Contrastes de Plata: Un Viaje Global

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El mundo de la orfebrería y la platería es vasto y fascinante, lleno de historia, arte y técnica. Uno de los aspectos que más interés suscita entre coleccionistas y aficionados es el de los contrastes o punzones, esas pequeñas marcas grabadas sobre la superficie de los objetos que nos hablan de su origen, su pureza y, a menudo, de la época en que fueron creados. Comprender estos contrastes es clave para apreciar plenamente una pieza de plata de ley. Si bien los punzones en la industria metalmecánica tienen funciones diversas como corte o estampado, en el ámbito de la platería, su uso principal es el de certificar la calidad y origen del metal precioso.

¿Qué significan las marcas en las joyas?
Estos números representan el porcentaje de oro puro presente en la joya. Por ejemplo, la marca 925 indica que el objeto contiene 92,5% de oro puro. Esto significa que el resto de la joya (7,5%) es una base de metal, como el plomo o el hierro.

Abordar el punzonado de la plata a nivel mundial es una tarea compleja dada la diversidad de sistemas a lo largo de la historia y las geografías. Sin embargo, podemos explorar algunos de los métodos de marcaje más representativos en diferentes naciones, desvelando las principales características de sus sistemas.

Índice de Contenido

Los Contrastes de Pureza y Origen: Un Recorrido Internacional

A lo largo del orbe, diferentes países han desarrollado sus propios sistemas de marcaje para garantizar la pureza de la plata. Estos sellos varían enormemente en diseño y significado.

Europa

Alemania

Hasta 1886, la plata alemana y prusiana se certificaba mediante símbolos de marcas de ciudades, como águilas, castillos, osos o leones. En Hamburgo, además, se incluía una letra para identificar al Maestro de Ensayo y una marca de concesión. Hanau, por su estatus comercial, usaba sellos de fantasía. La calidad se expresaba en loth, una unidad de medida donde valores como 12, 13, 14, 15 y 16 loth correspondían a 750, 812, 875, 937 y 999 milésimas respectivamente.

Desde 1888, se unifica el sistema. Desaparecen los sellos anteriores y la marca oficial pasa a ser la luna creciente acompañada de una corona, simbolizando el estado germano, junto al indicador de milésimas (pureza). Este contraste sigue vigente y suele combinarse con el punzón del fabricante.

Austria-Hungría / Imperio Austro-Húngaro

En el siglo XVIII, el contraste era un círculo con cruz que indicaba la pureza en loth y la fecha. En el siglo XIX (hasta 1866), el punzón cambió, mostrando el número de calidad en la parte superior del círculo y la ciudad en el contorno.

Entre 1866 y 1922, se estableció un sistema homogéneo: el busto de la Diosa Diana con media luna. La forma del cartucho (círculo lobulado, hexágono, pentágono) y un número (1-4) fijaban la pureza (950, 900, 800 y 750 milésimas). Desde 1872, una letra reflejaba la ciudad de ensayo (A, B, C, etc.). Para objetos pequeños, se usaban marcas como cabezas de perro y león (800 y 750 milésimas).

Austria

Tras la disolución del Imperio en 1922, Austria adoptó nuevos sellos como la cabeza de la abubilla y el tucán. La calidad (800, 835, 900, 935 milésimas) se indicaba por la forma del cartucho con un número (1-4) y una letra (G, I, K, L, S, W) para la ciudad. Las piezas importadas se marcaban con un punzón de un ala. Desde 1972, como miembro de la Convención de Contrastes, se usan las calidades 800, 830, 925 y 999 milésimas en un punzón con una báscula, acompañado del sello de ciudad.

Bélgica

Entre 1831 y 1868, se usaba un cartucho con una lira o un busto para marcar la plata de 800 milésimas. Desde 1868 hasta principios de los cuarenta, el marcaje no era obligatorio. Coexistían sellos oficiales para 900 (A1) y 800 (A2) milésimas con contrastes de fabricantes. Desde 1942, la marca estatal romboidal aparece junto al sello del fabricante.

