El Principado de Asturias guarda entre sus tesoros más preciados un símbolo que trasciende lo material para encarnar la historia, la fe y la identidad de un pueblo: la Cruz de la Victoria. Custodiada en la milenaria Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, esta joya de la orfebrería prerrománica asturiana es mucho más que una pieza de arte; es un emblema nacional que ondea en su bandera y escudo, y cuyo origen se debate entre la épica leyenda de Don Pelayo y la realidad histórica documentada. Adentrémonos en el fascinante universo de esta cruz, descubriendo dónde se encuentra, qué secretos guarda su diseño y por qué sigue siendo un referente fundamental para Asturias y para España.

Desde la Edad Media, la Cruz de la Victoria ha sido un faro de significado, vinculada a la lucha por la supervivencia, la fe y la cohesión de un reino que sentó las bases de la España actual. Su historia es un relato de esplendor artístico, profundas creencias y supervivencia a través de convulsiones y desafíos.
- La Joya de Oviedo: Ubicación y Descripción
- Entre la Leyenda y la Historia: El Origen de la Cruz
- Un Símbolo con Profundo Significado
- Vicisitudes y Restauraciones: La Cruz a Través del Tiempo
- La Cruz en la Actualidad: Emblema de Asturias
- Preguntas Frecuentes sobre la Cruz de la Victoria
- Inscripciones que Narran su Historia
La Joya de Oviedo: Ubicación y Descripción
La Cruz de la Victoria se halla celosamente guardada en la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador de Oviedo. Este espacio histórico, también conocido como Capilla de San Miguel, es un tesoro arquitectónico y relicario que alberga algunas de las piezas más importantes del arte prerrománico y las reliquias más veneradas del antiguo Reino de Asturias, como la Cruz de los Ángeles y el Arca Santa.
Físicamente, la cruz es una imponente cruz latina, elaborada sobre una estructura interna de madera de roble. Esta alma de madera está completamente recubierta por una lámina de oro, profusamente decorada con incrustaciones de gemas preciosas y esmaltes de colores vibrantes. El diseño parte de un medallón central y se extiende a lo largo de los brazos, que se ensanchan ligeramente hacia los extremos. Estos rematan en tres medios círculos, a excepción del brazo inferior que termina en dos, adaptándose a la base que permitía su soporte vertical en procesiones o actos solemnes.
Las dimensiones de la Cruz de la Victoria son notables: mide 920 milímetros de alto por 720 milímetros de ancho. El medallón central, punto de unión de los brazos, tiene un diámetro de 140 milímetros. Los brazos laterales miden 230 mm cada uno, el superior 350 mm y el inferior 430 mm. El grosor de la mayor parte de la cruz es de unos 25 milímetros, aunque el medallón central es más grueso, alcanzando los 40 milímetros. Su peso total registrado es de 4.967 gramos, testimonio de la riqueza de los materiales empleados.
La decoración es rica y variada, mostrando la maestría de los orfebres asturianos de la época. Las gemas, algunas talladas y otras en forma de cabujón (pulidas pero sin tallar facetas), se distribuyen por toda la superficie dorada, captando la luz y añadiendo suntuosidad. Los esmaltes, aplicados con gran habilidad, añaden toques de color que contrastan con el brillo del oro. En el reverso, aunque más liso y con menos labor decorativa, también hay gemas incrustadas en los extremos y en los bordes. Los clavos que sujetan el revestimiento de oro a la madera están ingeniosamente disimulados con pequeñas formas soldadas, como florecillas, esferitas y figuras amigdaloides, demostrando la atención al detalle.
El estilo de la orfebrería de la Cruz de la Victoria presenta ciertas semejanzas con el arte carolingio del siglo IX, lo que la sitúa firmemente en el contexto artístico de su época de creación, a principios del siglo X, un periodo de florecimiento cultural en el Reino de Asturias.
Entre la Leyenda y la Historia: El Origen de la Cruz
Uno de los aspectos más fascinantes de la Cruz de la Victoria es la dualidad entre la tradición popular y la investigación histórica. La leyenda, muy arraigada en la cultura asturiana y española, sostiene que la cruz de madera que se encuentra en el interior de la cruz de oro fue la misma que el rey Don Pelayo enarboló en la crucial Batalla de Covadonga en el año 722. Según este relato épico, esta humilde cruz de madera fue un símbolo de cohesión para los astures y un presagio de la victoria que marcó el inicio de la Reconquista frente a las tropas musulmanas. Se dice que esta cruz pasó de rey en rey como símbolo de unión del reino y legitimidad de sus monarcas hasta que Alfonso III decidió recubrirla de oro y piedras preciosas para protegerla del deterioro y donarla a la iglesia de Oviedo, asegurando así su pervivencia y custodia.
