¿Cuál es el significado de platero?

El Platero en la Biblia: Un Oficio Clave

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La orfebrería y la platería son oficios que se pierden en la noche de los tiempos, ligados intrínsecamente al desarrollo de las civilizaciones humanas. El trabajo de transformar metales preciosos como el oro y la plata en objetos de valor, utilidad o belleza ha sido siempre una labor de gran destreza y conocimiento. Dentro de esta rica historia, la figura del platero, el artesano dedicado específicamente a trabajar la plata, ocupó un lugar destacado en diversas sociedades antiguas.

¿Qué era un platero en la Biblia?
causado por uno llamado Demetrio, que era platero. Este hombre hacía figuritas de plata que representaban el templo de la diosa Artemisa, y daba mucha ganancia a los que trabajaban con él.

Estos maestros no solo creaban joyas o utensilios domésticos de lujo; su arte a menudo estaba ligado a la religión, la política y la economía de una ciudad. Fabricaban objetos sagrados, ofrendas, monedas, y en algunos casos, como veremos, figuras de culto que eran esenciales para la identidad y la prosperidad de una comunidad. La Biblia, un compendio de historia, leyes y relatos de la antigüedad, también nos ofrece pinceladas sobre la existencia e importancia de estos artesanos del metal.

Índice de Contenido

¿Quién era un Platero en la Antigüedad?

Un platero era un artesano especializado en dar forma y trabajar la plata. A diferencia del orfebre (término más amplio que incluye el oro), el platero se concentraba en las propiedades y técnicas específicas de la plata. Este metal, aunque menos valioso que el oro, era más abundante y, por lo tanto, más accesible para una gama más amplia de objetos y personas. Los plateros dominaban técnicas como la fundición, el martillado (repujado), el grabado, la filigrana, el cincelado y la soldadura. Eran capaces de transformar lingotes o trozos de plata en una vasta variedad de artículos: desde simples tazas y platos hasta complejas armaduras decoradas, pasando por joyería fina, objetos ceremoniales y, crucialmente en algunos contextos, figuras representativas de deidades.

El oficio requería no solo habilidad manual y artística, sino también un conocimiento profundo de las propiedades del metal, cómo purificarlo, cómo alearlo para darle dureza o maleabilidad según la necesidad, y cómo lograr acabados brillantes o texturizados. Las herramientas del platero eran relativamente sencillas pero efectivas: yunques de distintos tamaños, martillos de diversas formas, cinceles, buriles, punzones, limas, sopletes (a menudo alimentados por fuelles manuales) y crisoles para fundir el metal.

El Platero en el Relato Bíblico: El Conflicto en Éfeso

Aunque la Biblia menciona el uso de plata para diversos propósitos, desde dinero (las famosas 30 monedas de plata) hasta elementos del Tabernáculo y el Templo de Jerusalén, hay un pasaje en particular en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Capítulo 19) que arroja luz directa sobre la figura del platero como un actor social y económico relevante. Este relato se sitúa en la próspera ciudad de Éfeso, un importante centro comercial y religioso en la provincia romana de Asia Menor (actual Turquía).

Éfeso era famosa, entre otras cosas, por albergar el Templo de Artemisa (conocida por los romanos como Diana), una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Este templo no era solo un lugar de culto, sino también un centro económico vital, un banco y un punto de referencia para peregrinos de todo el Mediterráneo. La devoción a Artemisa era intensa y generaba una considerable actividad económica a su alrededor.

Es aquí donde entra en escena Demetrio, un platero de considerable influencia. La información proporcionada nos dice claramente que Demetrio y sus ayudantes se dedicaban a fabricar figuras de plata, específicamente "figuras del templo de la diosa Artemisa". No eran simples recuerdos, sino probablemente pequeñas réplicas del templo o estatuillas de la diosa, que los peregrinos compraban como objetos de piedad, amuletos o recuerdos de su visita. Este negocio era extremadamente lucrativo para Demetrio y para muchos otros artesanos y comerciantes asociados.

El problema surge con la llegada y predicación del apóstol Pablo. Pablo proclamaba un mensaje que desafiaba la creencia en los dioses hechos por manos humanas, argumentando que "los dioses que nosotros hacemos no son dioses de verdad". Este mensaje, que ganaba adeptos en Éfeso y en toda la provincia, representaba una amenaza directa al sustento de Demetrio y de todos aquellos cuya economía dependía del culto a Artemisa y la venta de sus representaciones.

