¿Qué material usaron principalmente los Quimbayas para sus trabajos de orfebrería?

Tesoro Quimbaya: Su Historia y Destino

Valoración: 4.87 (2800 votos)

El Tesoro Quimbaya, un conjunto excepcional de piezas de orfebrería precolombina, representa uno de los pináculos del arte metalúrgico de la antigua Colombia. Su historia es tan rica como el oro del que está hecho, marcada por el descubrimiento, el comercio, la diplomacia y el debate sobre el patrimonio cultural. Este legado, que hoy reside en España, tiene un origen fascinante que se remonta a las profundidades de la tierra y a las prácticas funerarias de una cultura ancestral.

Índice de Contenido

El Sorprendente Hallazgo de 1890

La historia moderna del Tesoro Quimbaya comienza en el año 1890. No fue un descubrimiento arqueológico planificado, sino el resultado de la actividad de un grupo de huaqueros, es decir, expoliadores de tumbas indígenas. El lugar del hallazgo fue el sitio de La Soledad, ubicado cerca de lo que entonces era el corregimiento de Cartago, hoy parte de Filandia. Aunque la región era conocida por la presencia de tumbas antiguas con valiosos objetos, este conjunto en particular superó con creces todas las expectativas. La calidad, cantidad y belleza de las piezas deslumbraron a quienes las encontraron y a quienes posteriormente las vieron circular.

¿Cuándo se regaló el tesoro quimbaya?
El 4 de mayo de 1893 la legación de la República de Colombia en España, presidida por su embajador Julio Betancourt, hizo la entrega oficial a la reina regente del conjunto, que pasó a denominarse “Tesoro de los quimbayas”.

La noticia del descubrimiento se extendió rápidamente, generando asombro y admiración. La exquisitez de estas obras de arte en oro y tumbaga era tal que, en su momento, el Tesoro de los Quimbayas fue considerado el principal tesoro americano conocido, manteniendo esta distinción hasta el descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán en Perú, muchas décadas después. Este hallazgo puso de manifiesto no solo la habilidad artística de las culturas precolombinas, sino también la riqueza oculta en sus enterramientos.

La Huaquería en el Siglo XIX Colombiano

Para comprender el contexto en el que se produjo el hallazgo del Tesoro Quimbaya, es fundamental conocer la situación de la huaquería en Colombia durante el siglo XIX. Además de la extracción de oro de minas y aluviones, una fuente significativa del metal provenía de las tumbas prehispánicas, conocido coloquialmente como “oro de huaca”. Lejos de ser una actividad marginal, la huaquería se convirtió en una importante industria extractiva, social y legalmente aceptada durante gran parte del siglo. Sorprendentemente, estuvo reconocida incluso en el Código de Minas colombiano hasta 1941.

Durante décadas, numerosas familias vivieron de esta profesión. La legislación de la época, como la Ley de 13 de junio de 1833 sobre “hallazgos de tesoros”, incentivaba directamente esta práctica al decretar que “el oro y la plata y piedras preciosas que se encuentren en las sepulturas, templos, adoratorios y huacas de los indios corresponden íntegramente al inventor o inventores”. Esto significaba que los descubridores tenían derecho total sobre lo hallado, lo que legalizaba y fomentaba el expolio arqueológico.

La falta de leyes proteccionistas efectivas significaba que el destino de estos valiosos objetos dependía de los huaqueros, intermediarios o compradores. Lamentablemente, el destino más común era la fundición. Miles de kilogramos de oro trabajado por los antiguos artífices precolombinos fueron convertidos en lingotes, perdiéndose para siempre su valor histórico, artístico y cultural. Esta “fiebre del oro” de las huacas fue especialmente intensa en el último cuarto del siglo XIX, coincidiendo con el hallazgo del Tesoro Quimbaya.

