¿Qué tipo de joyas usaban los egipcios?

El Oro en el Antiguo Egipto: Metal de Faraones

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Desde las arenas del desierto hasta las cámaras funerarias más profundas, el oro ocupó un lugar central en la civilización del Antiguo Egipto. No era simplemente un metal precioso; era un material intrínsecamente ligado a la divinidad, la realeza y la promesa de la vida eterna. Egipto, una tierra bendecida con abundantes yacimientos, especialmente en el desierto oriental y en las ricas tierras de Nubia, explotó sus recursos auríferos desde tiempos inmemoriales, desarrollando una maestría en la orfebrería que asombra incluso hoy en día.

Índice de Contenido

El Oro: Riqueza de la Tierra y Símbolo Divino

La conexión de Egipto con el oro era tan profunda que incluso se reflejó en el nombre de Nubia, una de sus principales fuentes de suministro: nbw, la palabra egipcia para oro. Este vínculo etimológico subraya la importancia estratégica y cultural de esta región. El jeroglífico para el oro, que curiosamente representa un amplio collar, aparece desde los albores de la escritura en la Dinastía 1, aunque los artefactos de oro más antiguos que han sobrevivido datan de periodos pre-alfabetizados, alrededor del cuarto milenio a.C. Estos primeros hallazgos son modestos, principalmente cuentas y pequeños objetos de adorno personal, pero marcan el inicio de una tradición orfebre que perduraría a lo largo de toda la larga historia de Egipto, produciendo joyas destinadas tanto a la vida diaria como a los complejos rituales de templo y funerarios.

¿Cuál es la palabra egipcia para oro?
Además de los recursos del Desierto Oriental, Egipto tenía acceso a las riquezas de Nubia, lo que se refleja en su antiguo nombre, nbw (la palabra egipcia para oro).

Composición y Pureza: El Encanto Natural del Electrum

El oro utilizado por los antiguos egipcios rara vez se presentaba en un estado de pureza absoluta. Generalmente, contenía cantidades significativas de plata, un fenómeno natural que no solía ser corregido mediante procesos de refinamiento. Esta composición variable daba lugar a una gama de colores fascinantes, desde el amarillo brillante de piezas con bajo contenido de plata hasta un pálido amarillo grisáceo en aquellas con mayor proporción. De hecho, cuando la cantidad de plata superaba el 20% del peso total, el metal resultante era conocido como electrum. Esta aleación natural era valorada por sí misma y su uso está bien documentado. Plinio el Viejo, el célebre naturalista romano, definió el electrum en su Naturalis historia, y los egipcios lo emplearon extensamente, aprovechando sus distintas tonalidades para crear efectos visuales en sus obras. Ocasionalmente, los orfebres egipcios experimentaban con la adición de otros metales; un ejemplo notable, aunque raro, es la adición de cobre a la aleación natural de oro y plata durante el Período de Amarna para conseguir un distintivo tono rojizo en una pieza.

Supervivencia y Descubrimientos: Ecos de una Riqueza Perdida

A pesar de la vasta cantidad de oro que se sabe que existió en el Antiguo Egipto, la supervivencia de artefactos de este metal es relativamente escasa. Esto se debe, en gran parte, a los estragos del tiempo, el saqueo constante de sitios arqueológicos desde la antigüedad, y el hecho de que gran parte del metal precioso fue fundido y reutilizado a lo largo de los milenios. Por ello, relativamente pocas piezas de oro han sobrevivido de los periodos Dinástico Temprano y Reino Antiguo. Un ejemplo temprano en colecciones modernas es un pequeño brazalete de la tumba de Khasekhemwy, el último gobernante de la Dinastía 2, elaborado a partir de una amplia banda de lámina de oro martillada. Sin embargo, hubo hallazgos espectaculares que revelaron la verdadera magnitud de la riqueza egipcia. Las excavaciones a principios del siglo XX en sitios como Dahshur, Lahun y Hawara desenterraron vastas cantidades de joyas pertenecientes a mujeres de élite asociadas con las cortes reales de los reyes Senwosret II y Amenemhat III de la Dinastía 12. Y, por supuesto, el descubrimiento de la tumba casi intacta de Tutankhamun reveló una cantidad de oro casi inimaginable, aunque los egiptólogos sugieren que reyes que gobernaron por más tiempo podrían haber sido enterrados con bienes aún más numerosos. Miembros menos importantes de las familias reales del Reino Nuevo también eran enterrados con tesoros de oro, como las tres esposas menores de Thutmose III, cuyas tumbas contenían conjuntos similares de joyas de oro y artículos funerarios, incluyendo sandalias hechas de lámina de oro martillada.

