¿Qué creó Silvio Gazzaniga?

¿Es de Oro la Copa del Mundo?

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El fútbol, ese deporte universal que paraliza al mundo cada cuatro años, tiene un símbolo que trasciende fronteras y culturas: la Copa del Mundo de la FIFA. Este trofeo, reluciente y majestuoso, representa la cúspide del éxito deportivo y el sueño dorado de millones de aficionados y futbolistas. Pero más allá de su inmenso valor simbólico, una pregunta técnica y material surge a menudo: ¿De qué está hecha realmente esta codiciada pieza? Como amantes de la orfebrería y la platería, nos adentramos en los detalles de su composición para desvelar la verdad detrás de su brillo.

¿Es de oro la Copa del Mundo?
La televisión española realizó un reportaje sobre la fabricación del trofeo que se entrega a los campeones del mundo. Silvio Gazzaniga fue el artista encargado de diseñarlo y crearlo. Mide 36.8 centímetros, está hecho con oro de 18 quilates y pesa 6,175 gramos.
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La Respuesta Directa: ¿Es de Oro?

La respuesta corta es sí, la Copa del Mundo de la FIFA es de oro. Sin embargo, como ocurre con muchas piezas de alta joyería y orfebrería, la composición es más específica. El trofeo no está hecho de oro puro (24 quilates), que sería demasiado blando y susceptible a daños. En su lugar, está fabricado con oro de 18 quilates. Esto significa que el metal es una aleación compuesta por un 75% de oro puro y un 25% de otros metales, generalmente cobre, plata o zinc, que le otorgan la dureza y durabilidad necesarias para una pieza que viaja y es manipulada.

Una Obra de Arte: Diseño y Materiales

La actual Copa del Mundo, que reemplazó al trofeo Jules Rimet, fue diseñada por el artista italiano Silvio Gazzaniga y fabricada por la empresa GDE Bertoni en Paderno Dugnano, cerca de Milán, Italia. Su diseño representa dos figuras humanas estilizadas que sostienen la Tierra, simbolizando la alegría y la celebración del deporte. Sus dimensiones son de 36.8 centímetros de altura y tiene un peso total de 6,175 gramos. Como mencionamos, el cuerpo principal es de oro de 18 quilates.

Pero el oro no es el único material precioso o semi-precioso presente en el trofeo. La base de la copa, sobre la cual descansa la estructura dorada, está adornada con dos anillos de malaquita. La malaquita es un mineral de carbonato de cobre, conocido por su intenso color verde bandeado, que añade un contraste visual elegante y distintivo a la pieza. En la parte inferior de esta base de malaquita, se inscriben los nombres de los equipos ganadores de las ediciones pasadas de la Copa del Mundo, un detalle que la convierte en un registro histórico del torneo.

El Corazón Artesanal: Fabricación

La creación de un trofeo de esta magnitud es un proceso que combina la precisión del diseño con la maestría del trabajo artesanal. Lejos de ser una producción industrial masiva, la fabricación de la Copa del Mundo implica técnicas manuales que requieren tiempo, dedicación y una habilidad excepcional. Desde la fundición del oro de 18 quilates y la aleación con otros metales, pasando por el modelado, cincelado, pulido y el engaste de la malaquita, cada etapa es ejecutada por artesanos expertos. Este enfoque artesanal garantiza no solo la calidad y la belleza de la pieza, sino también su unicidad y su valor intrínseco como obra de arte.

El proceso de dar forma al metal, pulirlo hasta lograr un brillo espejo y ensamblar las diferentes partes, incluidas las delicadas bandas de malaquita, subraya la importancia de las técnicas tradicionales en la creación de objetos de gran valor y significado. Es un testimonio de cómo la artesanía perdura y es fundamental incluso en la creación de los símbolos más modernos y reconocidos a nivel mundial.

Un Vistazo al Pasado: El Trofeo Jules Rimet

Antes de la actual Copa del Mundo, el galardón original que se entregaba a los campeones era el trofeo Jules Rimet. Nombrado en honor al tercer presidente de la FIFA, este trofeo también tenía una historia fascinante. Estaba hecho de plata esterlina bañada en oro y lapislázuli. A diferencia del trofeo actual, el Jules Rimet fue entregado en propiedad a Brasil después de que ganaran el torneo por tercera vez en 1970. Lamentablemente, fue robado en 1983 y nunca recuperado, lo que llevó a la creación del trofeo actual, que, por reglamento, no se entrega en propiedad, sino que el campeón recibe una réplica bañada en oro, mientras que el original permanece bajo custodia de la FIFA.

Valor Material y Simbólico

Aunque el valor material del oro de 18 quilates y la malaquita es significativo (calculado en decenas de miles de euros, aunque varía con el precio del oro), este palidece en comparación con su valor simbólico. La Copa del Mundo es el pináculo del éxito en el fútbol, un símbolo de la perseverancia, el talento y el trabajo en equipo. Cada nombre grabado en su base representa una historia de gloria, un momento imborrable en la historia del deporte. Es un tesoro que encarna los sueños de millones y la pasión de un planeta.

Especificaciones Técnicas del Trofeo

CaracterísticaDetalle
DiseñadorSilvio Gazzaniga
FabricanteGDE Bertoni (Paderno Dugnano, Italia)
Altura36.8 centímetros
Peso6,175 gramos
Material PrincipalOro de 18 quilates
Composición del Oro75% Oro puro, 25% otros metales
Material de la BaseDos anillos de Malaquita
Detalles AdicionalesNombres de los equipos ganadores inscritos en la base

Preguntas Frecuentes sobre el Trofeo

  • ¿El trofeo es de oro puro (24k)? No, está hecho de oro de 18 quilates, que es una aleación de 75% oro puro y 25% otros metales para mayor durabilidad.
  • ¿Quién diseñó la Copa del Mundo actual? Fue diseñada por el artista italiano Silvio Gazzaniga.
  • ¿De qué está hecha la base del trofeo? La base contiene dos anillos de malaquita, un mineral semi-precioso de color verde.
  • ¿Cuánto pesa la Copa del Mundo? El trofeo pesa 6,175 gramos.
  • ¿El equipo campeón se queda con el trofeo original? No, el trofeo original permanece bajo custodia de la FIFA. El equipo campeón recibe una réplica fiel bañada en oro.
  • ¿Qué trofeo se usaba antes del actual? El trofeo anterior era el trofeo Jules Rimet, hecho de plata bañada en oro y lapislázuli.

En conclusión, la Copa del Mundo de la FIFA es, en efecto, una magnífica pieza de orfebrería, fabricada con oro de 18 quilates y embellecida con malaquita. Su valor no reside únicamente en los materiales preciosos que la componen, sino en la maestría artesanal empleada en su creación y en el incalculable valor simbólico que representa para el mundo del fútbol. Es un ejemplo brillante de cómo el arte de trabajar los metales preciosos se une al espíritu deportivo para crear un ícono universalmente reconocido.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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