¿Qué tipo de arte se desarrolló durante el virreinato peruano?

La Orfebrería Inca: Oro y Plata Sagrados

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El Imperio Inca, conocido como Tahuantinsuyo, fue una civilización que floreció en los Andes sudamericanos, dejando un legado impresionante en diversos campos, y uno de los más deslumbrantes fue, sin duda, su dominio sobre los metales preciosos: la orfebrería y la platería. Para los Incas, el oro y la plata no eran simplemente metales de valor económico como lo entendían los europeos; poseían un profundo significado espiritual y simbólico, intrínsecamente ligados a sus deidades y a la estructura misma de su cosmovisión.

¿Qué pasó en la época virreinal en el Perú?
Este período de choque de culturas se caracterizó por la implantación de la cultura española, la explotación de la mano de obra indígena y la reducción de la población indígena, que moría a causa de las nuevas enfermedades o por el excesivo trabajo forzado en las minas.

El oro, por ejemplo, era considerado “el sudor del sol” (Inti), la deidad solar principal del imperio, fuente de vida y energía. La plata, por su parte, era vista como “las lágrimas de la luna” (Mama Killa), la diosa lunar, asociada a la fertilidad y al ciclo de la vida. Esta conexión divina elevaba estos metales a un estatus sagrado, lo que influía directamente en quién podía poseerlos, cómo se obtenían y para qué fines se utilizaban.

Índice de Contenido

Materiales y su Extracción

Los Incas eran expertos en la localización y extracción de minerales. Aunque no poseían tecnología de minería a gran escala como la que se desarrollaría siglos después, sí tenían métodos eficientes para su época. La mayoría del oro se obtenía de placeres aluviales, es decir, lavando las arenas de los ríos donde se encontraban pepitas y polvo de oro arrastrados por la corriente. La plata se extraía principalmente de minas superficiales o vetas accesibles, utilizando herramientas rudimentarias de piedra y madera.

Además del oro y la plata, también trabajaron el cobre y diversas aleaciones, siendo la más conocida el bronce (cobre y estaño) y la tumbaga (oro y cobre, a veces con plata). Estas aleaciones permitían obtener metales más duros y resistentes, aptos para herramientas o armas, aunque el enfoque principal de la orfebrería más fina recaía en el oro y la plata puros o con mínimas aleaciones que facilitaran su maleabilidad.

Técnicas de Manufactura

La sofisticación de la orfebrería inca no residía en la complejidad de sus herramientas (que eran relativamente simples, hechas de piedra, hueso o cobre endurecido), sino en el dominio de las técnicas manuales y del control del fuego. Algunas de las técnicas más destacadas incluyen:

  • Martillado y Laminado: Esta fue quizás la técnica más fundamental. Los metales, especialmente el oro y la plata, son muy maleables. Los orfebres incas podían golpear repetidamente lingotes o pepitas de metal con martillos de piedra para aplanarlos en láminas extremadamente finas. Estas láminas podían ser tan delgadas como un papel, permitiendo recubrir grandes superficies o crear objetos ligeros.
  • Repujado y Cincelado: Una vez obtenidas las láminas, se decoraban mediante repujado (golpear la lámina por el reverso para crear relieves en el anverso) y cincelado (grabar detalles finos en la superficie con cinceles de punta roma o afilada). Esto permitía crear complejas escenas figurativas, motivos geométricos o representaciones de animales y plantas.
  • Fundición a la Cera Perdida: Aunque menos común que el martillado para grandes superficies, los Incas dominaron la fundición para crear objetos tridimensionales como estatuillas pequeñas, cuentas o elementos decorativos detallados. Se modelaba la figura en cera, se recubría con arcilla, se calentaba para derretir la cera (dejando un molde hueco) y luego se vertía el metal fundido. Una vez enfriado, se rompía el molde de arcilla para revelar la pieza metálica.
  • Soldadura: Utilizaban diversas técnicas de soldadura para unir piezas de metal. Esto podía ser mediante soldadura por difusión (calentando las piezas juntas hasta que los átomos se unen en la superficie de contacto) o utilizando aleaciones de bajo punto de fusión como “soldadura”.
  • Filigrana: Aunque quizás no tan desarrollada como en otras culturas andinas pre-Incas (como los Chimú), los Incas también practicaron la filigrana, creando diseños a partir de finos hilos de metal soldados entre sí.
  • Pulido: Las superficies de los objetos metálicos se pulían cuidadosamente para darles un brillo intenso, utilizando abrasivos naturales como arena fina o polvo de piedra.