Bulgaria

A partir de 1910, el metal precioso se marca con una corona de cinco puntas y una combinación de letra y dígito (A1, A2, A3, A4 y A5) para indicar la pureza (500, 750, 850, 900 y 950 milésimas). La marca de importación es la letra H.

Checoslovaquia / República Checa

Sistemas históricos incluían escudos, mazos, martillos, puertas de castillo y heráldicas. Entre 1922 y 1929, se usó un busto de mujer con pañuelo y un número (1-4) para calidades (950, 900, 800 y 750), reservado luego para artículos grandes. También se usaron cabezas de perro y Ram. De 1929 a 1942, el contraste frecuente fue piramidal con tres colinas, cruz y dígito (1-5) para purezas (959, 925, 900, 835 y 800). Desde los cuarenta, se usó un punzón triangular con el número de calidad. Actualmente, se usan formas animales (conejo, cabra) con un número (0-5) para purezas de 800 a 999 milésimas. Para exportación, se usan ancla y Flor de Lis.

Dinamarca

Una ley de 1893 estableció cuatro sellos: ensayador, platero, fabricante y pureza. Si no había indicador numérico, la marca oficial garantizaba un mínimo de 826 milésimas, subiendo a 830 y 925 posteriormente. El punzón del ensayador (tres torres) representaba Copenhague y siempre llevaba dos dígitos para el año. A pesar de la ley, muchas firmas relevantes no seguían estos parámetros. En 1977, el método se desechó y los contrastes pasaron a ser iniciales del fabricante, 925S o leyendas como ‘Sterling’, ‘Dinamarca’ y ‘Danmark’.

Escocia

Sigue criterios idénticos al sistema inglés. El sello de Edimburgo es una fortaleza con tres torres. La plata de ley manufacturada en Edimburgo se marcaba con la imagen de un cardo (hasta 1975) en lugar del león rampante inglés. Glasgow, identificado con un árbol, sí adoptó el león, pero apoyado sobre sus patas traseras.

¿Qué antigüedad tiene la platería antigua?
Para que una pieza se considere plata antigua, debe tener más de 100 años . Los artículos de plata del siglo XIX y principios del XX se clasificarían como antigüedades. La plata vintage, en cambio, tiene 50 años o menos. Normalmente, los artículos de plata antigua tienen un valor mayor.

España

La información detallada sobre los punzones y sellos de la platería española se remite a un artículo específico, indicando su complejidad y evolución histórica.

Estonia

A principios de los años veinte, los artículos se contrastaban con una Flor de Lis y las letras EW (República de Estonia) junto al número 84 (875 milésimas). De 1924 a 1939, el sello nacional fue el león pasante junto al indicador de pureza (800, 875, 900 y 935). Usualmente, se incluían también las iniciales del fabricante.

Finlandia

Similar al sistema británico, se compone del sello del orfebre, el punzón del país, el marcador de pureza, el icono del lugar y el código de datación. El contraste oficial desde 1810 es una corona de cinco puntas en un cartucho con forma de corazón. La calidad (813, 830, 875, 916 y 925 milésimas) se expresa con valor alfanumérico. El código de fecha usa letras y números. La ciudad se determina con distintas imágenes. Algunos fabricantes añaden ‘Sterling Finland’ para exportación.

Francia

La práctica del contraste surge en Francia hacia 1250, ligada inicialmente a la ciudad productora con símbolos variados. En el siglo XIV, los orfebres de París añadieron sus propios sellos. El primer punzón de garantía estándar apareció en 1543. En 1672, se incorporaron los sellos de ‘carga y descarga’ para impuestos. En el siglo XVIII, las marcas principales eran las del fabricante (Flor de Lis coronada, iniciales), las de ‘carga y descarga’ (letras con ornamentos o signos pequeños) y la de ‘maison commune’ / ‘Jourande’ (letra coronada cambiante cada año para garantizar la finura).

