La Trapelacucha: Joya y Simbolo Mapuche

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La cultura mapuche, rica en tradiciones y simbolismo, se manifiesta de diversas formas, siendo una de las más destacadas su ancestral habilidad en la metalistería, particularmente en la creación de joyas. Estas piezas, más allá de su valor estético, son portadoras de historia, identidad y cosmovisión. Entre ellas, la Trapelacucha se alza como una de las más reconocidas y emblemáticas joyas pectorales de la mujer mapuche, un verdadero tesoro cultural.

¿Qué es la Unión Araucana?
La Unión Araucana es una de las organizaciones mapuches más antiguas de Chile.

La Trapelacucha es una joya pectoral fundamental en el ajuar de la mujer mapuche. No es simplemente un adorno, sino un símbolo de estatus, conexión con la tierra y el linaje. Su estructura compleja y su cuidada elaboración reflejan un profundo conocimiento de las técnicas de metalistería y un rico universo simbólico. A grandes rasgos, esta pieza se caracteriza por ser una estructura modular, compuesta por diversas placas, eslabones y colgantes, ensamblados de manera articulada para crear un efecto visual dinámico y sonoro al movimiento.

La estructura de una Trapelacucha típica, según la descripción proporcionada, puede consistir en un conjunto de 8 placas principales, conectadas entre sí y con colgantes mediante 21 eslabones. Además, incorpora elementos denominados pün pün y pillan, que en este caso particular parecen referirse a tipos específicos de colgantes o remates, totalizando 4 pün pün y 3 pillan en la estructura general.

Analizando la composición de esta joya desde la parte superior hacia abajo, encontramos la primera placa. Esta tiene una figura campaniforme, similar a una campana invertida. En su zona superior, presenta un orificio circular diseñado específicamente para permitir su sujeción a otras prendas pectorales o elementos del vestuario de la mujer mapuche, asegurando que la Trapelacucha se posicione adecuadamente sobre el pecho. En la base de esta placa inicial, se observan dos perforaciones de forma rectangular, con la particularidad de que sus lados superiores presentan una suave curva orientada hacia el interior de la figura. Estas perforaciones son cruciales, ya que permiten la unión de esta placa superior al resto de la estructura modular por medio de eslabones.

Siguiendo hacia abajo, encontramos el cuerpo central de la Trapelacucha, compuesto por seis placas intermedias. Estas placas tienen una forma cuadrada y, en el ejemplo descrito, presentan dimensiones similares entre sí, lo que contribuye a la uniformidad y armonía visual del diseño modular. Al igual que la placa superior, cada una de estas seis placas cuadradas está diseñada con dos perforaciones, ubicadas tanto en su lado superior como inferior. Estas perforaciones comparten las características mencionadas anteriormente (rectangulares con lados superiores curvos) y son atravesadas por los mismos tipos de eslabones que conectan la estructura. La repetición de esta forma y sistema de conexión permite que la joya tenga cierta flexibilidad y movimiento. Adicionalmente, estas placas intermedias no carecen de decoración; presentan un par de decoraciones cinceladas. Estas marcas artísticas se sitúan a la altura del centro de cada placa, alineadas cuidadosamente con los eslabones que las unen, añadiendo un detalle ornamental que rompe la simplicidad de la forma cuadrada.

La placa inferior es, sin duda, una de las partes más distintivas y elaboradas de la Trapelacucha. Esta placa tiene un diseño cruciforme, es decir, con forma de cruz. Los brazos laterales de esta cruz terminan en dos terminaciones circulares en cada extremo, y entre estas terminaciones, emerge una punta. El brazo superior de la cruz tiene una forma acampanada, recordando la placa superior, lo que crea una interesante simetría o eco visual en el diseño general de la joya. El brazo inferior, por su parte, también es acampanado, pero se distingue por presentar tres protuberancias en su base, distribuidas en los extremos y en el centro. Esta placa inferior cruciforme es un lienzo para una rica decoración incisa y cincelada.

