¿Qué son los aviones de oro precolombinos?

Aviones de Oro Quimbaya: Misterio Precolombino

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En las ricas tierras de la actual Colombia, cuna de culturas ancestrales con un dominio excepcional de la metalurgia, se esconde un enigma que ha cautivado tanto a arqueólogos como a entusiastas de lo inexplicable: los llamados 'aviones de oro' precolombinos. Estas pequeñas y fascinantes figuras de oro, atribuidas principalmente a la habilidad de la cultura Quimbaya, son mucho más que simples adornos; son testimonios de un arte sofisticado y, para algunos, posibles indicios de conocimientos sorprendentes para su época.

El descubrimiento de estas piezas se remonta a hallazgos cerca de las orillas del Río Otún, razón por la cual se les conoció inicialmente como 'pájaros del Otún'. Aunque el número exacto de figuras encontradas a lo largo del tiempo es incierto, se conocen formalmente unas 24 de estas piezas que han sido estudiadas y documentadas. Lamentablemente, un número indeterminado de ellas ha salido ilegalmente del país, dificultando su investigación y preservación. La orfebrería de la cultura Quimbaya, que floreció en el curso medio del río Cauca, entre las actuales ciudades de Cali y Medellín, es reconocida por su maestría y la belleza de sus creaciones, y estos objetos dorados son un ejemplo cumbre de su arte.

¿Qué son los aviones de oro precolombinos?
Los artefactos quimbaya, también conocidos como aviones precolombinos, antiguamente llamados Pájaros de Otún, son unas figuras zoomorfas, fundidas en una mezcla de oro y bronce llamada tumbaga, encontradas en las inmediaciones del río Otún, en Colombia.
Índice de Contenido

Descripción y Características de las Figuras

A primera vista, estas figuras doradas son pequeñas esculturas que exhiben formas estilizadas. La interpretación arqueológica tradicional las describe como figuras zoomorfas, es decir, que representan o combinan características de animales. Los expertos han identificado rasgos que sugieren aves, insectos o peces. Algunas piezas, por ejemplo, guardan similitudes con un pez volador, mientras que otras presentan una cabeza que recuerda a la del cocodrilo, animal común en los ríos y marismas colombianos. Sin embargo, una de las peculiaridades que ha avivado el debate es que muchas de estas figuras combinan rasgos de diferentes especies de una manera que no permite atribuirlas a un animal concreto. Se observan, por ejemplo, combinaciones de características que incluyen una cola corta y vertical junto a patas anchas, elementos que no corresponden a ninguna criatura conocida de la fauna local.

Un detalle interesante que ha llevado a una de las hipótesis sobre su función es la presencia de pequeños mangos rectangulares en la parte inferior de algunas figuras. Esta característica ha sugerido a algunos investigadores que pudieron haber sido creadas como 'juguetes' o elementos manipulables, quizás para ceremonias o rituales.

La Sofisticada Técnica de Fabricación: Cera Perdida

La creación de estas piezas, al igual que la vasta mayoría de la orfebrería Quimbaya, se realizó utilizando una técnica avanzada y laboriosa conocida como la cera perdida. Este método demuestra el profundo conocimiento de los metales y procesos de fundición que poseían estas comunidades indígenas mucho antes de la llegada de los europeos.

El proceso comenzaba con la elaboración de un modelo detallado de la figura deseada utilizando cera de abeja purificada. Esta cera, maleable y precisa, permitía a los artesanos Quimbaya crear diseños intrincados con gran nivel de detalle. Una vez que el modelo de cera estaba completo, se cubría con una capa de arcilla u otro material refractario, creando un molde. Este molde se calentaba, derritiendo la cera, que se evacuaba a través de pequeños orificios. El resultado era un molde hueco con la forma exacta de la figura de cera.

Finalmente, el oro líquido, fundido a altas temperaturas, se vertía cuidadosamente en el molde vacío. Al enfriarse el metal y solidificarse, el molde de arcilla se rompía para revelar la pieza de oro terminada. Esta técnica permitía la creación de objetos únicos y complejos que no podían lograrse mediante otros métodos de trabajo del metal. El dominio de la cera perdida por parte de los Quimbaya es un testimonio de su ingenio y habilidad artística.

Interpretaciones: ¿Animales o Algo Más?

La naturaleza ambigua de algunas de estas figuras ha dado lugar a diversas interpretaciones, dividiendo a la comunidad científica y generando especulaciones fuera del ámbito académico.

La Interpretación Arqueológica Tradicional

Desde la perspectiva de la arqueología tradicional, sustentada por instituciones como el Museo del Oro de Bogotá y el Banco de la República, estas piezas son fundamentalmente representaciones artísticas de la fauna que rodeaba a la cultura Quimbaya. Se les considera símbolos de aves, lagartos, peces e insectos, a menudo combinados de forma imaginaria o estilizada, reflejando la cosmovisión y la conexión de esta cultura con la naturaleza. Esta interpretación se basa en la comparación con otras piezas de la época y el contexto cultural en el que se encontraron, donde las representaciones zoomorfas eran comunes y tenían significados rituales o simbólicos.