La abolición de los gremios en 1791 llevó a un periodo de sellos no oficiales hasta 1797, cuando se reintroduce el sistema de milésimas: 950 milésimas (cabeza de jabalí) y 843 (cabeza de caballo). La Dirección de Garantía supervisaba la calidad. Se usó un sello para artículos grandes y pequeños: la cabeza de la Libertad (800 milésimas). También un gallo (frente y lado) y bustos masculinos y femeninos.

Desde 1809, surgieron la cabeza de águila (objetos pequeños, tres calidades) y los bustos de Ceres y Mercurio (mínimo 800 milésimas). Entre 1819 y 1838, una serie de seis insectos identificaba París y regiones. Desde entonces, los contrastes se mantienen con la cabeza de Minerva (800 y 950 milésimas) y el busto de Mercurio para exportación. Para artículos pequeños de 800 milésimas, se usan cabeza de jabalí o cangrejo. Estos punzones suelen acompañarse del sello del orfebre/fabricante. Actualmente, hay un busto de Minerva para 925 y un florero para 999 milésimas.

Holanda

Hasta principios del siglo XIX, no hubo un sistema homogéneo. Existía la tradición de estampar el distintivo de ciudad y fecha, con cada gremio urbano teniendo su marca. Ámsterdam fue pionera en 1503 con la letra de fecha. Entre los siglos XV y XVIII, los contrastes de los gremios (abolidos en 1798) incluían letra, escudo de la población, sello estándar holandés (león coronado rampante) y estampa de manufactura.

De 1814 a 1953, el cartucho mantuvo la marca del maestro y la letra. El león (rampante o pasante) indicaba calidad (934 y 833 milésimas). Apareció la cabeza de Minerva con una letra para la oficina de ensayo. Otros punzones fueron la espada (1814-1905, mínimo 833, piezas pequeñas), la V coronada (importados) y la llave (mercados exteriores). Hasta 1931, cada ensayador era responsable; luego, una oficina estatal tomó el control. Desde los cincuenta, dos punzones oficiales: león pasante con número romano I o II (925 y 835 milésimas). Desde 1987, las oficinas de análisis se privatizaron.

Hungría

A finales de los años treinta y durante casi tres décadas, la plata se marcó con el busto de una mujer con el pelo recogido, mirando a la derecha y con una pequeña media luna. El motivo, en un cartucho geométrico, incluía un número (1, 2 y 3) alusivo a la pureza (935, 900 y 800 milésimas).

América

Argentina

Desde los años sesenta, la plata se marca con un contraste romboidal que contiene el valor en milésimas.

Brasil

Durante siglos de colonización, la plata se usó mucho, pero las primeras piezas autóctonas datan del siglo XVII. Se usaban monedas macuquinas fundidas. El oficio estaba limitado a personas de “sangre pura” hasta el siglo siguiente. El país siguió las reglas portuguesas: letras coronadas (R para Río, B para Bahía), dígitos para la pureza e iniciales del maestro. Muchas piezas carecen de marcas. La independencia en el siglo XVIII impulsó el sector. Bajo Don Pedro II (1831-1889), las piezas adoptaron influencias europeas. Existe mucha producción religiosa y profana. Algunas marcas conocidas son Angelo Fracalanza y Eberle. Expresiones como Brazil Silver, Brazilian Silver y Nevada Silver no son plata de ley, sino níquel plateado.

Canadá

Después de la Segunda Guerra Mundial, se creó el estándar mínimo de 925 milésimas, indicado estampando ‘Sterling’ o ‘Silver’ en la pieza, además del sello de la manufactura.

¿Qué es el contraste en una joya?
Un contraste o sello de contraste es una marca que se graba en los objetos realizados con metales preciosos como garantía de su pureza.

Estados Unidos

No existe un estándar nacional. Baltimore tuvo oficina de ensayo (1814-1830). Inicialmente, la plata se obtenía de monedas de purezas variables, marcándose como ‘coin’, ‘pure coin’ o sin sellos. Tras la legislación nacional (1868) para un estándar mínimo, las piezas se punzonan con ‘sterling’ y el dígito 925 o 925 / 1000.

