En el corazón de Argentina, resuena el nombre de un artista cuyo trabajo trasciende el metal para contar historias: Juan Carlos Pallarols. Reconocido a nivel nacional e internacional, Pallarols no es solo un orfebre excepcional, sino el custodio de una tradición familiar que se remonta a más de dos siglos. Su taller, más que un simple espacio de trabajo, es un museo vivo donde el eco de los golpes sobre la plata y el oro narra la saga de generaciones dedicadas al noble arte de la orfebrería.

La historia de los Pallarols en el oficio comienza en 1750, en la calle Carretes de Barcelona. Fue allí donde su tataratatarabuelo inició la senda. La tradición se transmitió de padres a hijos, cruzando el Atlántico a principios del siglo XIX con un antepasado que llegó a Argentina, aunque luego regresó a España. Sería el abuelo de Juan Carlos, José Pallarols Torrás, quien, ante las dificultades europeas de la época, decidiría establecerse definitivamente en Buenos Aires, trayendo consigo el saber, las herramientas y el compromiso con el arte.

Juan Carlos creció inmerso en este legado. Con solo dos años y medio, tras enviudar su abuelo José en 1945, comenzó su aprendizaje de la mano de él. No fue un aprendizaje formal, sino una iniciación lúdica y profunda. A través de juegos, usando recortes de chapa, hojalata o madera, el abuelo le enseñaba a dibujar primero, a buscar el material después, inculcándole desde muy joven la conexión entre la idea y su materialización. A los seis años, Juan Carlos ya mostraba un dominio avanzado del oficio, una precocidad que auguraba el maestro en el que se convertiría.
El abuelo José no solo transmitió técnicas, sino también lecciones de vida fundamentales. Una de ellas, sobre el valor del trabajo y la importancia de establecer un precio justo, ocurrió cuando Juan Carlos tenía 12 años. Trabajaba para una librería de curas salesianos, y el dueño regateaba el precio de un pequeño cáliz. Recordando las enseñanzas de su abuelo, el joven, en un acto de rebeldía impulsado por la convicción del valor de su labor, llevó el cáliz a la vía del tranvía y lo dejó que fuera destrozado por las ruedas, argumentando que si no valía nada, no importaba. Esta audaz lección, aunque drástica, marcó un antes y un después: jamás volvieron a discutirle un precio.
Otra lección crucial fue la de la paciencia. Su abuelo, en un ejercicio memorable, le encargó cocinar un manojo de cantos rodados, con fuego bajo y sin llamarlo hasta que estuvieran tiernos. Juan Carlos revolvió durante tres horas, sabiendo que las piedras nunca se ablandarían, pero entendiendo la necesidad de la perseverancia. Al final, la lección aprendida fue clara: sin paciencia, nada se logra en la vida.
El taller de Pallarols, contiguo a su vivienda, es un universo de herramientas centenarias y obras en proceso. Se escucha el golpeteo metálico, el sonido constante de la creación. Allí, rodeado de vitrinas que exhiben artesanías de plata como lapiceras, rosas, mates, bombillas y dijes, se encuentran también piezas de enorme valor simbólico e histórico.
Uno de los trabajos más emblemáticos de Juan Carlos Pallarols son los bastones presidenciales. Ha forjado el símbolo de mando para varios presidentes argentinos. Recientemente, tuvo notoriedad un episodio relacionado con un pedido del candidato Javier Milei. Estos bastones, cargados de significado histórico y político, son un ejemplo supremo de la habilidad y el reconocimiento de Pallarols como orfebre mayor de la nación.
Pero su obra no se limita a los símbolos patrios. Su creatividad y destreza se manifiestan en una vasta gama de piezas. Hizo una réplica de la pelota Azteca del Mundial 86 para un mural en homenaje a Maradona, y una réplica de un sable del General José de San Martín. Entre las piezas más delicadas y reconocidas se encuentran las rosas de plata. Una de las más famosas fue la que creó en homenaje a la princesa Diana de Gales tras su muerte en 1997, una pieza con baño de oro rojo y pátina especial que evocaba los pimpollos ingleses. Esta rosa, que apareció en portadas de revistas internacionales, generó una avalancha de pedidos, llegando a hacer 300 rosas en un año. Otra rosa célebre fue la del casamiento de Máxima Zorreguieta.
La precisión y el detalle son sellos de su trabajo. Una estilográfica Dupont es un ejemplo fascinante. La pluma de platino y el émbolo son de la marca francesa, pero el capuchón y la base están adornados con retratos de compositores románticos europeos (Beethoven, Chopin, Mozart, Liszt, Brahms, entre otros), realizados con una técnica llamada 'tembleque'. Usando un hierrito con punta doblada, golpeado de un lado para que vibre del otro, va levantando el relieve con movimientos suaves y precisos. Cada retrato le llevó entre cuatro y cinco días; la lapicera completa, unos tres o cuatro meses. El precio de una pieza así puede oscilar entre 30.000 y 40.000 dólares, reflejo del tiempo, la habilidad y el arte invertidos.
Pallarols trabaja y vive su oficio con una pasión desbordante. No tiene un horario fijo; si una idea o una tarea pendiente lo inquietan mientras cena, regresa al taller para resolverlo y poder dormir en paz. Esta dedicación lo lleva a afirmar, citando una frase que vio escrita por un paciente en un neuropsiquiátrico al que visitaba: "El que trabaja en lo que le gusta, está todo el año de vacaciones". Para él, su vida profesional es una aventura interminable, un estado constante de disfrute.