Técnicas Maestras de la Orfebrería Egipcia

Los orfebres egipcios dominaron una impresionante variedad de técnicas para trabajar el oro y el electrum, aprovechando las propiedades únicas de estos metales.

Maleabilidad: La Base de Muchas Creaciones

Una de las propiedades físicas más destacadas del oro es su maleabilidad, su capacidad para ser martillado hasta obtener láminas extremadamente delgadas sin romperse. Es en esta forma, como láminas finas o foils, que sobrevive la mayoría de los artefactos de oro egipcios. El oro sólido fundido, como un amuleto con cabeza de carnero del Período Kushita, es generalmente pequeño y relativamente raro. Incluso en la antigüedad, los egipcios podían producir pan de oro de tan solo un micrón de grosor. Láminas y foils más gruesos se aplicaban mecánicamente o con adhesivos a una amplia gama de otros materiales, como madera (a menudo recubierta primero con yeso o estuco) y bronce, para darles un acabado dorado. Esta técnica de dorado permitía crear la apariencia de oro sólido en objetos de materiales menos costosos.

Cloisonné: Celdas de Color y Oro

El cloisonné fue una técnica de incrustación muy utilizada, especialmente visible en pectorales y otras joyas de élite. Consistía en crear "celdas" o compartimentos (llamados cloisons, palabra francesa para particiones) soldando tiras de oro martilladas a una placa base de oro. Estas celdas se rellenaban luego con piezas cortadas con precisión de piedras semipreciosas (como lapislázuli, turquesa o cornalina) o pasta de vidrio de colores, creando diseños intrincados y vibrantes. El pectoral de Sithathoryunet es un ejemplo supremo de esta técnica.

Granulación: Detalles con Esferas Diminutas

La granulación es otra técnica sofisticada que implicaba la adición de detalles o la creación de relieve mediante diminutas esferas de metal (gránulos) soldadas a la superficie del objeto. Los orfebres egipcios a menudo disponían estos gránulos en patrones geométricos o figurativos. Para adherir los gránulos, utilizaban un método conocido como soldadura dura coloidal. Este proceso implicaba aplicar una mezcla que contenía un polvo fino de mineral de cobre y un aglutinante orgánico. Al calentar, el aglutinante se quemaba y el mineral de cobre se reducía, creando una aleación de bajo punto de fusión que unía localmente la superficie de los gránulos y la base de oro mediante la difusión de átomos, creando un vínculo físico fuerte y casi invisible.

Soldadura: Uniendo Componentes con Precisión

La soldadura es un método fundamental para unir metales preciosos, utilizado tanto en la antigüedad como hoy en día. Consiste en emplear una aleación de soldadura con un punto de fusión más bajo que los metales a unir. Esta aleación se preparaba en láminas finas y se cortaba en pequeños trozos llamados paillons. Estos paillons se colocaban estratégicamente en las juntas y se calentaban. Al fundirse, la soldadura fluía por capilaridad y se aleaba superficialmente con los componentes a unir, creando una unión sólida. Se han observado formas primitivas de soldadura en artefactos tempranos, como un collar de cuentas de oro de la Dinastía 12 encontrado en la momia de Wah, mientras que trabajos más avanzados demuestran una gran pericia en esta técnica, como se ve en un colgante uraeus de electrum.