Sin embargo, algunos conjuntos de objetos de oro quimbayas, aunque menos numerosos que el Tesoro principal, sí fueron adquiridos por museos europeos y coleccionistas particulares desde finales del siglo XIX. El descubrimiento del gran Tesoro se dio en este contexto de expansión minera, colonización interna y “empresas” dedicadas al expolio con un marco legal favorable. No sería hasta la Ley 48 de 1918, casi tres décadas después del hallazgo, que los objetos precolombinos serían declarados parte de la historia patria y se prohibiría su destrucción sin permiso. La prohibición de su salida del país sin autorización llegaría dos años después, con la Ley 47 de 1920.

La Adquisición Gubernamental y el Viaje a España

Tras el descubrimiento, el Tesoro pasó por manos de intermediarios que lo compraron a los huaqueros. Fue el Gobierno Colombiano, presidido entonces por Carlos Holguín Mallarino, quien decidió adquirir el conjunto. La compra se formalizó el 20 de agosto de 1891 mediante un “Contrato de compra de una colección de objetos de oro” con Fabio Lozano Torrijos. El contrato especificaba la adquisición de 433 objetos por la suma de 70.000 pesos de la época.

En 1892, España conmemoraba el IV Centenario del Descubrimiento de América en Madrid. Colombia consideró esta ocasión como una oportunidad ideal para exhibir su riqueza y patrimonio, y decidió enviar el recién adquirido Tesoro Quimbaya, junto con otros materiales, a la Exposición Histórico Americana organizada en la capital española. La colección fue embarcada el 2 de julio de 1892 en Barranquilla, haciendo trasbordo en La Habana. Las piezas de oro, junto con cerámica y otros objetos de la delegación colombiana, llegaron a España el 10 de agosto a bordo del vapor México.

Una Donación Diplomática

La intención detrás de la adquisición y el envío del Tesoro a España iba más allá de una simple exhibición. El presidente Carlos Holguín, con respaldo político, planeó donar este fabuloso conjunto a la reina gobernadora de España, María Cristina de Habsburgo. El motivo de esta generosa donación era expresar el agradecimiento de Colombia por la labor de España como mediadora en un laudo arbitral que había dirimido un conflicto de fronteras entre Colombia y Venezuela en 1891, resolviéndose a favor de Colombia.

Esta decisión de Estado, tomada en Consejo de Ministros y propuesta por el subsecretario de Relaciones Exteriores Marco Fidel Suárez, buscaba saldar esta “cuenta” diplomática “con decoro y cortesía”. La compra de la Colección Filandia (nombre con el que también se conoce a una parte del tesoro) se realizó con este fin exclusivo. La entrega oficial se concretó el 4 de mayo de 1893 en Madrid, a cargo del embajador de Colombia en España, Julio Betancourt, a la reina regente.

Es importante notar que, para la fecha de la entrega oficial, la administración de Carlos Holguín ya había finalizado. Por lo tanto, fue la administración de Miguel Antonio Caro la que formalmente entregó la colección. Así, cuatro presidentes de Colombia estuvieron involucrados en la donación: Carlos Holguín Mallarino (quien inició el proceso), Miguel Antonio Caro (quien lo completó), y los futuros presidentes Vicente Restrepo y Jorge Holguín, quienes ejercieron como ministros de Relaciones Exteriores durante este período. La donación fue, sin duda, un acto de gran generosidad y reconocimiento, buscando notoriedad internacional para el país.

La reina María Cristina, a su vez, entregó el Tesoro a las colecciones del patrimonio histórico español. Desde ese momento, pasó a formar parte del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, donde se expuso al público. Durante la Guerra Civil Española, el Tesoro, considerado un bien cultural de excepcional valor, fue evacuado a Suiza junto con importantes obras del Museo del Prado para su protección, lo que subraya la importancia que se le otorgó desde el primer momento.

El Tesoro en el Museo de América

La creación del Museo de América en Madrid en 1941, con el objetivo de agrupar todos los bienes americanos y de expediciones científicas que estaban en el Museo Arqueológico Nacional, marcó un nuevo capítulo para el Tesoro Quimbaya. Aunque el nuevo museo no tuvo sede propia inmediatamente, el Tesoro siguió expuesto en el Arqueológico dentro del área designada para el Museo de América. En 1965, con la inauguración del nuevo edificio del Museo de América en la Ciudad Universitaria, el Tesoro se trasladó a su ubicación actual.