¿Qué son los aviones dorados de Columbia?
Los artefactos Quimbaya son varias docenas de objetos de oro, encontrados en Colombia, hechos por la cultura Quimbaya, que datan alrededor del año 1000 d.C., algunos de los cuales (los llamados aviones Quimbaya, uno de los cuales se muestra aquí) son supuestos por los teóricos del astronauta antiguo como representantes de aviones modernos [400×272].

La Interpretación Alternativa y la Teoría de los 'Aviones'

Paralelamente a la visión académica, surgió una interpretación alternativa que ganó popularidad, especialmente en círculos interesados en misterios y fenómenos inexplicables. Figuras como Ivan T. Sanderson y Erich Von Däniken, este último en su libro “El Oro de los Dioses” (1974), compararon algunas de estas piezas con aeronaves modernas, llegando a sugerir que podrían representar un conocimiento tecnológico avanzado o incluso la visita de seres de otras civilizaciones en el pasado distante. Von Däniken comparó una pieza específica con un bombardero B-52, aunque la idea no se originó con él.

Sin embargo, investigaciones más recientes, como la publicada en 2013 por la revista El Ojo Crítico, han rastreado el origen de esta comparación específica. Según el investigador Antonio Luis Moyano, la pieza que Ivan T. Sanderson mostró a expertos en aeronáutica y que se convirtió en el ícono de los "aviones precolombinos" podría haber sido una réplica "versionada" o modificada por un joyero de Filadelfia antes de llegar a sus manos. Esto sugiere que la semejanza con un avión moderno podría no ser inherente a las piezas originales.

Argumentos Críticos contra la Interpretación Aérea

La mayoría de los arqueólogos e historiadores rechazan contundentemente la idea de que estas figuras representen aeronaves modernas. Sus argumentos se basan en la falta de evidencia tecnológica y contextual que respalde tal afirmación. Entre los puntos clave que se esgrimen se encuentran:

  • Falta de Conocimiento y Tecnología: Las culturas precolombinas en América del Sur, incluida la Quimbaya, no poseían el conocimiento científico ni la tecnología necesaria para comprender los principios del vuelo controlado o para construir máquinas voladoras.
  • Naturaleza de los Artefactos: Los objetos de metal creados por estas culturas eran predominantemente ornamentales, rituales o herramientas prácticas pequeñas, como cuchillos. La construcción de una aeronave requeriría una ingeniería y un propósito completamente diferentes.
  • Materiales y Herramientas Ausentes: Para construir un avión moderno se necesitan materiales como láminas de metal a gran escala, tornillos, remaches y herramientas de soldadura, entre otros. Estos elementos simplemente no existían en la época en que se fabricaron estas figuras.
  • Limitaciones del Material: Aunque los Quimbaya eran maestros de la orfebrería en oro y tumbaga (una aleación de oro y cobre), el bronce, que sí conocían, no es un material adecuado para la construcción aeronáutica debido a su peso y propiedades estructurales en comparación con materiales modernos como el aluminio o el acero (que era desconocido en la época).
  • Ausencia de Propulsión y Combustible: Un avión requiere un sistema de propulsión (motor) y combustible. El motor de combustión interna y los combustibles necesarios para el vuelo no existían en el mundo en ese período.
  • Falta de Infraestructura: No se ha encontrado ninguna evidencia arqueológica de pistas de aterrizaje, hangares o cualquier otra infraestructura que sería indispensable para operar aeronaves.
  • Contexto Zooomorfo: Cuando se comparan estas figuras con la gran cantidad de otros artefactos zoomorfos encontrados en contextos precolombinos, la inmensa mayoría representa animales reconocibles. Las pocas figuras que no se han podido identificar positivamente con un animal específico no constituyen un número estadísticamente significativo dentro de la población total de artefactos como para justificar una conclusión tan extraordinaria como la existencia de aviones.

Estos argumentos subrayan que la interpretación como aviones modernos carece de base en el registro arqueológico y el conocimiento histórico de las capacidades tecnológicas de la cultura Quimbaya.

El Experimento de Aeromodelismo

A pesar del consenso académico, el debate sobre la similitud de estas figuras con aviones modernos persistió. En un intento por explorar la viabilidad aerodinámica de las formas, en 1994, dos expertos en aeromodelismo alemanes, Peter Belting y Conrad Lubbers, construyeron modelos a escala agrandada de algunos de estos objetos. Equiparon sus modelos con motores y sistemas de radiocontrol para probar si eran capaces de volar.

Sorprendentemente, los modelos construidos por Belting y Lubbers demostraron ser capaces de volar. Es importante notar que estos modelos incluían motores y sistemas de control que no existían en la época Quimbaya y que, para lograr la estabilidad necesaria para el vuelo controlado, tuvieron que simplificar algunos de los rasgos más complejos y ornamentales presentes en las figuras originales. Este experimento demostró que la forma de las figuras *podía* ser aerodinámicamente funcional en ciertas condiciones, pero no prueba que los Quimbaya tuvieran la intención de crear modelos voladores ni que poseyeran la tecnología para hacerlo.