Sin embargo, las investigaciones históricas y arqueológicas más recientes, incluyendo pruebas científicas como el análisis de carbono-14 realizado a la madera interior, han desmentido esta conexión directa con Don Pelayo. Los resultados de estas pruebas indican que el árbol del que procede la madera fue talado durante el reinado de Alfonso III el Magno, es decir, a principios del siglo X, casi dos siglos después de la Batalla de Covadonga. Específicamente, las inscripciones en la cruz fechan su finalización en el año 908.
Según la misma inscripción grabada en el reverso, la pieza fue realizada en el castillo de Gauzón, emplazado en el Peñón de Raíces, cerca de la ría de Avilés. Este castillo contaba con un taller de orfebrería real de gran importancia en la corte asturiana, y había sido donado por Alfonso III a la iglesia de San Salvador de Oviedo en el año 905, junto con otras iglesias, lo que refuerza el vínculo de la cruz con este monarca y la institución eclesiástica ovetense.
La leyenda de la cruz de Pelayo parece haber tenido un surgimiento posterior a la creación de la pieza de orfebrería, probablemente a partir del siglo XII. En ese momento, el Arzobispado de Oviedo buscaba consolidar su prestigio e importancia dentro de la Península Ibérica, y vincular una de sus principales reliquias a la figura fundacional de Don Pelayo y la épica de Covadonga era una forma poderosa de legitimar su estatus, atraer peregrinos y reforzar su papel central en la narrativa de la Reconquista.
Por tanto, aunque la leyenda conecta la cruz con el inicio del Reino de Asturias bajo Pelayo, la pieza de orfebrería que conocemos hoy es una creación magnífica del reinado de Alfonso III, destinada a ser un símbolo de poder, fe y continuidad dinástica, quizás incorporando una madera ya considerada sagrada por algún otro motivo, o simplemente utilizando una madera de la época como base para una obra de arte de gran valor simbólico y político.

Un Símbolo con Profundo Significado
La Cruz de la Victoria es, ante todo, el símbolo por excelencia del Principado de Asturias. Su imagen preside la bandera y el escudo autonómico, siendo reconocida instantáneamente como el emblema de esta comunidad histórica. Pero su significado va mucho más allá de la identidad territorial y se adentra en la esfera de lo espiritual y lo nacional.
Tal como expresó el Rey Juan Carlos a su hijo, el entonces Príncipe Felipe, en 1977, en el Real Sitio de Covadonga, esta cruz "significa la solidaridad de todos los españoles y su voluntad de sobrevivir como nación". A lo largo de la Edad Media, la cruz se asoció fuertemente a la lucha contra el Islam y a la legitimidad de la Corona Asturiana y, posteriormente, la Castellana y Española. Ha mantenido hasta la actualidad una poderosa simbología tanto política como religiosa, representando la resistencia y la fe.
El nombre de Cruz de la Victoria proviene directamente de una de las inscripciones latinas que se encuentran grabadas en su reverso, escrita en el brazo inferior. Esta inscripción reza: "HOC SIGNO TVETVR PIVS HOC SIGNO VINCITVR INIMICVS". Traducido al castellano, significa "Con este signo es protegido el piadoso. Con este signo es vencido el enemigo". Esta frase, que también aparecía en las primeras versiones de la bandera asturiana moderna, subraya su significado como amuleto de protección para los creyentes y como estandarte bajo el cual se alcanzan las victorias, tanto en el plano militar como en el espiritual.
Otro elemento de gran significado presente en la cruz son las letras griegas que cuelgan de sus brazos: la Alfa (Α) mayúscula y la Omega (ω) minúscula. Estas son la primera y la última letra del alfabeto griego, y su uso en un contexto religioso simboliza a Dios como el principio y el fin de todas las cosas, la totalidad, la eternidad y la infinita extensión divina. La presencia de estas letras refuerza el carácter sagrado y trascendental de la cruz como símbolo de la fe cristiana y del poder omnipotente.
Vicisitudes y Restauraciones: La Cruz a Través del Tiempo
La larga historia de la Cruz de la Victoria, desde su creación en el siglo X, no ha estado exenta de desafíos y peligros. Como pieza de gran valor material y simbólico, ha sido objeto de atención y, lamentablemente, también de agresiones a lo largo de los siglos.
