Metales Preciosos en Joyería: Oro, Plata y Platino

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Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha sido cautivada por el brillo y la durabilidad de ciertos metales extraídos de las profundidades de la Tierra. Estos metales, conocidos como metales preciosos, no solo han servido como reserva de valor a lo largo de la historia, sino que también han sido transformados por hábiles artesanos en objetos de deseo, símbolos de estatus y expresiones de amor: las joyas. El arte de la orfebrería y la platería se basa en la maestría para trabajar el oro, la plata y el platino, cada uno con sus propiedades únicas que los hacen ideales para la creación de piezas que perduran en el tiempo.

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La elección de un metal u otro en una joya no es meramente estética; influye en su resistencia, su mantenimiento, su valor y su significado. Conocer las características de estos materiales fundamentales es clave tanto para el artesano que los trabaja como para el amante de las joyas que las posee y valora.

Índice de Contenido

El Eterno Resplandor del Oro

El oro es, sin duda, el metal precioso más icónico y universalmente reconocido. Su color amarillo brillante, su inalterabilidad y su maleabilidad lo han convertido en el favorito para la acuñación de monedas y, por supuesto, para la creación de joyas. Es tan blando en su estado puro (24 quilates) que raramente se utiliza sin alear con otros metales para darle dureza y resistencia. Las aleaciones de oro con cobre, plata, zinc, níquel o paladio permiten obtener diferentes tonalidades (oro amarillo, blanco, rosa, verde) y ajustar su dureza para el trabajo en joyería.

La pureza del oro en joyería se mide en quilates. El oro puro es de 24 quilates. Las aleaciones comunes son:

  • 18 quilates (18k): Contiene 75% de oro puro y 25% de otros metales. Es muy valorado por su pureza y durabilidad.
  • 14 quilates (14k): Contiene 58.3% de oro puro y 41.7% de otros metales. Más duro y resistente que el 18k, ideal para uso diario.
  • 10 quilates (10k): Contiene 41.7% de oro puro y 58.3% de otros metales. Es la pureza mínima aceptada como oro en muchos países, es el más duro pero el menos puro.

El oro no se oxida ni se corroe, lo que garantiza que su brillo perdure por siglos si se cuida adecuadamente. Sin embargo, puede rayarse o abollarse debido a su relativa blandura, especialmente en purezas más altas.

La Versátil Elegancia de la Plata

La plata ha sido apreciada desde la antigüedad por su brillantez y su blancura. Es el metal con mayor conductividad eléctrica y térmica, pero en joyería se valora por su belleza y su coste más accesible en comparación con el oro o el platino. Al igual que el oro, la plata pura (99.9%) es demasiado blanda para la mayoría de las aplicaciones en joyería.

La aleación más común y reconocida mundialmente para joyería es la Plata de Ley (Sterling Silver), que contiene 92.5% de plata pura y 7.5% de otros metales, generalmente cobre. Esta aleación le confiere la dureza necesaria para trabajarla y hacerla resistente al uso.

El principal inconveniente de la plata es su tendencia a oxidarse o empañarse al entrar en contacto con el aire y compuestos de azufre, lo que le confiere una pátina oscura. Esta oxidación es superficial y se puede limpiar, pero requiere un mantenimiento regular para mantener su brillo.

Existen otras aleaciones de plata, como la plata Britannia (95.8% plata) o aleaciones con germanio que prometen una mayor resistencia al deslustre, pero la Plata de Ley sigue siendo el estándar.

La Exclusiva Distinción del Platino

El platino es el más raro y, a menudo, el más caro de los metales preciosos utilizados en joyería. Es un metal de color blanco grisáceo, extremadamente denso, duradero y resistente a la corrosión y al deslustre. Su pureza en joyería es típicamente muy alta, a menudo del 95% (Pt950), aleado con metales como el iridio, el rutenio o el cobalto.

Una característica distintiva del platino es que, cuando se raya, el metal simplemente se desplaza en lugar de perderse, creando una pátina que muchos aprecian con el tiempo. Esto significa que el volumen del metal permanece constante, a diferencia del oro que puede perder pequeñas partículas al rayarse.

El platino es hipoalergénico, lo que lo hace ideal para personas con piel sensible. Su densidad y pureza lo convierten en una opción premium para anillos de compromiso y otras joyas que se usan a diario y se espera que duren toda la vida.