Tipos de Objetos Creados

La producción orfebre inca era vasta y diversa, aunque casi siempre con un propósito que iba más allá de lo meramente estético o funcional. Los objetos se clasificaban por su uso y simbolismo:

  • Ornamentos Personales: Solo la nobleza y la élite gobernante podían usar objetos de oro y plata. Esto incluía orejeras (discos o pendientes que distendían el lóbulo de la oreja, un signo distintivo de la nobleza inca), narigueras, pectorales, brazaletes, ajorcas y colgantes. Estos objetos no solo embellecían, sino que proclamaban el estatus social y la conexión con el poder divino.
  • Objetos Rituales y Ceremoniales: Una gran parte de la producción se destinaba a ceremonias religiosas. Esto incluía vasos ceremoniales (keros metálicos, aunque los de madera eran más comunes y elaborados), recipientes para ofrendas, figuras antropomorfas y zoomorfas (especialmente las famosas pequeñas estatuillas de oro, plata o concha, a menudo vestidas con textiles en miniatura, usadas en los sacrificios rituales de la Capacocha), e incluso altares portátiles.
  • Decoración Arquitectónica: El ejemplo más famoso es el Coricancha, el Templo del Sol en Cusco. Sus muros interiores estaban revestidos con láminas de oro macizo, y en su interior albergaba un jardín artificial con figuras de tamaño natural de llamas, mazorcas de maíz y pastores, todo hecho de oro y plata. Esta decoración simbolizaba la riqueza y el poder del Sol y del Inca, su representante en la Tierra.
  • Armas y Herramientas Ceremoniales: Aunque la mayoría de las herramientas y armas comunes se hacían de piedra, bronce o madera, existían mazas, hachas y otros objetos ceremoniales hechos de metales preciosos, destinados a desfiles, rituales o como símbolos de autoridad.
  • Vasijas y Recipientes: Se crearon cuencos, platos y jarras de oro y plata, a menudo decorados con repujado, utilizados en banquetes y ceremonias de la élite.

Significado y Simbolismo

Como ya se mencionó, el oro y la plata tenían un profundo significado religioso y político. Su posesión estaba estrictamente controlada por el Inca y la élite. No eran utilizados como moneda de cambio; su valor residía en su conexión divina, su belleza y su capacidad para simbolizar el poder del estado y del Inca. La exhibición de objetos de oro y plata en ceremonias y en la corte servía para impresionar tanto a los súbditos como a los pueblos conquistados, reforzando la majestad y la divinidad del gobernante inca.

Las representaciones en los objetos metálicos a menudo incluían motivos religiosos, como el Sol, la Luna, estrellas, o figuras de animales con significado cosmológico, como el puma, el cóndor o la serpiente. Estos diseños no eran meramente decorativos, sino que contaban historias, transmitían creencias y reforzaban la identidad cultural y religiosa del imperio.

Comparación con Otras Culturas Andinas

Es importante señalar que los Incas heredaron y adaptaron muchas técnicas orfebres de culturas pre-Incas que florecieron en la misma región andina, como los Moche, Chimú, Sicán (Lambayeque) o Nazca. Culturas como la Moche y la Chimú fueron particularmente renombradas por su exquisita orfebrería, con técnicas como la filigrana, el trabajo de plumas sobre metal y la creación de máscaras funerarias de gran tamaño y detalle.

