¿Dónde se desarrolló por primera vez el arte de la orfebrería en América?

El Oro y la Plata Precolombina

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Antes de la llegada de los europeos, las tierras que hoy conocemos como América Latina albergaban civilizaciones que alcanzaron un dominio extraordinario en diversas artes y ciencias. Entre ellas, la orfebrería y la platería ocuparon un lugar de privilegio, no solo por la belleza intrínseca de los metales, sino por el profundo significado social, religioso y cosmológico que les atribuían. El oro, considerado a menudo la "carne de los dioses" o las "lágrimas del sol", y la plata, asociada a la luna, no eran meros objetos de valor económico, sino vehículos de poder, identidad y conexión con lo divino. Este legado brillante perdura en museos y colecciones, testificando la maestría de aquellos antiguos artesanos.

¿Qué es el trabajo de orfebrería?
La orfebrería y joyería es el trabajo en metales preciosos y semipreciosos como el oro, la plata, el bronce y el cobre. Las y los maestros artesanos funde los metales, los martilla dando forma al metal, lo cincela y lo pule; el resultado es único.

La metalurgia en la América precolombina tuvo múltiples focos de desarrollo, con técnicas y estilos propios que evolucionaron a lo largo de miles de años. Si bien muchas culturas trabajaron metales, algunas destacaron de manera particular por la sofisticación y abundancia de sus producciones. Comprender este arte implica adentrarse en un universo de conocimientos técnicos transmitidos generacionalmente y en una cosmovisión donde lo material y lo espiritual se entrelazaban indisolublemente.

Índice de Contenido

Los Metales: Más Allá del Valor Económico

Para las culturas precolombinas, el oro y la plata poseían un valor principalmente simbólico y ritual. No existía un concepto de moneda o intercambio basado en el peso del metal como en el Viejo Mundo. Su brillo, ductilidad y resistencia a la corrosión los hacían ideales para representar elementos sagrados como el sol y la luna, o para adornar a las élites gobernantes y sacerdotales, reafirmando su conexión con las fuerzas cósmicas y su estatus terrenal. Otros metales como el cobre y sus aleaciones, como la tumbaga (una aleación de oro y cobre), también fueron ampliamente utilizados, a menudo por sus propiedades físicas o por técnicas que permitían darles una apariencia dorada, ampliando el acceso a objetos de prestigio.

Técnicas de Orfebrería: Un Legado de Ingenio

Los orfebres precolombinos desarrollaron y perfeccionaron una gama impresionante de técnicas metalúrgicas, algunas de las cuales eran tan avanzadas como las de cualquier otra parte del mundo en su tiempo. Dominaban el arte de:

  • Fundición: Especialmente la fundición a la cera perdida, que permitía crear objetos complejos y huecos con gran detalle. Esta técnica implicaba modelar la pieza en cera, recubrirla con arcilla, calentar el molde para derretir la cera y luego verter el metal fundido en el espacio vacío.
  • Martillado y Laminado: Reducir los lingotes o pepitas de metal a láminas extremadamente finas mediante golpes repetidos con martillos de piedra o metal. Estas láminas se utilizaban para crear objetos tridimensionales o para revestir otros materiales.
  • Repujado: Decorar las láminas de metal golpeando desde el reverso para crear diseños en relieve en el anverso.
  • Cincelado e Incisión: Grabar o cortar diseños en la superficie del metal con herramientas afiladas.
  • Filigrana: Crear diseños intrincados uniendo finos hilos de metal.
  • Soldadura: Unir piezas de metal utilizando calor y, a menudo, aleaciones con puntos de fusión más bajos.
  • Granulación: Decorar superficies con pequeñas esferas de metal soldadas.
  • Técnicas de Enriquecimiento Superficial: Como el "agotamiento" o depleción dorada (también conocida como pseudo-dorado o mise en couleur), que consistía en tratar la superficie de la tumbaga con ácidos orgánicos para disolver selectivamente el cobre de la capa exterior, dejando una superficie de oro puro de gran brillo.

Culturas Maestras de la Orfebrería Precolombina

Si bien es difícil seleccionar solo tres como las "más importantes" en general (ya que la importancia puede medirse de muchas maneras, como influencia, tamaño, etc.), en el ámbito de la orfebrería, algunas culturas destacan por la calidad, cantidad e innovación de sus producciones. Entre ellas, a menudo se mencionan:

La Cultura Moche (Perú)

Desarrollada en la costa norte del Perú (c. 100-800 d.C.), los Moche fueron maestros sin igual en el trabajo del metal, especialmente del oro y la plata. Sus ajuares funerarios, como los encontrados en las tumbas del Señor de Sipán, revelaron un universo de pectorales, orejeras, narigueras, tocados y figuras ceremoniales de una calidad artística y técnica asombrosa. Dominaron la fundición a la cera perdida para crear figuras complejas y el laminado y repujado para grandes piezas. Sus representaciones a menudo detallan escenas de su vida ritual, mitológica y social.