Demetrio, viendo peligrar su próspero negocio y el de sus colegas, reúne no solo a sus propios ayudantes, sino también a otros hombres que se dedicaban a "hacer cosas parecidas". Esto sugiere la existencia de un gremio o una asociación de artesanos metalúrgicos en Éfeso, con intereses comunes y capacidad de movilización. Les expone la situación: la predicación de Pablo está convenciendo a la gente de que los ídolos no son dioses, lo que no solo desacredita su oficio, sino que también pone en riesgo la grandeza del templo de la gran diosa Artemisa, pilar de la identidad y el orgullo efesio.

El discurso de Demetrio apela tanto a su interés económico ("cuánto necesitamos de este trabajo para vivir bien") como al orgullo cívico y religioso ("el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien adora toda el Asia y el mundo entero"). Logra así inflamar los ánimos de los artesanos, quienes gritan enardecidos: "¡Grande es Diana de los Efesios!". Esta protesta inicial escala rápidamente, desatando un disturbio masivo que paraliza la ciudad y pone en peligro la vida de los compañeros de Pablo.

Este episodio bíblico es invaluable porque nos muestra al platero no solo como un artesano aislado en su taller, sino como parte de un sistema económico y social complejo. Demetrio es un empresario, un líder gremial y un defensor de los intereses de su industria y su ciudad. Su historia subraya cómo la artesanía, especialmente aquella ligada a la producción de objetos de culto, podía tener profundas implicaciones económicas, sociales y religiosas en el mundo antiguo.

El Oficio del Platero: Técnicas y Creaciones

Para comprender mejor el mundo de Demetrio y sus contemporáneos, es útil explorar las técnicas que probablemente empleaban. La platería en la antigüedad era un proceso laborioso que comenzaba con la obtención del metal. La plata podía extraerse de minas en forma pura o, más comúnmente, como parte de minerales que también contenían plomo, cobre u otros metales. El proceso de refinado para separar la plata pura era complejo y a menudo peligroso (copelación).

¿Qué significan las marcas en las joyas?
Estos números representan el porcentaje de oro puro presente en la joya. Por ejemplo, la marca 925 indica que el objeto contiene 92,5% de oro puro. Esto significa que el resto de la joya (7,5%) es una base de metal, como el plomo o el hierro.

Una vez obtenida la plata refinada, el platero la fundía en crisoles sobre un fuego intenso, a menudo avivado por fuelles. El metal líquido se vertía en moldes para crear lingotes o formas básicas. A partir de ahí, el artesano utilizaba diversas técnicas:

  • Martillado y Repujado: Con martillos de diferentes cabezas y sobre superficies semiblandas (como pez o cuero), se golpeaba la lámina de plata desde el reverso para crear relieves y formas (repujado) o desde el anverso para definir detalles.
  • Cincelado y Grabado: Utilizando cinceles y buriles, el platero tallaba diseños, inscripciones o texturas directamente sobre la superficie del metal.
  • Soldadura: Piezas separadas de plata se unían mediante soldadura, utilizando aleaciones de plata con un punto de fusión más bajo y calor.
  • Filigrana: Finos hilos de plata se retorcían y soldaban para crear diseños intrincados y etéreos.
  • Fundición: Para objetos tridimensionales o figuras, se podían usar moldes de arcilla o cera perdida.
  • Pulido: Finalmente, se utilizaban abrasivos naturales (como arena fina o tripolita) y bruñidores para dar brillo al metal.

En el caso de las figuras de Artemisa que hacía Demetrio, es probable que fueran producidas en serie hasta cierto punto, quizás utilizando moldes para las formas básicas y luego añadiendo detalles finos a mano mediante cincelado o grabado. Las descripciones sugieren que eran representaciones del templo o de la diosa, posiblemente incluyendo detalles arquitectónicos o atributos de la deidad. La habilidad de un platero se medía por la finura del detalle, la limpieza del acabado y la complejidad de la pieza.

La Importancia Económica y Social del Platero

El relato de Éfeso pone de manifiesto que los plateros no eran simples artesanos solitarios. Formaban parte de una industria vital para la economía local. La producción de objetos religiosos, en particular, estaba ligada a la vasta red de peregrinación y comercio que rodeaba templos famosos como el de Artemisa. Los peregrinos gastaban dinero no solo en ofrendas y servicios religiosos, sino también en recuerdos y objetos de devoción para llevar a casa.

La industria de la platería generaba empleo: maestros plateros como Demetrio empleaban ayudantes y aprendices. Además, su actividad estaba conectada con otros oficios: mineros que extraían el metal, comerciantes que lo transportaban, vendedores que lo distribuían. Un platero exitoso podía acumular considerable riqueza e influencia, como parece ser el caso de Demetrio.

Socialmente, los artesanos podían organizarse en gremios o colegios, que protegían los intereses de sus miembros, establecían estándares de calidad y a veces jugaban un papel en la vida cívica de la ciudad. El gremio de plateros de Éfeso, liderado por Demetrio en este incidente, demostró tener la capacidad de movilizar a un gran número de personas y causar un disturbio significativo. Esto ilustra su poder como grupo de interés dentro de la sociedad efesia.

