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El Arte Milenario de la Orfebrería y Platería

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Desde los albores de la civilización, la humanidad ha sido cautivada por el resplandor y la maleabilidad de los metales preciosos. El oro y la plata, en particular, no solo han servido como símbolos de riqueza y poder, sino que también han sido el lienzo sobre el que artesanos talentosos han vertido su creatividad y habilidad. La orfebrería y la platería son oficios ancestrales que combinan arte, técnica y ciencia para transformar simples lingotes en objetos de asombrosa belleza y valor, perdurando a través de milenios y adaptándose a innumerables culturas y estilos.

¿Cuántas escuelas tiene Chimalhuacán?
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Índice de Contenido

Un Legado Milenario: Historia a Través de las Culturas

La historia de la orfebrería y la platería es tan antigua como la propia metalurgia. Las primeras evidencias del trabajo con oro y plata se remontan a las civilizaciones del antiguo Egipto y Mesopotamia, donde estos metales se utilizaban para crear joyas, objetos rituales y adornos para faraones y dioses. La habilidad de aquellos primeros artesanos era sorprendente, dominando técnicas básicas como el martillado y la soldadura.

En el mundo clásico, griegos y romanos continuaron esta tradición, creando intrincadas piezas de joyería y objetos suntuosos para la élite. El Imperio Romano, en particular, explotó extensas minas de plata, lo que permitió una mayor difusión de la platería.

Las culturas precolombinas de América, como los Moche, Chimú e Incas en Perú, y los orfebres de Colombia (San Agustín, Tierradentro, Zenú, Quimbaya, Calima, Tolima, Nariño), alcanzaron niveles de maestría sin precedentes en el trabajo del oro y la plata, creando máscaras, pectorales, figurillas y adornos funerarios de una complejidad y belleza inigualables, a menudo utilizando técnicas como la fundición a la cera perdida y la tumbaga (una aleación de oro y cobre).

Durante la Edad Media, la orfebrería estuvo muy ligada a la iglesia, produciendo cálices, relicarios, cruces y otros objetos litúrgicos ricamente decorados. Los gremios de orfebres se volvieron poderosos y celosos guardianes de sus secretos técnicos. El Renacimiento trajo consigo un renovado interés por las formas clásicas y una explosión de creatividad, con artistas como Benvenuto Cellini elevando el oficio a la categoría de bellas artes.

Los siglos posteriores vieron la evolución de estilos, desde el barroco y rococó, con sus formas exuberantes, hasta el neoclasicismo, con su retorno a la sobriedad clásica. La Revolución Industrial trajo consigo nuevas herramientas y la posibilidad de producción en masa, aunque la alta orfebrería y platería siempre han mantenido su carácter artesanal.

Los Materiales Nobles: Oro y Plata

La elección del oro y la plata por parte de los artesanos no es casual. Ambos son metales preciosos, conocidos por su belleza, durabilidad y resistencia a la corrosión (aunque la plata se empaña, no se oxida en el sentido destructivo del hierro). Son también excepcionalmente maleables y dúctiles, lo que significa que pueden ser martillados en láminas extremadamente finas (pan de oro) o estirados en hilos delgados, permitiendo la creación de formas complejas y delicadas.

El oro puro (24 quilates) es demasiado blando para la mayoría de las aplicaciones prácticas, por lo que se alea con otros metales como cobre, plata, níquel o zinc para aumentar su dureza y cambiar su color (oro amarillo, blanco, rosa). El quilataje indica la proporción de oro puro en la aleación (18k es 75% oro, 14k es 58.5% oro, etc.).

La plata pura (999 o .999) también es relativamente blanda. Comúnmente se utiliza plata de ley, que en muchos países (incluyendo España y gran parte de América Latina) es una aleación con un mínimo de 92.5% de plata pura (plata .925 o plata de primera ley). El resto es generalmente cobre, que le da dureza.

Además de estos metales, la orfebrería y platería a menudo incorporan gemas, perlas, esmaltes, marfil y otros materiales orgánicos o inorgánicos para añadir color, textura y valor a las piezas.

Técnicas Fundamentales del Oficio

El trabajo de los metales preciosos implica un conjunto de técnicas que se han perfeccionado a lo largo de los siglos. Dominar estas técnicas requiere paciencia, precisión y años de práctica. Algunas de las más importantes incluyen:

  • Fundición: Proceso de calentar el metal hasta que se vuelve líquido y verterlo en un molde. La técnica de la cera perdida es una de las más antiguas y permite crear formas muy detalladas.
  • Laminado y Trefilado: Reducir el grosor del metal pasándolo por rodillos (laminado) o estirarlo para formar hilos finos pasándolo por agujeros decrecientes (trefilado). Esencial para crear láminas e hilos para otras técnicas.
  • Martillado y Repujado: Dar forma al metal golpeándolo con martillos. El repujado implica trabajar el metal desde el reverso para crear diseños en relieve en el anverso.
  • Soldadura: Unir piezas de metal utilizando una aleación con un punto de fusión más bajo (soldadura) y calor. Requiere gran habilidad para evitar dañar el metal base.
  • Grabado y Cincelado: Eliminar material de la superficie del metal con buriles o cinceles para crear líneas, texturas o imágenes. El cincelado a menudo se realiza con un martillo y cinceles especiales para crear patrones o texturas.
  • Filigrana: Técnica que utiliza finos hilos de metal, a menudo retorcidos, que se unen para formar patrones delicados y calados.
  • Esmaltado: Aplicación de vidrio en polvo coloreado sobre la superficie del metal, que luego se funde en un horno para crear una superficie vitrificada y colorida.
  • Pulido y Acabado: Procesos finales para alisar la superficie, eliminar marcas de herramientas y darle al metal su brillo característico.