Existen testimonios de época moderna que sugieren que, en el pasado, la cruz pudo haber tenido un carácter ceremonial activo más allá de su custodia en la Cámara Santa. Se cree que pudo servir como guion o estandarte en procesiones solemnes o incluso ser sacada de la Cámara Santa en tiempos de guerra para ser depositada en el altar mayor de la catedral, invocando así la paz y la victoria frente a los enemigos, lo que subraya su papel como símbolo protector.
Uno de los episodios más dramáticos que afectó a la cruz ocurrió en 1934, durante la Revolución de Asturias. La Cámara Santa de la Catedral de Oviedo fue impactada por un proyectil de artillería disparado por los revolucionarios contra tropas que la utilizaban de parapeto, sufriendo graves daños estructurales. Aunque la Cruz de la Victoria resultó relativamente menos afectada que otras reliquias como el Arca Santa o la Caja de las Ágatas, también sufrió desperfectos. Fue sometida a una restauración en 1942 como parte de la reconstrucción de la Cámara Santa, aunque algunos historiadores han criticado la metodología empleada en esa época, señalando que no siempre se respetaron los principios de conservación que permitieran distinguir claramente las partes originales de los añadidos o reparaciones.
Décadas más tarde, en 1977, la catedral de Oviedo fue escenario de un robo sacrílego que conmocionó a la opinión pública. La Cruz de la Victoria, junto con otras piezas de incalculable valor, fue sustraída de la Cámara Santa. Aunque afortunadamente fue recuperada posteriormente, sufrió graves desperfectos a causa de la violencia ejercida por los ladrones. Este suceso hizo necesaria una nueva y más cuidadosa restauración. Una comisión específica, presidida por el cabildo catedralicio, se encargó de esta tarea, que se llevó a cabo en el taller de Pedro Álvarez. La cruz restaurada fue devuelta a la Cámara Santa en 1982, donde permanece custodiada hoy en día, testimonio de su capacidad para sobrevivir a pesar de las adversidades.
Estos incidentes y posteriores restauraciones dan testimonio de la resiliencia de la Cruz de la Victoria, que ha sobrevivido a pesar de los avatares históricos, manteniendo su presencia como símbolo intemporal de Asturias.
La Cruz en la Actualidad: Emblema de Asturias
La Cruz de la Victoria se consolidó definitivamente como el emblema heráldico del Principado de Asturias, un proceso en el que tuvo cierta influencia la figura del ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos. El escudo actual del Principado de Asturias, aprobado por ley de 27 de abril de 1984, se basa directamente en el diseño que ya utilizaba la Diputación Provincial de Oviedo desde el año 1857, donde la imagen de la cruz figuraba prominentemente como símbolo de la provincia.
Su representación estilizada adorna la bandera de Asturias, un paño de color azul cobalto en cuyo centro se sitúa la Cruz de la Victoria de color amarillo o dorado, de cuyos brazos cuelgan las letras griegas Alfa y Omega. Esta bandera, aunque su diseño moderno se remonta a principios del siglo XIX (con un precedente en la rebelión contra la invasión napoleónica en 1808, cuando se crearon las primeras enseñas para el ejército asturiano), adoptó la Cruz de la Victoria como su elemento central, conectando así el símbolo histórico milenario con la identidad regional contemporánea y la historia de la resistencia.

La importancia cultural y simbólica de la cruz se refleja también en actos institucionales y en la presencia de réplicas en lugares emblemáticos. Una réplica de la Cruz de la Victoria cuelga de manera permanente del arco central del puente romano de Cangas de Onís, un lugar de gran valor histórico y sentimental asociado al inicio de la Reconquista y al reino de Pelayo. Además, miembros de la Familia Real Española, al ostentar el título de Príncipes/Princesas de Asturias y herederos de la Corona, han tenido un vínculo simbólico con la cruz, como ocurrió con el Príncipe Felipe en su investidura de 1977 en Covadonga (donde lució una réplica) y más recientemente con la Princesa Leonor, quien recibió una insignia de la cruz y visitó la Cámara Santa en 2019, continuando así la tradición y el simbolismo asociado a este emblema.
Así, la Cruz de la Victoria no es solo una pieza de orfebrería histórica de incalculable valor artístico, sino un símbolo vivo que representa la identidad asturiana, la historia de la Reconquista, la fe cristiana y la unidad nacional, sobreviviendo a los siglos y a los conflictos para seguir siendo un referente cultural, histórico y espiritual fundamental para Asturias y para España.
Preguntas Frecuentes sobre la Cruz de la Victoria
Para aclarar algunas dudas comunes sobre esta emblemática pieza, respondemos a las preguntas más frecuentes:
¿Dónde se guarda exactamente la Cruz de la Victoria?