Sin embargo, por motivos de seguridad, las piezas originales fueron retiradas de la exposición en julio de 1978, siendo custodiadas primero en el Banco de España y luego en la cámara acorazada del Museo Arqueológico. Durante este tiempo, hasta 1984, el Museo expuso una réplica del tesoro. Tras una década de renovación, el Museo de América reabrió sus puertas en 1994, y el Tesoro Quimbaya regresó a sus salas. Desde entonces, esta colección original y única se exhibe de forma permanente en la sala dedicada al mundo funerario, bajo estrictas medidas de conservación y seguridad.

El Conjunto Original vs. la Colección Donada

Uno de los aspectos cruciales y a menudo desconocidos de la historia del Tesoro Quimbaya es la diferencia entre el hallazgo original y el conjunto que fue donado a España. Aunque el Museo de América custodia las piezas entregadas como regalo en 1893 (correspondientes a 136 números de inventario), los documentos de la época, incluyendo el contrato de compra, sugieren que el hallazgo inicial fue mucho mayor. No solo incluía más objetos de oro y tumbaga, sino también piezas de cerámica, piedra e incluso textiles.

La investigación, como la realizada por Ana Verde en 2016 basándose en documentación y fotografías originales, estima que el conjunto de orfebrería del hallazgo original estaba formado por 474 piezas. Esto contrasta con los 433 objetos mencionados en el contrato de compra o los 136 números de inventario del conjunto donado. La diferencia en el número de piezas a menudo radica en cómo se contabilizan elementos compuestos como los collares (si se cuenta cada cuenta individualmente o el collar como un solo objeto).

Lo significativo es que la parte del “Tesoro de los Quimbayas” que se conserva en el Museo de América y que fue adquirida por el gobierno colombiano para la donación, representa solo una quinta parte de la ofrenda funeraria original localizada. Esto implica que las otras cuatro quintas partes del oro y otros objetos de estas tumbas se dispersaron. Una parte importante terminó en manos particulares, y es probable que gran cantidad fuera fundida, perdiéndose para siempre.

Sin embargo, se sabe que una parte de esta orfebrería fue adquirida por Vicente Restrepo junto con cerámica del mismo hallazgo. Otra parte fue comprada por el gobierno colombiano. Estas colecciones estuvieron en la Exposición Mundial Colombina de Chicago en 1893 y fueron vendidas posteriormente en Estados Unidos. Una parte importante de ellas se encuentra actualmente en el Field Museum de Chicago. Otra colección de cerámica y piedra fue donada por el gobierno colombiano para la Exposición Ítalo-Americana de Génova en 1892. El paradero del resto de los lotes se desconoce.

Cultura y Datación del Tesoro

A pesar de ser conocido popularmente como “Tesoro de los Quimbayas”, los estudios arqueológicos han determinado que estas piezas no corresponden al grupo étnico Quimbaya con el que los españoles tuvieron contacto en el siglo XVI (conocido como Quimbaya Tardío). Pertenecen a una cultura que habitó la misma región en un período anterior, denominada “Quimbaya Clásico”.

El período de desarrollo de la cultura Quimbaya Clásico abarca aproximadamente desde el 500 a. C. hasta el siglo VI d. C. Análisis arqueométricos, incluyendo datación por radiocarbono y termoluminiscencia realizados sobre restos de cenizas y núcleos de arcilla de las piezas, han permitido situar el Tesoro Quimbaya en el siglo V-VI d. C. Por lo tanto, el Tesoro corresponde al último período de esta fase cultural, el Quimbaya Clásico.

Piezas Emblemáticas

El Tesoro Quimbaya está compuesto por una variada tipología de objetos, muchos de ellos relacionados con rituales y el adorno personal de los líderes o caciques. Entre las piezas destacan narigueras, orejeras, agujas para cal, colgantes, cascabeles, cascos y una diadema. También se encuentran collares e incluso un instrumento musical.