Del Objeto Utilitario a la Obra de Arte

La orfebrería y la platería abarcan una vasta gama de creaciones. Históricamente, muchos objetos de uso diario para la élite se hacían en metales preciosos: cubiertos, bandejas, copas, candelabros, marcos de espejos. Estos objetos no solo cumplían una función, sino que eran también símbolos de estatus y riqueza, a menudo ricamente decorados.

La joyería, sin embargo, es quizás la forma más conocida de estas artes. Anillos, collares, pendientes, brazaletes, broches... cada pieza puede ser una pequeña escultura, un testimonio de la habilidad del maestro artesano y del gusto de una época. La joyería ceremonial y religiosa, como coronas, báculos o custodias, a menudo alcanza niveles de opulencia y detalle extraordinarios.

En la actualidad, mientras que la producción industrial existe, la alta orfebrería y platería siguen siendo oficios artesanales donde el diseño único y la ejecución impecable son primordiales. Los artistas contemporáneos exploran nuevas formas y técnicas, manteniendo viva una tradición milenaria pero adaptándola a sensibilidades modernas.

El Valor Más Allá del Metal

El valor de un objeto de orfebrería o platería no reside únicamente en el peso del metal precioso que contiene. Si bien el valor intrínseco es una base, el verdadero valor de una pieza de alta calidad proviene de varios factores:

  • La Habilidad del Artesano: El tiempo, la experiencia y la maestría necesarios para ejecutar técnicas complejas son invaluables.
  • El Diseño: La originalidad, la estética y la complejidad del diseño contribuyen enormemente al valor artístico.
  • La Historia y Procedencia: Un objeto con una historia interesante, que perteneció a una figura notable o que proviene de un taller famoso, adquiere un valor adicional.
  • La Rareza: Piezas únicas o de ediciones muy limitadas son naturalmente más valiosas.
  • El Estado de Conservación: Un objeto bien conservado mantendrá mejor su valor.

Así, una simple cadena de oro tendrá un valor cercano al precio del metal por gramo, mientras que una joya de diseño único o una pieza antigua con trabajo detallado tendrá un valor significativamente superior, reflejando la suma del metal, el trabajo artístico, la historia y la exclusividad.

Preguntas Frecuentes sobre Orfebrería y Platería

Aquí respondemos algunas dudas comunes:

¿Cuál es la diferencia exacta entre orfebrería y platería?
Tradicionalmente, la orfebrería se refiere al trabajo con oro, mientras que la platería se centra en la plata. Sin embargo, en la práctica moderna, el término orfebrería a menudo se usa de manera más amplia para incluir el trabajo con metales preciosos en general, o se refiere específicamente al trabajo de joyas finas, mientras que la platería se asocia más con objetos de mesa y decorativos en plata. Un orfebre puede trabajar ambos metales.

¿Por qué la plata se pone negra?
La plata reacciona con compuestos de azufre presentes en el aire (como el sulfuro de hidrógeno), no con el oxígeno como el hierro. Esta reacción crea una capa superficial de sulfuro de plata, que es de color oscuro (deslustre o pátina). Es un proceso natural y se puede limpiar.

¿Cómo se limpian correctamente los objetos de plata?
Se pueden usar paños especiales impregnados para limpiar plata. Para objetos más sucios, existen líquidos limpiadores específicos. Es importante seguir las instrucciones y evitar la abrasión, que puede rayar la superficie. Para objetos con gemas o esmaltes, se debe tener especial cuidado y, a veces, es mejor acudir a un profesional.

¿Los objetos de oro o plata son una buena inversión?
Como inversión, su valor fluctúa con el precio de los metales en el mercado global. Sin embargo, las piezas de alta orfebrería o platería antigua o de diseño pueden aumentar su valor con el tiempo no solo por el metal, sino por su valor artístico, histórico o de colección, lo que puede convertirlas en una inversión a largo plazo más allá del simple valor intrínseco del metal.

¿Qué significan los sellos o punzones en las piezas?
Los sellos, también llamados punzones, son marcas estampadas en el metal para indicar su pureza (quilates para el oro, ley para la plata) y a menudo el fabricante o el taller, el año o el lugar de origen. Son cruciales para autentificar y valorar una pieza.

Conclusión

La orfebrería y la platería son mucho más que la simple manipulación de metales preciosos. Son oficios que encapsulan siglos de conocimiento, habilidad y tradición artística. Cada pieza, ya sea una sencilla alianza o un elaborado centro de mesa, cuenta una historia de dedicación, maestría y la perdurable fascinación humana por la belleza y el brillo de los metales nobles. En un mundo cada vez más dominado por la producción en masa, el trabajo del orfebre y el platero sigue siendo un faro de la artesanía fina, creando objetos con alma y un valor que trasciende lo puramente material.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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