de los pueblos. El asta o pica simboliza la autoridad, el mando, la dignidad y la soberanía.

Hasta ese momento, la iconografía oficial que validaba los actos de gobierno y los documentos públicos era la de la monarquía a la que se había depuesto. Era imperativo, en el camino hacia la independencia y la soberanía, reemplazar esos símbolos coloniales por otros que representaran la nueva realidad política y las aspiraciones de libertad y unidad de los pueblos del Río de la Plata. La Asamblea del Año XIII, convocada con el propósito de sentar las bases de un nuevo Estado, entendió la importancia de este paso simbólico.

Índice de Contenido

La Gesta de la Asamblea del Año XIII y el Nacimiento del Sello

La Asamblea General Constituyente y Soberana, conocida históricamente como la Asamblea del Año XIII, inició sus sesiones el 31 de enero de 1813. Sus objetivos eran ambiciosos: declarar la independencia, proclamar la soberanía y redactar una constitución. En el marco de estas tareas fundacionales, surgió la necesidad práctica de autenticar sus resoluciones y documentos con un sello propio, que manifestara visualmente la autoridad y soberanía de este nuevo cuerpo legislativo.

La tarea de crear este sello fue encomendada al diputado por San Luis, Agustín Donado. Consciente de la importancia del encargo y de la necesidad de un trabajo de precisión para la creación del cuño, Donado confió la labor a un experto en el manejo de metales y el grabado: el orfebre peruano radicado en Buenos Aires, Juan de Dios Rivera Túpac Amaru. La elección de un orfebre para esta tarea subraya la naturaleza artesanal y técnica que implicaba la creación de sellos oficiales en aquella época, un oficio que combinaba el arte del diseño con la maestría en la manipulación de metales para grabar la imagen en relieve.

Juan de Dios Rivera, como orfebre, tuvo la responsabilidad de traducir el diseño conceptual en un objeto tangible: la matriz o cuño que permitiría estampar el sello en lacre o tinta sobre los documentos. Este proceso requería habilidad para el grabado fino, asegurando que cada detalle del diseño fuera preciso y legible al ser reproducido. El sello creado por Rivera fue utilizado por la Asamblea durante el mes de febrero de 1813 para autenticar sus actos, demostrando de inmediato su utilidad y valor como símbolo de la nueva autoridad.

Adopción Oficial: El 12 de Marzo de 1813

Aunque el sello ya estaba en uso, su reconocimiento oficial como emblema de las Provincias Unidas llegó el 12 de marzo de 1813 mediante un decreto de la Asamblea. Este decreto no solo validaba el diseño creado a instancias de Donado y ejecutado por Rivera, sino que también ordenaba al Poder Ejecutivo que utilizara el mismo diseño en su propio cuño, diferenciándose únicamente en la inscripción circular que lo rodeaba, donde figuraría el nombre de Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Este acto legislativo del 12 de marzo de 1813 elevó el diseño de un simple sello de autenticación a la categoría de símbolo oficial del naciente Estado. Aunque la palabra "escudo" no se utilizó formalmente en ese momento, la imagen adoptada por la Asamblea es, sin lugar a dudas, el antecedente directo y la base de nuestro actual Escudo Nacional. La fecha quedó grabada en la historia como el Día del Escudo Nacional Argentino, conmemorando el momento de su adopción oficial por el cuerpo soberano que representaba la voluntad de los pueblos.

La forma definitiva y la oficialización del diseño como Escudo Nacional Argentino, tal como lo conocemos hoy, se consolidó mucho más tarde, en 1944. Mediante el Decreto Nacional Nº 10.302/944, firmado durante el gobierno de facto de Edelmiro Julián Farrell, se estableció una uniformidad en su representación y se reafirmó su carácter de emblema patrio, basándose fielmente en el sello de la Asamblea del Año XIII.

Decodificando el Simbolismo: Cada Elemento Cuenta una Historia

El diseño del Escudo Nacional Argentino es una rica composición de elementos, cada uno portador de un significado profundo que refleja los ideales y las circunstancias del momento histórico de su creación.

  • La Forma Ovalada: Simboliza un marco, un límite que contiene y protege los elementos internos.
  • Los Campos Celeste y Blanco: Estos colores, tomados de la escarapela nacional creada por Manuel Belgrano en 1812, representan la justicia, la lealtad, la fraternidad y la verdad (azul), así como la fe, la pureza y la integridad (blanco).
  • Las Manos Estrechadas: Ubicadas en la parte inferior, dos manos diestras se juntan en un apretón. Este es uno de los símbolos más potentes del escudo, representando la unión y la hermandad entre las provincias que conformaban las Provincias Unidas del Río de la Plata, unidas en un propósito común.
  • La Pica y el Gorro Frigio: Sobre las manos unidas se eleva una pica, una lanza corta que simboliza la disposición a defender la libertad y la patria con las armas si fuera necesario. Coronando la pica se encuentra un gorro frigio de color rojo, un antiguo símbolo de libertad adoptado durante la Revolución Francesa. Juntos, la pica y el gorro frigio representan la defensa de la libertad republicana.
  • El Sol Naciente: En la parte superior del óvalo, un sol naciente, con 32 rayos alternados rectos y flamígeros (conocido como Sol de Mayo), ilumina la escena. Este sol simboliza el nacimiento de una nueva nación, el surgimiento de un nuevo Estado bajo la luz de la libertad y la independencia.
  • Las Ramas de Laurel: Rodeando el óvalo, dos ramas de laurel se entrelazan en la base. El laurel, desde la antigüedad clásica, es un símbolo de victoria y triunfo. Su presencia en el escudo conmemora las victorias obtenidas en la lucha por la independencia y simboliza los logros alcanzados por la nueva nación.
  • La Cinta con los Colores Nacionales: En la base, atando las ramas de laurel, una cinta con los colores celeste y blanco (y a menudo una franja central blanca) reafirma la identidad nacional y la conexión del escudo con los otros símbolos patrios, como la bandera y la escarapela.