Función y Significado en la Sociedad Quimbaya

La función exacta de los 'aviones de oro' Quimbaya sigue siendo, en gran medida, un misterio. Dada la importancia del oro en la sociedad Quimbaya y su uso frecuente en objetos rituales y de estatus, los expertos han propuesto varias hipótesis:

  • Significado Religioso o Espiritual: Podrían haber tenido un propósito ritual o espiritual, posiblemente utilizados en ceremonias como ofrendas a deidades o como parte de prácticas chamánicas. Las figuras zoomorfas a menudo representaban espíritus animales o seres míticos con los que se buscaba interactuar.
  • Objetos de Estatus o Símbolos de Poder: El oro era un material de inmenso valor cultural y económico. Poseer objetos de oro era un signo de alto estatus social y poder político. Estas figuras pudieron haber sido usadas como adornos personales por los caciques o miembros de la élite, simbolizando su conexión con el mundo espiritual o su autoridad.
  • Elementos Funerarios: Muchas de estas piezas se han encontrado en tumbas, lo que sugiere que pudieron haber sido parte de los ajuares funerarios, acompañando al difunto en el tránsito hacia el más allá.

Es probable que su significado fuera multifacético, combinando aspectos religiosos, sociales y simbólicos dentro de la compleja cosmovisión Quimbaya.

Valor Histórico y Legado Cultural

Más allá de las especulaciones sobre su función o posible relación con la tecnología, los 'aviones de oro' son, ante todo, ejemplos sobresalientes de las habilidades técnicas y artísticas de la cultura Quimbaya. Su existencia y la sofisticación de su fabricación mediante la técnica de la cera perdida son un testimonio del alto nivel de desarrollo alcanzado por estas sociedades precolombinas en el campo de la metalurgia.

Estas piezas, junto con otros tesoros como el famoso Poporo Quimbaya (un recipiente de oro utilizado en el ritual del mambeo), demuestran la riqueza cultural, las complejas estructuras sociales y las profundas conexiones espirituales de los primeros pobladores del territorio colombiano. La cultura material recuperada de excavaciones arqueológicas, incluyendo estos objetos de orfebrería, revela las respuestas adaptativas de estas poblaciones a su entorno y su alto nivel de logro en diversas áreas, dejando una herencia cultural que perdura.

¿Cómo son los aviones de oro?
Sin embargo, uno de los aspectos más enigmáticos de su arte son los llamados 'Aviones de Oro'. A pesar de su nombre, estos objetos no representan aeronaves contemporáneas, sino figuras estilizadas que sugieren la forma de grandes pájaros en un híbrido con otras posibles especies como la boca de un cocodrilo.Aug 29, 2023

Preguntas Frecuentes sobre los 'Aviones de Oro'

¿Quiénes crearon los aviones de oro precolombinos?

Estas piezas son principalmente atribuidas a la cultura Quimbaya, una sociedad indígena que habitó la región del río Cauca en la actual Colombia.

¿Dónde se encontraron principalmente estas figuras?

Los primeros hallazgos se realizaron cerca del Río Otún. Posteriormente, se han encontrado en tumbas indígenas en departamentos colombianos como Tolima, Quindío y Valle del Cauca.

¿Son realmente aviones antiguos o representaciones de tecnología avanzada?

La vasta mayoría de arqueólogos e historiadores interpretan estas figuras como representaciones zoomorfas (animales estilizados o imaginarios) con un posible significado ritual o simbólico. La interpretación como aviones antiguos es una teoría alternativa que carece de respaldo en la evidencia arqueológica y el contexto cultural.

¿Qué técnica utilizaron los Quimbaya para fabricar estas piezas?

Utilizaron la sofisticada técnica de la cera perdida, que implicaba modelar la figura en cera, cubrirla con un molde, derretir la cera y verter el oro fundido en el espacio resultante.

¿Cuál era el propósito o función de estas figuras de oro?

Su función exacta es desconocida, pero las hipótesis sugieren que pudieron tener un significado religioso o espiritual, servir como ofrendas, ser objetos de estatus o poder, o formar parte de ajuares funerarios.

¿Cuántas figuras de este tipo se conocen formalmente?

Se conocen formalmente unas 24 de estas figuras, aunque se cree que se han encontrado muchas más a lo largo del tiempo, algunas de las cuales han salido ilegalmente del país.

Conclusión

Los 'aviones de oro' precolombinos de la cultura Quimbaya continúan siendo un fascinante punto de debate. Ya sean interpretados como complejas representaciones zoomorfas con profundos significados espirituales o como el centro de especulaciones sobre tecnologías perdidas, su existencia es un poderoso recordatorio de la extraordinaria habilidad artística y técnica de las civilizaciones que florecieron en América antes de la llegada de los europeos. Son tesoros que nos invitan a reflexionar sobre la riqueza de las culturas precolombinas y los misterios que aún guardan sus creaciones doradas.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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