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Las Campanas de la Catedral de Murcia

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La Catedral de Santa María de Murcia, con su imponente torre de 92 metros de altura, no es solo un referente arquitectónico e histórico de la ciudad, sino también un custodio de un rico patrimonio sonoro: sus campanas. Estos bronces, testigos mudos del paso del tiempo, han marcado el ritmo de la vida murciana durante siglos, anunciando horas, fiestas, oraciones y eventos importantes. Entre sus estancias más singulares se encuentra la llamada Sala de Conjuros, un lugar que evoca prácticas ancestrales ligadas al poder protector del sonido de las campanas.

¿Por qué es famosa Murcia?
Entre los atractivos turísticos más destacados se encuentran la Catedral de Murcia y numerosos edificios barrocos, la reconocida gastronomía local, la procesión de Semana Santa, las obras de arte del famoso escultor murciano Francisco Salzillo y las Fiestas de Primavera.

La torre de la Catedral de Murcia es una obra maestra cuya construcción se extendió a lo largo de varios siglos, desde 1521 hasta 1791. Comenzada por arquitectos como Francisco Florentino y Jacopo Florentino en el siglo XVI, con un diseño renacentista que incorporaba pilastras corintias y jónicas, la obra fue continuada por maestros como Jerónimo Quijano. Tras una pausa en su edificación debido a un ligero asiento del terreno, la torre fue finalmente completada en el siglo XVIII, adquiriendo su remate ochavado y su característica cúpula neoclásica, bajo la dirección de José López. Esta evolución arquitectónica a lo largo de casi tres siglos le confiere una complejidad y una belleza únicas, reflejo de los distintos estilos y épocas por las que pasó.

El conjunto de campanas de la Catedral de Murcia es uno de los más complejos y numerosos de las catedrales españolas, albergando un total de veinte bronces en su sala. Tradicionalmente, estas campanas se dividían en dos grupos principales con usos diferenciados. Por un lado, estaban las campanas del reloj, utilizadas para marcar el tiempo de la ciudad. Durante siglos, solo dos campanas cumplían esta función: un timbre con un sonido peculiar para los cuartos y la campana mediana, conocida como campana de Santa María, para las horas. Estas campanas del reloj se mantenían separadas de otro mundo sonoro, el de los toques litúrgicos.

Las campanas litúrgicas, por su parte, organizaban la vida cotidiana de la ciudad y su huerta, basando sus toques en los ciclos naturales y de la liturgia. Se organizan en dos niveles dentro de la misma sala de campanas y presentan dos formas de ser tocadas: tres grandes campanas fijas y diecisiete campanas de volteo. Una característica notable de este conjunto es la dedicación de la práctica totalidad de las campanas a la Santísima Cruz, un hecho que subraya su poder de protección, especialmente en los toques destinados a conjurar o alejar males.

Entre la valiosa colección de campanas de la Catedral se encuentran ejemplares de gran antigüedad e interés histórico. Destaca una campana gótica, a menudo referida como la mal llamada "La Mora". Aunque su importancia ha sido sobrevalorada en ciertos aspectos, es una pieza relevante. Lamentablemente, la campana original se encuentra actualmente en el museo y ha sido sustituida en la torre por una réplica, tanto en su aspecto como en sus características acústicas, en lugar de haber sido restaurada mediante soldadura para recuperar su voz histórica.

Además de "La Mora", el conjunto incluye otras campanas interesantes, como dos bronces que datan de 1609. Varias campanas del siglo XVIII, incluido el timbre de los cuartos, enriquecen también la colección. Un conjunto particularmente notable es el de siete campanas fundidas por ROSAS en 1815, al que se suman otras refundidas por ALBALADEJO a principios del siglo XX (1901 y 1902). Estas campanas de ROSAS y ALBALADEJO configuran uno de los programas iconográficos más coherentes entre las catedrales españolas. También existe alguna campana de interés escaso fundida por la EMPRESA NACIONAL BAZÁN.

La Sala de Conjuros: Un Espacio de Misterio y Sonido

Ubicada bajo la sala de campanas, la Sala de Conjuros es un espacio con una conexión directa y tradicional con el sonido de los bronces superiores. Históricamente, un conjunto de agujeros en el techo de esta sala permitía que unas doce campanas pudiesen ser tañidas, para ciertos toques, directamente desde este nivel inferior. Esta disposición facilitaba la ejecución de algunos de los toques más espectaculares y solemnes de la Catedral.