Las Culturas del Área Intermedia (Colombia)

Regiones como las habitadas por los Quimbaya, Calima, Tolima, Zenú y Tairona en la actual Colombia (con períodos de auge variados entre c. 200 a.C. y 1600 d.C.) son célebres por la abundancia y exquisitez de su orfebrería. Los Quimbaya, por ejemplo, son famosos por sus "poporos" (recipientes para cal, usados en el consumo de coca) de una fineza y realismo inigualables, a menudo fundidos a la cera perdida con aleaciones de tumbaga con alto contenido de oro que les daba un brillo excepcional. Las culturas Calima y Tolima produjeron pectorales y figuras antropomorfas estilizadas de gran tamaño y belleza. El dominio de la fundición y las aleaciones fue una característica distintiva de esta región.

La Cultura Inca (Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina)

Aunque su imperio fue más tardío (c. 1438-1533 d.C.), los Incas heredaron y centralizaron las ricas tradiciones metalúrgicas de las culturas andinas que los precedieron (como Moche, Chimú, Nazca, etc.). Si bien sus objetos a menudo eran más estandarizados y orientados a la exhibición de poder imperial, producían grandes cantidades de objetos de oro y plata para templos (como el Coricancha), palacios y para el uso del Inca y la nobleza. Excelieron en el laminado, repujado y ensamblaje de grandes planchas de metal para revestir edificios o crear figuras a tamaño real. El oro y la plata eran símbolos directos del poder imperial y religioso del Inca, considerado hijo del sol.

Simbolismo y Uso de los Objetos de Metal

Los objetos de metal precolombinos rara vez eran puramente decorativos. Cumplían funciones vitales en la estructura social y espiritual. Eran:

  • Adornos Personales: Orejeras, narigueras, pectorales, brazaletes, tocados que indicaban estatus social, afiliación étnica o rango político/religioso.
  • Objetos Rituales: Poporos para uso ceremonial, recipientes para ofrendas, figuras de deidades o animales sagrados, máscaras funerarias.
  • Símbolos de Poder: Cetros, hachas ceremoniales, revestimientos de templos y palacios que manifestaban la autoridad de gobernantes y sacerdotes.
  • Ofrendas Funerarias: Acompañaban a los difuntos de élite en su viaje al más allá, reflejando su importancia en vida y asegurando su bienestar en el otro mundo.

Comparación de Estilos y Épocas

Cultura (Periodo Aprox.)Región PrincipalMetal/Aleación DestacadaTécnicas NotablesObjetos Característicos
Moche (100-800 d.C.)Costa Norte de PerúOro, Plata, CobreFundición cera perdida, Laminado, Repujado detalladoMáscaras funerarias, Orejeras, Narigueras, Figuras complejas
Quimbaya (300-1000 d.C.)Región del Eje Cafetero, ColombiaTumbaga (Alto Oro)Fundición cera perdida (figuras huecas), PulidoPoporos antropomorfos/zoomorfos, Figuras estilizadas
Inca (1438-1533 d.C.)Andes Centrales (Perú, etc.)Oro, PlataLaminado, Repujado a gran escala, EnsamblajeRevestimientos arquitectónicos, Figuras humanas/llamas (ushnu), Recipientes

Esta tabla muestra algunas diferencias clave, pero es importante recordar que existió interacción e influencia entre estas culturas y muchas otras menos conocidas pero igualmente hábiles en metalurgia.

El Legado y la Preservación

Gran parte del tesoro metalúrgico precolombino fue fundido por los conquistadores europeos, atraídos únicamente por el valor material del oro y la plata. Sin embargo, miles de piezas sobrevivieron, a menudo encontradas en tumbas o escondites. Hoy, estos artefactos son custodiados en museos alrededor del mundo, como el Museo del Oro en Bogotá, Colombia, el Museo Larco en Lima, Perú, o el Museo del Templo Mayor en Ciudad de México, donde son estudiados y admirados por su belleza, su complejidad técnica y la ventana que abren a las creencias y la vida de civilizaciones pasadas.

Preguntas Frecuentes

¿Usaban solo oro y plata? No, también trabajaban cobre y aleaciones, siendo la tumbaga (oro y cobre) muy común, especialmente en Colombia y Centroamérica.

¿Cómo obtenían los metales? Principalmente de placeres (ríos) o minas a cielo abierto, utilizando herramientas rudimentarias de piedra o madera.

¿Quiénes eran los orfebres? Eran artesanos altamente especializados, a menudo dedicados exclusivamente a este oficio y con un estatus social relativamente alto, trabajando para las élites gobernantes y religiosas.

¿Tenían herramientas de hierro? No, las herramientas precolombinas eran de piedra, madera, hueso y, para el trabajo de metales, también de cobre endurecido o bronce.

¿Por qué hay tantas piezas en museos de Colombia y Perú? Estas regiones fueron centros neurálgicos de la metalurgia precolombina, con una tradición milenaria en el trabajo de metales preciosos.

La orfebrería precolombina es un testimonio deslumbrante del ingenio humano y de la profunda conexión entre el arte, la tecnología, la sociedad y la espiritualidad en las civilizaciones antiguas de América. Cada pieza cuenta una historia, un fragmento de un universo cultural rico y complejo que sigue fascinándonos.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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