A pesar de no haber terminado el secundario ni ido a la universidad formalmente en artes (decidió irse a Corrientes con su padre para aprender directamente de él), Pallarols es profundamente autodidacta y valora el aprendizaje continuo. A sus 80 años, siente que cuanto más sabe, más consciente es de lo que ignora, lo que lo impulsa a seguir estudiando y experimentando. Mantiene un buen pulso, buena vista y, sobre todo, muchas ganas.
Su talento y trayectoria han sido reconocidos con honores significativos, como el título de Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad de Buenos Aires. Aunque bromea diciendo que los premios llegan con la edad, este reconocimiento es un testimonio de su impacto cultural y artístico, superando cualquier posible complejo por su formación no académica.
La reflexión sobre la muerte es parte de su cotidianidad, pero desde una perspectiva positiva. Recuerda una calavera en su adolescencia con la inscripción: "Yo fui lo que tú eres. Tú serás lo que yo soy". Esta conciencia de la finitud lo impulsa a vivir cada día de forma razonable, gloriosa y alegre, buscando dejar lo mejor de sí.
Hoy, Juan Carlos Pallarols transmite su saber a sus dos hijos varones, Carlos y Adrián, asegurando la continuidad de la estirpe de orfebres. Utiliza las mismas herramientas que sus antepasados de hace 200 años, un vínculo tangible con el pasado que enriquece cada pieza que forja.
Obras Notables de Juan Carlos Pallarols
La diversidad y el simbolismo de sus creaciones son vastos. Aquí, algunos ejemplos destacados:
- Bastones Presidenciales: Símbolos de mando forjados para varios presidentes argentinos.
- Rosas de Plata: Especialmente la dedicada a Lady Di y la creada para la boda de Máxima Zorreguieta.
- Estilográfica Dupont: Una obra maestra de precisión con retratos en relieve de compositores.
- Réplicas Históricas: La pelota Azteca del Mundial 86 y un sable del General San Martín.
- Piezas Decorativas y de Uso: Mates, bombillas, cuchillos, esculturas, lapiceras, etc., demostrando su versatilidad.
Comparativa de Proceso Creativo
Aunque cada pieza es única, podemos contrastar el tiempo y el enfoque de algunas de sus obras mencionadas:
| Obra | Tiempo Estimado de Creación | Enfoque Principal | Significado |
|---|---|---|---|
| Retrato en Estilográfica (individual) | 4-5 días | Precisión, detalle minucioso con 'tembleque' | Dominio técnico, valor artístico y de colección |
| Estilográfica Completa (con 20+ retratos) | 3-4 meses | Ensamblaje de componentes, trabajo de relieve extenso | Obra de arte compleja, alto valor comercial |
| Rosas de Plata (producción en masa tras un encargo) | ~1-2 días por unidad (en pico de demanda) | Reproducción de diseño, acabado estético | Demanda popular, homenaje o celebración |
| Bastón Presidencial | No especificado (implica meses de dedicación) | Simbolismo patrio, artesanía de alto nivel | Representación de la soberanía nacional |
| Cáliz (destruido en la juventud) | Corto (creación), inmediato (destrucción) | Aprendizaje del valor del trabajo | Lección vital sobre el precio y el valor |
Preguntas Frecuentes sobre Juan Carlos Pallarols
Aquí respondemos algunas dudas comunes sobre el orfebre argentino:
- ¿Es Juan Carlos Pallarols el fundador de la orfebrería Pallarols en Argentina?
No, él es la sexta generación de orfebres Pallarols. La tradición familiar comenzó en España en 1750 y fue establecida en Argentina por su abuelo, José Pallarols Torrás. - ¿Cómo aprendió el oficio?
Principalmente de forma autodidacta, bajo la tutela directa de su abuelo José desde los dos años y medio. Aprendió jugando y observando en el taller familiar. - ¿Cuáles son sus obras más famosas o significativas?
Es muy conocido por los bastones presidenciales argentinos. También son célebres sus rosas de plata, especialmente la dedicada a Lady Di y la de la boda de Máxima Zorreguieta, así como piezas de alta complejidad como la estilográfica Dupont con retratos. - ¿A qué edad sigue trabajando?
A sus 80 años, Pallarols sigue activamente trabajando en su taller, manteniendo la pasión y la destreza. - ¿Es verdad que tiene sus manos aseguradas?
Sí, según menciona en la entrevista, sus manos están aseguradas por una compañía inglesa desde hace 10 años, dada su importancia fundamental para su oficio. - ¿Se puede visitar su taller o ver sus obras?
El texto menciona que trabaja y vive en el lugar donde también funciona un museo, que recolecta trabajos de generaciones anteriores y sus propias creaciones. Esto sugiere que es un espacio accesible o con exhibiciones.
La vida y obra de Juan Carlos Pallarols son un testimonio de la perseverancia, la pasión y la profunda conexión con un legado ancestral. Cada pieza que crea lleva consigo el peso de la historia familiar y el brillo de una maestría forjada a lo largo de décadas de dedicación. Su taller, lleno de herramientas antiguas y el sonido rítmico del metal trabajado, es un faro de la artesanía argentina que sigue inspirando y creando belleza para el mundo.
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