Se encuentra custodiada celosamente en la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador de Oviedo, en Asturias, España, junto a otras importantes reliquias y obras de arte.
¿Quién encargó o donó la Cruz de la Victoria?
Fue donada a la iglesia de San Salvador de Oviedo por el rey Alfonso III el Magno y su esposa la reina Jimena en el año 908, según consta en la inscripción que la propia cruz lleva grabada en su reverso. Fue fabricada en el castillo de Gauzón.
¿Es verdad que la cruz perteneció a Don Pelayo y la llevó en la Batalla de Covadonga?
Existe una leyenda popular muy extendida que afirma que la madera interior de la cruz de orfebrería es la cruz de madera que Pelayo llevó en Covadonga. Sin embargo, las pruebas científicas (carbono-14) realizadas a la madera demuestran que esta procede de un árbol talado en la época de Alfonso III (siglo X), desmintiendo la conexión histórica directa con Don Pelayo y el año 722. La cruz de orfebrería es una creación del siglo X.
¿Qué significan las letras 'A' y 'W' que cuelgan de la cruz?
Son las letras griegas Alfa (Α) mayúscula y Omega (ω) minúscula, que son la primera y la última del alfabeto griego. Simbolizan a Dios como el principio y el fin de todas las cosas, representando su totalidad, eternidad y omnipotencia en un contexto cristiano.
¿Por qué se le llama "Cruz de la Victoria"?
Su nombre proviene directamente de la inscripción latina en su reverso: "HOC SIGNO TVETVR PIVS HOC SIGNO VINCITVR INIMICVS", que significa "Con este signo es protegido el piadoso. Con este signo es vencido el enemigo", asociándola a la victoria militar y espiritual.
¿La cruz ha sufrido daños a lo largo de la historia y ha sido restaurada?
Sí, lamentablemente ha sufrido daños significativos en dos ocasiones. En 1934, durante la Revolución de Asturias, resultó dañada por el impacto en la Cámara Santa. En 1977, sufrió graves desperfectos a causa de un robo. En ambos casos, fue sometida a procesos de restauración para su recuperación y conservación.
Inscripciones que Narran su Historia
El reverso de la Cruz de la Victoria es especialmente valioso por las inscripciones latinas soldadas en letras de oro sobre la lámina. Estas leyendas no solo datan la cruz y nombran a sus donantes y lugar de fabricación, sino que también le otorgan su nombre y significado principal. Las inscripciones se distribuyen a lo largo de los brazos:
- Brazo superior: "SVSCEPTVM PLACIDE MANEAT HOC IN HONORE DI QVOD OFFERVNT / FAMVLI XPI ADEFONSVS PRINCES ET SCEMENE REGINA" (Recibido complacientemente, permanezca esto en honor de Dios, que ofrecen los servidores de Cristo Alfonso príncipe y Jimena reina).
- Brazo derecho (mirando la cruz): "QVISQVIS AVFERRE HOC DONARIA NOSTRA PRESVMSERIT FVLMINE DIVINO INTEREAT IPSE" (Quienquiera que pretendiera arrebatar este don nuestro, así perezca por el rayo divino).
- Brazo izquierdo (mirando la cruz): "HOC OPVS PERFECTVM ET CONCESSVM EST SANTO SALVATORI OVETENSE SEDIS" (Esta obra se terminó y concedió a la sede ovetense de San Salvador).
- Brazo inferior: "HOC SIGNO TVETVR PIVS HOC SIGNO VINCITVR INIMICVS / ET OPERATVM ES IN CASTELLO GAVZON AGNO REGNI NSI XLII DISCVRRENTE ERA DCCCCXLVIA" (Por este signo es protegido el piadoso. Por este signo es vencido el enemigo. Y se fabricó en el castillo de Gauzón el año 42 de nuestro reinado, transcurriendo la Era 946 -año 908-).
Estas inscripciones son un testimonio directo de la voluntad de Alfonso III y Jimena al donar la cruz, la fecha y lugar de su creación, y la bendición y advertencia asociadas a ella, confirmando su estatus como una ofrenda sagrada y protegida.
En conclusión, la Cruz de la Victoria es un testimonio invaluable de la orfebrería asturiana de principios del siglo X y un símbolo cargado de historia y significado. Más allá de la leyenda que la une a Don Pelayo, su realidad como donación de Alfonso III y su supervivencia a través de los siglos la convierten en una pieza única en el patrimonio español. Custodiada en Oviedo, sigue representando la identidad de Asturias, la resistencia histórica y la fe, uniendo pasado y presente bajo su imponente figura dorada y su profundo simbolismo.
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