Aquí presentamos un resumen del significado de los elementos:

ElementoUbicaciónSignificado
Forma OvaladaContornoMarco, contención
Campos Celeste y BlancoInteriorColores patrios, justicia, lealtad, fraternidad, verdad, fe, pureza, integridad
Manos EstrechadasParte inferiorUnión de las provincias, hermandad
PicaCentro, verticalDefensa de la libertad
Gorro FrigioSobre la picaLibertad, republicanismo
Sol Naciente (Sol de Mayo)Parte superiorNacimiento de una nueva nación
Ramas de LaurelAlrededor del óvaloVictoria, triunfo
Cinta Celeste y BlancaBaseIdentidad nacional, unión con otros símbolos

El Escudo Hoy: Emblema de Identidad y Soberanía

Más de dos siglos después de su adopción por la Asamblea del Año XIII, el Escudo Nacional Argentino sigue siendo un pilar fundamental de nuestra identidad como país. No es solo un dibujo; es la representación gráfica de nuestra historia, de la lucha por la independencia, de los valores de libertad y unión que guiaron a nuestros próceres. Es un recordatorio constante de los sacrificios realizados para forjar la nación.

Su presencia es ubicua en el ámbito oficial: encabeza documentos públicos, decora edificios gubernamentales, está grabado en monedas y billetes, y representa a la Argentina en embajadas y consulados alrededor del mundo. Cada vez que vemos el escudo, contemplamos un legado que se remonta a 1813, a la valentía de una generación que se atrevió a soñar con un futuro propio y a un orfebre que ayudó a materializar ese sueño en un símbolo perdurable.

El escudo nos habla de justicia, verdad, lealtad, fraternidad, pureza, fe, hidalguía, integridad y firmeza. Son los principios que se buscaban cimentar en la nueva república y que aún hoy resuenan en la construcción de la Argentina contemporánea. Conmemorar el 12 de marzo no es solo recordar un hecho histórico; es reafirmar el compromiso con los ideales que dieron origen a este poderoso emblema.

Preguntas Frecuentes sobre el Escudo Nacional

A continuación, respondemos algunas de las preguntas más comunes sobre nuestro Escudo Nacional:

¿Qué pasó exactamente el 12 de marzo de 1813 en Argentina?

El 12 de marzo de 1813, la Soberana Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata adoptó oficialmente el sello que utilizaba para autenticar sus documentos. Este sello es el antecedente directo y la base de lo que hoy conocemos como el Escudo Nacional Argentino. Fue un paso clave en la afirmación de la soberanía nacional, reemplazando los símbolos coloniales españoles por uno propio.

¿Quién creó el diseño del Escudo Nacional de 1813?

El origen exacto del diseño del sello de 1813 no está documentado con certeza en cuanto a su autoría intelectual. Algunas versiones lo atribuyen a Antonio Isidro de Castro o a Bernardo de Monteagudo. Sin embargo, la creación del *primer grabado* o cuño físico, es decir, la materialización del diseño, fue encargada por el diputado Agustín Donado al orfebre peruano Juan de Dios Rivera Túpac Amaru.

¿Qué significan las manos estrechadas en el Escudo Nacional?

Las dos manos diestras que se estrechan en la parte inferior del escudo simbolizan la unión y la hermandad entre las provincias que conformaban las Provincias Unidas del Río de la Plata. Representan la voluntad de estos pueblos de unirse en un proyecto común para construir una nación libre y soberana.

¿Cuál es el significado de las partes del Escudo Nacional Argentino?

Cada elemento del escudo tiene un significado específico: los campos celeste y blanco representan los colores patrios y valores como la justicia y la pureza; las manos simbolizan la unión de las provincias; la pica y el gorro frigio representan la defensa de la libertad republicana; el Sol de Mayo simboliza el nacimiento de la nueva nación; las ramas de laurel conmemoran las victorias; y la cinta con los colores patrios reafirma la identidad nacional.

¿Cuándo se oficializó el diseño actual del Escudo Nacional?

Aunque el diseño básico fue adoptado el 12 de marzo de 1813, su forma definitiva y su oficialización como Escudo Nacional Argentino, con especificaciones precisas sobre su representación, se estableció mediante el Decreto Nacional Nº 10.302/944, emitido en 1944.

¿Por qué se necesitaba un nuevo escudo en 1813?

Antes de 1813, los documentos oficiales en el territorio utilizaban las armas reales españolas, símbolos del Virreinato y la monarquía. Con la Revolución de Mayo y el inicio del proceso independentista, se hizo indispensable contar con símbolos propios que representaran la soberanía y la nueva identidad de las Provincias Unidas, diferenciándose claramente del antiguo poder colonial.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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