Además de los objetos religiosos, los plateros producían una amplia gama de artículos que reflejaban el estatus social y la riqueza de sus clientes. Vasijas elaboradas, joyas, cubiertos, elementos decorativos... poseer objetos de plata era un signo de prosperidad. Por lo tanto, los plateros no solo servían al culto, sino también a la élite y a la creciente clase media que podía permitirse artículos de metal precioso.

Comparativa: El Platero Antiguo vs. el Moderno

CaracterísticaPlatero Antiguo (Ej. Éfeso Bíblico)Platero Moderno
Principal Mercado/PropósitoObjetos religiosos (ídolos, santuarios), artículos de lujo para la élite, monedas.Joyería, cubertería, objetos de decoración, piezas artísticas, encargos personalizados, reparación.
Fuentes de Materia PrimaMinas locales o regionales, comercio de lingotes, reciclaje de objetos viejos.Mercados de metales preciosos, reciclaje, plata industrial.
Técnicas DominantesMartillado, fundición con moldes básicos, cincelado, grabado manual, soldadura simple.Técnicas antiguas + tecnologías modernas (soldadura por láser, diseño CAD, impresión 3D, maquinaria de precisión).
Organización LaboralTalleres con maestro, aprendices y ayudantes; gremios con influencia social.Talleres individuales, pequeñas empresas, grandes corporaciones, trabajo a distancia, menos influencia gremial formal.
Contexto CulturalFuertemente ligado a la religión, la política local y las estructuras sociales tradicionales.Principalmente comercial y artístico; menos ligado directamente a la religión o la política (salvo encargos específicos).

Preguntas Frecuentes sobre los Plateros y la Biblia

¿Era común fabricar ídolos de plata en la antigüedad?

Sí, era una práctica muy extendida en el mundo antiguo. Muchas culturas paganas adoraban deidades representadas por estatuas o figuras hechas de diversos materiales, incluyendo metales preciosos como el oro y la plata. Estos ídolos se colocaban en templos, hogares o se llevaban como amuletos. La fabricación de estos objetos era un negocio próspero en ciudades con importantes centros de culto.

¿Era la platería un oficio bien pagado?

Dependía de la habilidad del artesano, la calidad de su trabajo y su capacidad para conseguir clientes o producir en volumen. Maestros plateros como Demetrio, que lideraban talleres y producían artículos populares y lucrativos (como las figuras de Artemisa para los peregrinos), podían acumular una considerable riqueza y tener una posición social elevada. Los aprendices y ayudantes ganarían menos, pero el oficio ofrecía una oportunidad de ascenso social.

¿Se menciona a los plateros en otras partes de la Biblia?

Aunque no siempre se les nombra explícitamente como "plateros" en el contexto de un oficio específico y un conflicto como el de Éfeso, la Biblia sí habla extensamente del uso de plata y oro en objetos religiosos y seculares. Se mencionan artesanos que trabajaron en la construcción y decoración del Tabernáculo en el desierto y posteriormente en el Templo de Jerusalén, creando objetos sagrados de oro y plata (Éxodo 31, 35-38; 1 Reyes 7). También se habla de la fabricación de ídolos de metal como algo condenado por los profetas (Isaías 40:19, Jeremías 10:9). El relato de Demetrio es único por centrarse en el *oficio* del platero y su reacción ante la amenaza a su negocio.

¿Qué habilidades necesitaba un platero antiguo?

Un platero necesitaba una combinación de habilidades: destreza manual, paciencia, precisión, conocimiento de metalurgia (puntos de fusión, aleaciones), comprensión del diseño y la estética de su tiempo, y a menudo, capacidad para interpretar los deseos del cliente o las exigencias religiosas. También se requería fuerza física para el martillado y tolerancia al calor y los humos del taller.

Conclusión

El platero, el maestro que da forma a la plata, fue una figura esencial en el mundo antiguo. Su oficio no solo producía objetos de belleza, utilidad o riqueza, sino que también estaba profundamente entrelazado con la vida religiosa, social y económica de las comunidades. El dramático relato de Demetrio en Éfeso, preservado en la Biblia, nos ofrece una ventana única a este mundo, mostrando cómo el arte de trabajar la plata podía ser el centro de una próspera industria y cómo los intereses de estos artesanos podían colisionar con nuevas ideas, provocando conflictos de gran magnitud.

Desde las humildes herramientas del taller hasta el tumulto en la plaza pública, la historia del platero bíblico nos recuerda que detrás de cada objeto de metal precioso hay un artesano con habilidades, intereses y un lugar definido en el tejido de la sociedad.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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