Sin sistema cronológico estatal, empresas como Tiffany y Gorham crearon modelos propios de datación. Lo habitual es que no aparezcan marcas de ensayo, ciudad o fecha, pero sí el sello del fabricante. La ley no exige marcar la pureza, pero obliga a incluir el distintivo si se usa estampa de calidad. Es posible rastrear objetos por las firmas de orfebres y marcas pictóricas (animales, personas, criaturas míticas, etc.). Se requiere investigación para conocer el origen.

Oceanía

Australia

Entre finales del siglo XIX y el XX, el estándar se reflejaba con la estampa ‘Sterling silver’, a menudo abreviada (STG SIL) o combinada. Suele acompañarse de otros sellos como iniciales del marcador o fabricante.

Asia

China

Los contrastes para la exportación a Occidente (1775-1880) imitaban sellos británicos y marcas de monedas estadounidenses, haciéndolos confusos. Objetos de Hong Kong, Cantón, Shanghái y Pekín muestran líneas inglesas, león pasante, leopardo coronado, bustos (equivalentes a ‘duty marks’), letras de fecha y compañía, e incluso pictogramas como el ancla de Birmingham. También se usaban caracteres locales, solos o combinados, y a principios del siglo XX, ‘Sterling’ o ‘Silver’ y el dígito 90 (pureza) junto a otros punzones.

Corea

La plata, abundante, se usó moderadamente hasta el siglo XIX. Solo con la anexión japonesa (1910-1945) se fijó un método de garantía, siguiendo hábitos japoneses con caracteres chinos y coreanos (plata pura, plata de…) sin indicación de milésimas. Tras la independencia, la expresión autóctona para plata pura fue habitual. Desde los sesenta, surgieron otras marcas para plata maciza, a veces con sellos de pureza, pero sin símbolo nacional. Las piezas se estampan con ‘Silver’ (en inglés), milésimas o porcentaje (70, 80, 90, 99%), grafía local y STG para plata de ley.

Egipto

Desde principios del siglo pasado, los objetos se marcan con un cartucho secuencial de tres símbolos. El primero: oficina de ensayo (abreviatura) y calidad (dos caracteres para 700, 800, 900 milésimas). El segundo: punzón estatal (gato 1916-45, luego flor de loto). El tercero: letra de fecha (romana al principio, árabe desde los cuarenta).

¿Qué significa A1 en la plata?

Como hemos visto al explorar los sistemas de marcaje por países, el significado de un punzón específico puede variar enormemente. En el caso de la marca A1, según la información proporcionada, encontramos su uso en al menos dos contextos nacionales:

En Bélgica, entre 1868 y principios de los cuarenta, coexistieron sellos oficiales. A1 se utilizaba para indicar la primera ley, correspondiente a 900 milésimas de pureza en la plata. Era uno de los sellos oficiales junto a A2 (800 milésimas).

En Bulgaria, a partir de 1910, se adoptó un sistema que combinaba una corona con una letra y un dígito para indicar la pureza. En este sistema, A1 se utilizaba para representar la menor pureza de plata certificada, correspondiente a 500 milésimas.

Por lo tanto, el significado de A1 en la plata no es universal. Depende del país y del periodo histórico en el que se aplicó el marcaje. Mientras en Bélgica significaba 900 milésimas (una alta pureza), en Bulgaria indicaba 500 milésimas (una pureza considerablemente menor).

Consideraciones Finales

La interpretación de los contrastes de plata requiere conocimiento de los sistemas específicos de cada país y época. Las marcas de ciudad, de fecha, de fabricante y de pureza se combinan para contar la historia de una pieza. La diversidad de símbolos, desde animales mitológicos hasta letras y números, refleja la rica tradición de la orfebrería mundial.

Este recorrido por algunos sistemas de marcaje internacionales subraya la importancia de estas pequeñas improntas como garantía de autenticidad y calidad, y como valiosa herramienta para coleccionistas e historiadores. Aunque la información sobre algunos sistemas es extensa, como los de Francia u Holanda, y otros son más concisos, cada uno aporta una pieza al complejo puzzle de la platería global.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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