En el borde de la cruz, se aprecia una decoración incisa cincelada que consiste en dos líneas continuas. Estas líneas tienen un inicio muy particular: cada una surge en el brazo superior desde un espiral. Desde ahí, las líneas recorren el contorno, rodeando los brazos laterales de la cruz y finalmente terminando en las protuberancias externas ubicadas en la base del brazo inferior. Esta decoración lineal y espiralada añade fluidez y complejidad al diseño rígido de la cruz. Pero la decoración no termina ahí. También se observa una segunda decoración en los brazos laterales, situada entre las líneas continuas ya descritas y el contorno exterior de la cruz. Esta segunda decoración consiste en una línea continua que comienza con un espiral desde una de las terminaciones circulares del brazo lateral. Luego, esta línea dibuja una punta, siguiendo el contorno del brazo, y finaliza en un nuevo espiral en la segunda terminación circular. Este patrón se repite en ambos brazos laterales, creando un diseño intrincado y equilibrado.

El centro de la cruz inferior también recibe una atención especial en su decoración. Presenta un patrón cincelado concéntrico, conformado por un círculo central rodeado por un punto. Este detalle, aunque pequeño, focaliza la atención en el corazón de la placa inferior y añade otra capa de simbolismo geométrico a la pieza.

La placa inferior cruciforme es también el punto de donde cuelgan varios elementos ornamentales que añaden movimiento y sonido a la joya. Esta placa posee un total de 4 colgantes cruciformes, distribuidos estratégicamente: uno en cada extremo del brazo superior acampanado. Estos colgantes, con forma de cruz, repiten el motivo central de la placa inferior, creando cohesión en el diseño. Además de estos, en el borde inferior de la cruz, específicamente en las 3 protuberancias de la base, se presentan otros 3 colgantes. Estos últimos se describen como figuras antropomorfas, es decir, con forma humana. Estos colgantes, tanto cruciformes como antropomorfos (los pün pün y pillan mencionados en el recuento total de partes), son esenciales para el aspecto final de la Trapelacucha, aportando dinamismo y un elemento sonoro característico.

¿Qué es la Unión Araucana?
La Unión Araucana es una de las organizaciones mapuches más antiguas de Chile.

La elaboración de una Trapelacucha implica el dominio de diversas técnicas de metalistería, como el cincelado y la incisión, utilizadas para crear los complejos patrones decorativos. La modularidad de la pieza, con sus múltiples eslabones y placas, requiere precisión en el ensamblaje. Aunque la descripción no especifica el material, estas joyas tradicionales mapuches son famosas por ser trabajadas predominantemente en plata, un metal de gran valor simbólico y estético para el pueblo mapuche.

Estas joyas se crean en el contexto de una rica historia cultural, donde el pueblo mapuche ha buscado preservar su identidad frente a los cambios y desafíos impuestos por la sociedad circundante. A lo largo del siglo XX, surgieron diversas organizaciones mapuches con el objetivo de defender sus derechos, tierras y patrimonio cultural. Entre estas, destacaron la Sociedad Caupolicán y la Sociedad Mapuche de Protección Mutua, que más tarde daría origen a la Federación Araucana.

En este panorama organizacional, emergió la Unión Araucana. Esta organización, una de las más antiguas, tuvo un periodo de gran actividad entre los años 1926 y 1938. Se caracterizó por una estrecha vinculación con los Padres Capuchinos presentes en la Araucanía. A través de esta alianza, la Unión Araucana promovió una agenda centrada en la evangelización católica y la integración a la sociedad chilena, aunque también defendió intereses clave del pueblo mapuche.

Los orígenes de la Unión Araucana se remontan a 1926. Surgió como respuesta al rol de otras organizaciones más hegemónicas y fue impulsada por los padres capuchinos que buscaban una sociedad mapuche más abierta a la modernización de las costumbres y la integración. Antonio Chihuailaf, líder de la sociedad "La Moderna Araucanía" (fundada en 1916 y orientada a la ayuda mutua y la educación), asumió la presidencia de la Unión Araucana, aunque con una fuerte influencia ideológica del sacerdote Guido Beck de Ramberga. Durante sus primeros años, la organización se enfocó en la defensa de la educación primaria como vía para el progreso social y en la protección de los intereses mapuches en relación con la tierra, un ámbito donde los abusos eran constantes.

La Unión Araucana de este periodo incorporó un fuerte sincretismo cultural, buscando, bajo la guía de los capuchinos, erradicar prácticas como la poligamia y adaptar ritos ancestrales mapuches, llegando a intentar transformar los guillatunes en misas sincréticas. Mantuvieron una marcada oposición a la Federación Araucana, organizando "Parlamentos Araucanos" como contrapunto a los "Congresos Araucanos" de la Federación. Asimismo, la Unión Araucana apoyó la Ley N° 4.169 de subdivisión de comunidades, defendida por Manuel Manquilef, quien incluso participó como orador en uno de sus parlamentos.