¿Qué materiales usaban en el arte egipcio?
Pintura en la tumba de Rejmira. Debido a la escasez de materiales, los dos materiales de construcción predominantemente usados en el antiguo Egipto eran el adobe (ladrillos de barro) y la piedra, fundamentalmente piedra caliza, también piedra arenisca y granito en cantidades enormes.

Tecnología del Alambre: Estructura y Decoración

La producción y el uso de alambre de oro eran esenciales para la orfebrería, especialmente en la creación de joyas. Los alambres se utilizaban para la decoración de superficies, a menudo junto con la granulación, aplicando los mismos métodos de soldadura. También se retorcían, trenzaban o tejían para formar cadenas, y se empleaban estructuralmente para unir componentes individuales de una joya. El alambre se fabricaba de diversas maneras: a partir de tiras de metal o varillas fuertemente retorcidas, o a partir de varillas de sección cuadrada que se martillaban para redondearlas. Los artesanos egipcios dominaron la creación de alambres finos y uniformes, una habilidad crucial para sus intrincados diseños.

El Rol del Oro en la Sociedad Egipcia

Aunque el oro como bien de consumo parecía estar en gran medida bajo el control del rey, egipcios de menor estatus real también poseían joyas de oro. Sin embargo, la mayor concentración de oro se encontraba en contextos reales y religiosos. El oro desempeñaba un papel crucial en los rituales religiosos y funerarios. Los textos antiguos hablan de vastas cantidades de estatuaria de oro, plata y bronce utilizadas en los templos, aunque sorprendentemente, solo se conoce la supervivencia de una única estatua de oro macizo (una figura de Amón). Esta rareza subraya la pérdida masiva de estos objetos a lo largo del tiempo. En el ámbito funerario, el oro era fundamental para asegurar el bienestar del difunto en la otra vida. Las tumbas reales, como la de Tutankhamun, contenían objetos de oro no solo por su valor intrínseco, sino por su simbolismo de inmortalidad y divinidad. El oro, inalterable e imperecedero, era el metal perfecto para el viaje eterno.

Preguntas Frecuentes

¿Cuál era la palabra egipcia para oro?

La palabra utilizada por los antiguos egipcios para referirse al oro era nbw. Esta palabra está estrechamente relacionada con el nombre de la región de Nubia, conocida por sus ricas minas de oro, lo que evidencia la importancia de esta zona como fuente principal del metal para Egipto.

¿Para qué se usaba el oro en el Antiguo Egipto?

El oro tenía múltiples usos. Se empleaba extensamente en la creación de joyas y adornos personales para todas las clases sociales, aunque en diferentes cantidades y calidades. Era fundamental en los rituales religiosos, formando parte de estatuas divinas, objetos de culto y decoración de templos. También era crucial en los ajuares funerarios, desde máscaras y sarcófagos hasta joyas y objetos simbólicos, destinados a acompañar al difunto a la vida después de la muerte. Además, se utilizaba como medio de intercambio y para mostrar el poder y la riqueza del faraón.

¿El oro egipcio era puro?

Generalmente, el oro utilizado por los antiguos egipcios no era puro al 100%. A menudo contenía cantidades naturales de plata, formando una aleación conocida como electrum cuando el contenido de plata superaba el 20%. Los egipcios apreciaban esta aleación natural por sus diferentes tonalidades y no solían refinar el oro para aumentar su pureza, aunque ocasionalmente añadían otros metales como el cobre para modificar el color.

¿Cómo trabajaban el oro los orfebres egipcios?

Los orfebres egipcios eran maestros en el trabajo del oro. Dominaban técnicas como el martillado para crear finas láminas (maleabilidad), el dorado (aplicando láminas sobre otros materiales), la incrustación cloisonné (rellenando celdas con piedras o vidrio), la granulación (decorando con pequeñas esferas de metal), la soldadura (uniendo piezas con aleaciones de bajo punto de fusión) y la tecnología del alambre (creando hilos para cadenas y decoración). Estas técnicas les permitían crear objetos de gran complejidad y belleza.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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