Lamentablemente, durante la restauración llevada a cabo entre 2002 y 2004, estos huecos fueron eliminados. Aunque innecesarios para los toques automáticos implementados, su desaparición impide la posibilidad de recuperar la práctica tradicional de tañer campanas desde la Sala de Conjuros, perdiéndose así una parte importante del patrimonio inmaterial asociado al campanario.

El Enigmático Toque de Conjurar

Dentro del rico repertorio de toques tradicionales de la Catedral de Murcia, el "Toque de Conjurar" posee un significado especial, vinculado a la protección y a la dedicación de las campanas a la Santísima Cruz. Este toque, según las propuestas de restauración, se realizaba tradicionalmente desde la Cruz de Mayo (3 de mayo) hasta la Cruz de Septiembre (14 de septiembre). Se ejecutaba después del toque del Angelus, siempre y cuando no coincidiera con una fiesta o solemnidad mayor.

El toque consistía en un repique de cuatro campanas pequeñas (identificadas como 2, 4, 20 y 21 en la propuesta) durante aproximadamente dos minutos. Aunque tradicionalmente se utilizaba la campana "La Mora" en este repique, en las propuestas actuales su uso para el toque de conjurar se reserva únicamente para el tercer toque de las Solemnidades Especiales, con el fin de preservar su sonido para el futuro. Por lo tanto, si bien no existe un *nombre* específico para un *grupo* de campanas "conjuratorias", el "Toque de Conjurar" se asocia a ciertas campanas pequeñas y, antiguamente, a "La Mora", tañidas de una manera particular.

La Tradición del Toque Murciano-Andaluz

La Catedral de Murcia representa uno de los lugares más significativos del modo de tocar murciano-andaluz. Este estilo se caracteriza por mantener las campanas grandes fijas y las campanas menores destinadas al volteo. Las veinte campanas del cuerpo principal de la torre se repicaban tradicionalmente desde la sala de campanas mediante un ingenioso sistema de poleas. Este sistema, conservado en parte, permitía concentrar las cuerdas a ambos lados del núcleo de la escalera central.

Curiosamente, las cuerdas de la campana mayor y de la tercera solo llegaban a sus lados correspondientes, mientras que en los otros dos lados se concentraban catorce sogas, siete a cada lado. Otras dos campanas menores se tañían con cuerdecitas específicas. Para evitar movimientos inesperados, muchas campanas de volteo se fijaban a la pared con ganchos especiales que debían retirarse para el volteo. Este complejo sistema de cuerdas y fijaciones permitía que, con la participación de varios campaneros (probablemente hasta cinco personas para ciertas ocasiones), se pudiesen tocar las veinte campanas simultáneamente o de forma alternada, creando efectos sonoros variados y potentes, como el tañido del badajo a dos manos en ambos lados de la campana.

Restauración y Estado Actual de los Toques

La restauración de las campanas y sus instalaciones, llevada a cabo entre 2002 y 2004, supuso la recuperación del espacio acústico de la sala y la sonoridad original de los bronces, gracias a la soldadura de campanas rajadas, la limpieza y la reposición de yugos de madera similares a los originales. La empresa RELOJERÍA VALVERDE, con sede en Murcia, fue la encargada de estos trabajos.

Sin embargo, la implementación de sistemas automáticos tras la restauración ha sido objeto de críticas. Se ha grabado una serie de toques que, según los expertos, carecen de orden y concierto, resultando en un ruido desacompasado. Se ha reintroducido el toque ruidoso de algunas campanas pequeñas para los cuartos, y los volteos de fiesta no siempre incluyen las campanas fijas. La falta de sincronización en la entrada y parada de las campanas, y el volteo continuo en el mismo sentido, contribuyen a esta sensación de ruido.

Se critica especialmente el intento de interpretar melodías con las campanas existentes. Las campanas de la Catedral de Murcia no fueron concebidas para tocar melodías y carecen de la afinación y armonización necesarias en sus notas parciales para ello. Este intento se considera un desconocimiento tanto del papel histórico de estos instrumentos como de su composición musical, convirtiéndose en una muestra innecesaria de ruido repetida cada cuarto de hora. Los expertos sugieren que, si se deseara tocar melodías, sería necesario fundir campanas nuevas, afinadas, e instalarlas de forma fija, separadas de las campanas litúrgicas y de reloj, para respetar la tradición y lograr una sonoridad adecuada.