What is Argos in the Bible?
It is derived from two root words, a, which is negative, and ergon, which means “to work,” in the sense of being employed. Argos is used eight times in the New Testament. The King James Bible translates it as “idle” six times, as “slow” once, and as “barren” once.

Comparativa de los Metales Preciosos

Para entender mejor las diferencias entre estos metales, podemos compararlos en varios aspectos clave:

CaracterísticaOroPlataPlatino
Color típicoAmarillo, blanco, rosaBlanco brillanteBlanco grisáceo
Pureza Común en Joyería10k, 14k, 18k (variable)92.5% (Plata de Ley)95% (Pt950)
DensidadAlta (variable por aleación)ModeradaMuy alta
DurezaVariable (según quilates y aleación)Moderada (Plata de Ley)Alta
Resistencia a la Corrosión/OxidaciónMuy altaBaja (se oxida)Muy alta
HipoalergénicoDepende de la aleación (el oro blanco con níquel puede causar alergia)Generalmente sí (si es pura, pero la aleación puede contener cobre)Sí (en alta pureza)
MantenimientoFácil, limpieza ocasionalRequiere limpieza regular por deslustreFácil, pulido para brillo
Precio relativoAlto (variable por quilates)ModeradoMuy alto

Esta tabla resume las diferencias prácticas entre los metales, ayudando a comprender por qué se elige uno u otro para diferentes tipos de joyas y usos.

Cuidado y Mantenimiento de tus Joyas de Metales Preciosos

Independientemente del metal, todas las joyas requieren cuidado para mantener su belleza. Evitar el contacto con productos químicos agresivos (cloro, perfumes, cosméticos), quitarse las joyas al realizar trabajos manuales o deportivos y guardarlas por separado para evitar rayones son prácticas esenciales.

La limpieza regular es importante. Para el oro y el platino, un paño suave y productos limpiadores específicos para joyería suelen ser suficientes. Para la plata, existen limpiadores líquidos o paños impregnados que ayudan a eliminar el deslustre. En casos de suciedad persistente o daños, es recomendable acudir a un joyero profesional para una limpieza y revisión expertas.

La Plata de Ley, en particular, se beneficia de ser usada con frecuencia, ya que el roce ayuda a mantener a raya el deslustre. Cuando no se usa, guardarla en una bolsa anti-deslustre o un joyero cerrado ayuda a retardar la oxidación.

Preguntas Frecuentes sobre Metales Preciosos en Joyería

A menudo surgen dudas sobre estos materiales. Aquí respondemos algunas de las más comunes:

¿Qué significa el sello en mi joya?

Los sellos, también llamados punzones, indican la pureza del metal. Por ejemplo, '750' o '18k' para oro de 18 quilates, '925' para Plata de Ley, y 'Pt950' para platino 95%. También pueden incluir marcas del fabricante o de origen.

¿Por qué el oro blanco se vuelve amarillo con el tiempo?

El oro blanco es una aleación de oro amarillo con metales blancos como paladio, níquel o plata. Para realzar su blancura, a menudo se le aplica un baño de rodio, un metal muy blanco y brillante. Este baño de rodio se desgasta con el uso, revelando el color ligeramente amarillento o grisáceo de la aleación subyacente. Un joyero puede volver a aplicar el baño de rodio.

¿La plata deslustrada está dañada?

No, el deslustre es una capa superficial de sulfuro de plata que se forma por reacción con el aire. No daña permanentemente el metal y se puede eliminar con limpieza.

¿Es el platino más resistente que el oro?

Sí, en general, el platino es más denso y duro que las aleaciones de oro comunes utilizadas en joyería. Es más resistente a los arañazos y no se desgasta con el tiempo de la misma manera que el oro.

¿Cómo puedo saber si mi joya es de oro, plata o platino auténtico?

La forma más fiable es buscar los sellos de pureza. En caso de duda, un joyero profesional puede realizar pruebas para verificar la composición del metal sin dañar la joya.

La elección entre oro, plata o platino para una joya depende de una combinación de factores que incluyen el presupuesto, el estilo personal, la frecuencia de uso y la preferencia por ciertas características como el color o la resistencia al deslustre. Cada metal ofrece una belleza y unas cualidades únicas que han garantizado su lugar en el arte de la orfebrería a lo largo de la historia. Al comprender sus propiedades y cuidarlos adecuadamente, podemos asegurar que estas preciosas creaciones sigan deleitándonos a nosotros y a las futuras generaciones.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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