Sin embargo, las piezas más célebres y que han otorgado gran parte de su fama al conjunto son los poporos o recipientes para cal. Algunos tienen formas vegetales, como calabazas, mientras que otros son figurativos. De estos últimos, seis representan figuras antropomorfas de caciques: cuatro hombres y dos mujeres, una de ellas embarazada. Estas figuras están representadas desnudas, portando símbolos de poder en sus manos y adornadas con collares, orejeras y narigueras. La maestría en la representación de estas figuras humanas es lo que las convierte en elementos icónicos del Tesoro.

El Tesoro ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de su historia, tanto en España como en Colombia, abordando su hallazgo, donación, aspectos técnicos y artísticos. Desde 2011, un proyecto de investigación del Museo de América en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha llevado a cabo detallados estudios arqueométricos para analizar la composición de los objetos, revelando técnicas y aleaciones utilizadas por los antiguos orfebres. Los resultados de estas investigaciones han sido publicados, contribuyendo significativamente al conocimiento de este excepcional conjunto.

Reclamaciones de Devolución

La historia del Tesoro Quimbaya no está exenta de controversia. Desde hace tiempo, el gobierno de Colombia ha manifestado su deseo de que el Tesoro sea devuelto. Como se ha explicado, el conjunto fue comprado por el gobierno colombiano en 1891 y posteriormente donado a España en 1893 como un acto diplomático.

La legalidad de esta donación ha sido objeto de debate. Aunque fue una decisión de Estado tomada en Consejo de Ministros, algunos argumentan que un presidente o gobierno no tiene la potestad de donar bienes patrimoniales de tal magnitud y significado cultural. Otros, incluyendo la Academia Colombiana de la Historia, se oponen a la restitución, argumentando que fue un acto legal y soberano de la época, sugiriendo incluso cambiar su nombre a “Colección Filandia” para enfatizar su origen. La donación fue realizada por la administración de Miguel Antonio Caro, aunque iniciada por Carlos Holguín, involucrando a varios altos funcionarios de la época.

El debate continúa activo. En mayo de 2024, los Ministros de Cultura y Relaciones Exteriores de Colombia presentaron formalmente al gobierno español una “Propuesta para el retorno de la Colección Quimbaya a Colombia”. Este tema ha sido abordado en el Congreso de los Diputados español, donde existen opiniones encontradas entre los diferentes grupos políticos respecto a la posibilidad de la devolución. La situación actual del Tesoro Quimbaya es, por tanto, la de un conjunto histórico-artístico de incalculable valor cultural, conservado y expuesto en España, pero cuya posesión sigue siendo objeto de reclamación por parte de Colombia.

Comparativa: Hallazgo Original vs. Colección Donada

Para visualizar la magnitud del hallazgo original frente a lo que llegó a ser el Tesoro Quimbaya en España, podemos comparar la información disponible:

AspectoHallazgo Original (Estimado)Colección Donada a España
Fecha1890Entregada el 4 de mayo de 1893
Ubicación del HallazgoLa Soledad, cerca de Filandia (Cartago)-
Comprador InicialIntermediariosGobierno Colombiano (1891)
Comprador Final / ReceptorDisperso (parte fundida, parte en colecciones privadas, parte en museos como Field Museum Chicago, parte en Museo de América)Gobierno Español (Museo Arqueológico Nacional, luego Museo de América)
Número de Piezas (Orfebrería)Aprox. 474 (según estudio)Aprox. 433 (según contrato de compra)
136 (números de inventario en Museo de América)
Otros Materiales HalladosCerámica, piedra, textilesPrincipalmente orfebrería (oro y tumbaga)
Destino del Resto del HallazgoFundición, colecciones privadas, otros museos-
Motivo del Traslado a EspañaExhibición y posterior donación diplomática-

Preguntas Frecuentes sobre el Tesoro Quimbaya

¿Cuándo y dónde se descubrió el Tesoro Quimbaya?