Los Incas, si bien no siempre alcanzaron el nivel de detalle o la variedad de técnicas de algunos de sus predecesores (particularmente en filigrana o incrustación), sí destacaron por la *escala* de su producción, la *cantidad* de metal acumulado y la *monumentalidad* de algunas de sus aplicaciones (como el Coricancha). Su orfebrería era a menudo más sobria en diseño comparada con la exuberancia Chimú, enfocándose en la pureza del metal y en grandes superficies pulidas o repujadas con motivos más estandarizados, reflejando quizás la naturaleza más centralizada y estandarizada del propio Imperio Inca.

AspectoOrfebrería IncaOrfebrería Chimú (Ejemplo Pre-Inca)
Metales PrincipalesOro, Plata, Cobre, Bronce, TumbagaOro, Plata, Cobre, Tumbaga
Técnicas DestacadasMartillado, Laminado, Repujado, Fundición (menor escala), PulidoMartillado, Laminado, Repujado, Fundición (mayor escala), Filigrana avanzada, Incrustación, Trabajo de plumas sobre metal
Estilo DominanteSóbrio, monumental, grandes superficies, motivos estandarizadosExuberante, detallado, uso extensivo de filigrana y repujado complejo
Uso PrincipalRitual, Político, Decoración Arquitectónica, Ornamentos de ÉliteRitual (funerario), Político, Ornamentos de Élite
Escala de ProducciónMuy grande (acumulación imperial)Grande (reinos regionales)

El Destino de la Orfebrería Inca

Trágicamente, la inmensa mayoría de los objetos de oro y plata incaicos no sobrevivió a la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI. Los españoles, motivados por la sed de riqueza material, veían estos objetos puramente por el valor de su metal. Templos como el Coricancha fueron desmantelados, y miles de objetos fueron fundidos en lingotes para ser enviados a España. Solo una pequeña fracción de la orfebrería inca original se salvó, ya sea porque estaba enterrada (como en tumbas no descubiertas) o porque fue llevada a Europa como curiosidad antes de ser fundida. Lo que hoy conocemos de este arte proviene principalmente de relatos de cronistas, hallazgos arqueológicos (a menudo en tumbas), y la comparación con la orfebrería de culturas pre-Incas que sobrevivió en mayor medida.

Preguntas Frecuentes

¿Usaban los Incas el oro y la plata como moneda?
No, rotundamente no. Para los Incas, estos metales tenían un valor sagrado y simbólico, no económico en el sentido de intercambio comercial. Su economía se basaba en el trueque, la reciprocidad y la redistribución de bienes y trabajo (la mita).

¿Qué sucedió con la mayoría del oro y la plata Inca?
Fue fundido por los conquistadores españoles para convertirlo en lingotes y transportarlo a Europa. Se estima que se fundieron miles de toneladas de objetos de arte.

¿Era la orfebrería Inca original o heredada?
Los Incas heredaron y adaptaron muchas técnicas y estilos de las avanzadas culturas metalúrgicas que los precedieron en los Andes, como los Moche, Chimú y Sicán. Sin embargo, impusieron su propio estilo y escala de producción.

¿Dónde se pueden ver hoy objetos de orfebrería Inca?
Aunque escasos, algunos museos en Perú (como el Museo del Banco Central de Reserva o el Museo Larco en Lima) y en otros países poseen algunos ejemplos sobrevivientes, a menudo recuperados de contextos arqueológicos.

Legado

Aunque gran parte de la orfebrería inca fue destruida, su legado perdura en los pocos objetos que sobrevivieron, en los relatos históricos y en el conocimiento de las técnicas que dominaron. Representa no solo una habilidad artesanal excepcional, sino también la profunda cosmovisión de una civilización que veía en el brillo del oro y la plata la esencia misma de sus dioses y de su poder terrenal.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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