Propuestas para la Recuperación de los Toques Tradicionales

El proyecto de restauración que sirvió de base para los trabajos de 2002-2004 incluía propuestas detalladas para la recuperación de los toques tradicionales, buscando combinar campanas, ritmos y silencios de acuerdo con la experiencia histórica. Aunque se recuperó la sonoridad de los bronces, la programación propuesta para los toques no se tuvo plenamente en cuenta, resultando en las críticas mencionadas sobre los toques actuales.

Las propuestas contemplaban un calendario de toques muy estructurado, diferenciando entre toques diarios, de domingos, fiestas, solemnidades y solemnidades especiales (Navidad, Pascua, Corpus, Ntra. Señora de la Fuensanta), cada uno con una combinación específica de campanas de tañido alternado y volteo, con duraciones preestablecidas. Se proponían toques específicos para el Angelus, la oración matutina y vespertina, las ánimas, difuntos (distinguiendo hombre, mujer, canónigo/obispo, Papa/Rey), bendiciones, y, por supuesto, el ya mencionado Toque de Conjurar.

Un aspecto clave de estas propuestas era mantener la separación tradicional entre las campanas del reloj y las demás, y no utilizar campanas no afinadas para intentar interpretar melodías. También se proponía la recuperación del uso de las Matracas desde el Jueves Santo hasta el Sábado Santo, sustituyendo los toques de campanas y de reloj durante este período.

Lamentablemente, la rápida desaparición de la tradición oral ha llevado a que, en la memoria colectiva reciente, se consideren como tradicionales los toques más ruidosos y desacompasados de los últimos tiempos, dificultando la comprensión y el aprecio por los toques estructurados y significativos que se proponían recuperar. Recuperar la dignidad sonora de este magnífico conjunto de campanas sigue siendo un desafío pendiente para la Catedral de Murcia.

Preguntas Frecuentes sobre las Campanas de la Catedral de Murcia

  • ¿Cómo se llaman las campanas conjuratorias?
    El texto no menciona un nombre específico para un conjunto de campanas "conjuratorias". Se refiere al "Toque de Conjurar", un toque específico que, según las propuestas, se realiza con las campanas pequeñas 2, 4, 20 y 21. Tradicionalmente, la campana "La Mora" también participaba en este repique. Los nombres tradicionales de la mayoría de las campanas se han perdido.
  • ¿Cuántas campanas tiene la Catedral de Murcia?
    La sala de campanas alberga un total de veinte bronces.
  • ¿Cuál es la campana más famosa?
    Aunque su importancia es debatida, la campana gótica conocida como "La Mora" es quizás la más famosa, aunque la original ya no está en la torre sino en el museo.
  • ¿Qué es el Toque de Conjurar?
    Es un toque tradicional que se realizaba en ciertos periodos del año (mayo a septiembre), después del Angelus, para protección. Se asociaba a campanas pequeñas y, antiguamente, a "La Mora".
  • ¿Se puede subir a la torre de la Catedral?
    Sí, tras la restauración, se realizan visitas guiadas regulares a la torre y sus estancias, incluida la sala de campanas.
  • ¿Cómo se tocaban tradicionalmente las campanas?
    Se tocaban a mano, mediante un complejo sistema de cuerdas y poleas desde la sala de campanas y el cuarto cuerpo de la torre, siguiendo el estilo murciano-andaluz con campanas grandes fijas y menores de volteo.
  • ¿Están afinadas las campanas de la Catedral?
    Las campanas, debido a sus distintos orígenes y fundidores, no fueron concebidas para tocar melodías y carecen de la afinación y armonización necesarias entre sí.

En conclusión, las campanas de la Catedral de Murcia constituyen un instrumento musical e histórico de incalculable valor. Aunque su sonoridad original ha sido recuperada en parte tras la restauración, la implementación de toques automáticos que no respetan la rica tradición y la estructura sonora original privan a la Catedral del máximo potencial de este magnífico conjunto. La recuperación plena de los toques tradicionales, incluyendo el enigmático Toque de Conjurar, representaría un paso fundamental para honrar la historia y el patrimonio sonoro de este emblemático monumento.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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