La organización enfrentó una crisis significativa en 1930, cuando el gobierno eliminó el Tribunal de División de Comunidades, una instancia clave para defender las tierras. Esta reforma generó resistencia entre los líderes mapuches de la Unión, pero fue desestimada por Guido de Ramberga, quien insistió en priorizar la educación y la modernización cultural por sobre los conflictos de tierra. Esta postura llevó a la salida de Antonio Chihuailaf y otros miembros, dando paso a una nueva directiva liderada por Floriano Antilef desde 1930. Bajo esta nueva dirección, la Unión siguió la línea de los sacerdotes pero incorporó iniciativas para el fortalecimiento económico, como la propuesta de una Caja de Crédito Indígena y Cooperativas Araucanas de Consumo.

Esta nueva orientación acercó a la Unión Araucana a la Sociedad Caupolicán, que también había adoptado lineamientos similares bajo el liderazgo de Venancio Coñuepán. Este acercamiento culminó en una alianza permanente a partir de 1935. Finalmente, en 1938, la Unión Araucana, junto con la Sociedad Caupolicán, la Federación Araucana y otras organizaciones menores, se integraron para dar origen a la Corporación Araucana, una entidad que dominó el panorama organizacional mapuche hasta finales de la década de 1950. Aunque la Unión Araucana se integró en esta corporación, su nombre y espíritu continuaron presentes de forma testimonial en organizaciones posteriores, participando en la fundación de la Confederación de Sociedades Araucanas en 1969 y la Coordinadora Unitaria Mapuche en 1987. En décadas más recientes, ha existido bajo la figura de Corporación Unión Araucana.

Este contexto histórico de organización y defensa cultural subraya la importancia de elementos como la Trapelacucha. La creación y el uso de estas joyas son actos de afirmación cultural, que han perdurado a pesar de los desafíos históricos. La Trapelacucha no es solo una pieza de metal trabajado, sino un símbolo de la resistencia y la continuidad del pueblo mapuche, portando consigo la memoria de sus ancestros y la fuerza de su identidad.

¿Qué es el arte de la platería?
Se denomina platería el trabajo artesanal de la plata con fines ornamentales. Jarra de plata. La función principal de la platería es decorar casas, tanto sagrados como profanos y de las habitaciones particulares, especialmente en los momentos de solemnidad y recepción.

Hoy en día, la Trapelacucha sigue siendo una joya preciada, utilizada en ceremonias y eventos importantes, manteniendo vivo el legado de la platería mapuche. Su intrincada belleza y profundo simbolismo continúan fascinando y educando sobre la rica herencia cultural de un pueblo que ha sabido mantener sus tradiciones a través del tiempo.

Preguntas Frecuentes sobre la Trapelacucha y la Unión Araucana

¿Qué es una Trapelacucha?
Es una joya pectoral tradicionalmente usada por la mujer mapuche, caracterizada por ser una estructura modular compuesta por placas, eslabones y colgantes.

¿Cuáles son las partes principales de una Trapelacucha?
Según la descripción, consta de placas (superior campaniforme, seis cuadradas intermedias, una inferior cruciforme), eslabones que las conectan, y colgantes, incluyendo cruciformes y antropomorfos.

¿Qué técnicas se utilizan en su decoración?
La descripción menciona el uso de técnicas como el cincelado y la incisión para crear patrones decorativos complejos en las placas.

¿Qué es la Unión Araucana?
Fue una de las organizaciones mapuches más antiguas de Chile, activa principalmente entre 1926 y 1938, que promovió la evangelización católica, la integración a la sociedad chilena, la educación y la defensa de intereses territoriales.

¿Cuál fue el papel de los Padres Capuchinos en la Unión Araucana?
Tuvieron una estrecha vinculación e impulso a la organización, promoviendo una agenda de evangelización e integración, y buscando modernizar ciertas costumbres mapuches.

¿Con qué otras organizaciones mapuches se relacionó la Unión Araucana?
Inicialmente, tuvo oposición a la Federación Araucana, organizando parlamentos alternativos. Posteriormente, se alió con la Sociedad Caupolicán y finalmente se integró, junto a otras organizaciones, en la Corporación Araucana en 1938.

¿Por qué es importante la Trapelacucha dentro de la cultura mapuche?
Es un símbolo de identidad, estatus y conexión cultural, representando la rica tradición de metalistería y la continuidad de la herencia mapuche a través del arte y los objetos simbólicos.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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