El Tesoro Quimbaya fue descubierto en el año 1890 en el sitio arqueológico de La Soledad, ubicado cerca de Filandia, en la actual Colombia.

¿Quiénes encontraron el Tesoro?

Fue encontrado por un grupo de huaqueros, que eran personas dedicadas a la búsqueda y extracción de objetos valiosos de tumbas indígenas.

¿Por qué el Tesoro Quimbaya está en España?

El Tesoro fue adquirido por el gobierno colombiano en 1891 y posteriormente donado a la Reina Regente de España, María Cristina de Habsburgo, en 1893. Esta donación fue un gesto de agradecimiento por la mediación española en un conflicto de límites entre Colombia y Venezuela que se resolvió a favor de Colombia.

¿Fue legal la donación del Tesoro a España?

La donación fue una decisión de Estado tomada en Consejo de Ministros por el gobierno colombiano de la época. Si bien fue legal según las normas y prácticas diplomáticas de ese tiempo, hoy en día existen debates y reclamaciones por parte de Colombia argumentando su valor patrimonial inalienable.

¿Quién donó el Tesoro, Carlos Holguín o Miguel Antonio Caro?

El proceso fue iniciado por el presidente Carlos Holguín Mallarino, quien adquirió el tesoro. Sin embargo, la entrega oficial a la reina regente en mayo de 1893 fue realizada por la administración de su sucesor, Miguel Antonio Caro.

¿Qué cultura creó el Tesoro Quimbaya?

El Tesoro fue creado por la cultura conocida como Quimbaya Clásico, que habitó la región entre el 500 a. C. y el siglo VI d. C., un período anterior al del grupo Quimbaya con el que interactuaron los españoles (Quimbaya Tardío).

¿Cuántas piezas tiene el Tesoro Quimbaya que se exhibe en España?

El Museo de América en Madrid custodia y exhibe el conjunto que fue donado, que corresponde a 136 números de inventario. Se estima que el hallazgo original fue mucho más grande, incluyendo cerca de 474 piezas de orfebrería según algunas investigaciones.

¿Dónde se encuentra actualmente el Tesoro Quimbaya?

El Tesoro Quimbaya se exhibe de forma permanente en el Museo de América en Madrid, España.

¿Está Colombia reclamando la devolución del Tesoro?

Sí, el gobierno colombiano ha realizado y continúa realizando gestiones diplomáticas para solicitar la devolución del Tesoro Quimbaya a Colombia.

¿Qué tipo de objetos incluye el Tesoro?

El Tesoro incluye piezas de oro y tumbaga como narigueras, orejeras, colgantes, cascos, collares y, notablemente, poporos figurativos, incluyendo seis que representan figuras antropomorfas (caciques).

Legado y Significado

El Tesoro Quimbaya es más que una simple colección de objetos de oro; es un testimonio de la sofisticación artística y técnica de las culturas precolombinas de Colombia. Cada pieza narra una historia de creencias, rituales y estructuras sociales de un pueblo ancestral. Su viaje desde las tumbas de La Soledad hasta las vitrinas de un museo en Europa refleja los complejos procesos históricos del siglo XIX, incluyendo la huaquería, la consolidación de los estados nacionales latinoamericanos y las relaciones diplomáticas internacionales.

Hoy, el Tesoro Quimbaya sigue siendo un símbolo de identidad y un punto de debate sobre la propiedad y el lugar de conservación del patrimonio cultural. Su presencia en el Museo de América permite su estudio y difusión a nivel internacional, mientras que la reclamación de Colombia subraya la importancia que tiene para la nación de origen. Independientemente de dónde resida, el Tesoro Quimbaya permanece como un legado invaluable de la rica historia y la maestría orfebre del continente americano.

Si quieres conocer otros artículos parecidos a Tesoro Quimbaya: Su Historia y Destino puedes visitar la categoría Orfebreria.

Avatar photo

Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

Subir