¿Qué artífice labra la plata?

El Oro en Joyería: Colores, Pureza y Su Nombre Latín

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El oro ha cautivado a la humanidad durante milenios, no solo por su belleza intrínseca y su brillo inigualable, sino también por su durabilidad y maleabilidad. Es el metal por excelencia en la creación de joyas, un símbolo de estatus, riqueza y amor eterno. Sin embargo, ¿alguna vez te has preguntado por qué las joyas de oro no están hechas de oro puro al 100% o cómo se obtienen los distintos colores que vemos en vitrina?

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La Pureza del Oro: ¿Por Qué No 24 Quilates en Joyería?

Cuando hablamos de la pureza del oro, utilizamos una medida llamada quilates. El oro puro, sin ninguna mezcla con otros metales, tiene 24 quilates. Esto significa que el 100% de su composición es oro (Au).

¿Qué es el oficio de orfebre?
Se trata de un oficio por el que mediante la fundición y la manipulación de metales preciosos como el oro y la plata, o de otros vulgares como el bronce o el latón, se obtienen objetos de tipo suntuario de formas variadas, tanto para uso profano como religioso. Artífice que ejerce la orfebrería.

Aunque el oro de 24 quilates es el más puro y, por ende, el más valioso por gramo, presenta un inconveniente significativo para su uso en joyería: es extremadamente suave y maleable. Imagina un anillo hecho de oro puro; sería tan blando que se deformaría fácilmente con el uso diario, perdiendo su forma y exponiéndose a rasguños y daños. Su falta de resistencia lo hace poco práctico para piezas que requieren durabilidad y solidez.

Es por esta razón fundamental que, en el mundo de la joyería, rara vez se utiliza el oro de 24 quilates para piezas de uso continuo. Se prefiere trabajar con aleaciones de oro, donde el oro se mezcla con otros metales para mejorar sus propiedades físicas.

Las Aleaciones: Dando Fuerza y Color al Oro

La clave para obtener un oro más resistente y apto para la joyería reside en las aleaciones. Una aleación es una mezcla de un metal con otro u otros elementos, que pueden ser también metales o no metales. Al alear el oro puro (Au) con otros metales, se consigue aumentar su dureza, resistencia y durabilidad, haciéndolo ideal para la fabricación de joyas que soporten el desgaste diario.

La proporción de oro puro en la aleación es lo que determina los quilates. Por ejemplo:

  • Oro de 24 quilates: 100% oro puro.
  • Oro de 18 quilates: Contiene 18 partes de oro puro de 24 totales. Esto equivale a (18/24) * 100% = 75% de oro puro. Las 6 partes restantes (25%) son de otros metales.
  • Oro de 14 quilates: Contiene 14 partes de oro puro. Esto equivale a (14/24) * 100% = 58.3% de oro puro. El 41.7% restante son otros metales.
  • Oro de 10 quilates: Contiene 10 partes de oro puro. Esto equivale a (10/24) * 100% = 41.7% de oro puro. El 58.3% restante son otros metales.

En muchos países, la ley exige que las joyas de oro tengan una marca o sello que indique su pureza en quilates (o en milésimas, donde 750 significa 75% oro, 585 significa 58.5%, etc.). El oro de 18 quilates (75% oro) es muy común en joyería de alta calidad, ya que ofrece un buen balance entre pureza, color y durabilidad.

El Espectro de Colores: Oro Amarillo, Rosa y Blanco

Además de aumentar la dureza, la adición de diferentes metales al oro puro permite obtener una sorprendente variedad de colores. Los metales más comúnmente utilizados en las aleaciones de oro para joyería son la plata (Ag), el cobre (Cu) y el paladio (Pd).

Oro Amarillo

El oro amarillo es el color más tradicional y reconocido. Aunque el oro puro es intrínsecamente amarillo, las aleaciones de oro amarillo intensifican y estabilizan este color natural a la vez que le confieren la dureza necesaria. La composición típica del oro amarillo de 18 quilates es:

  • 75% Oro puro
  • 12.5% Plata
  • 12.5% Cobre

La plata y el cobre, en proporciones equilibradas, ayudan a mantener el tono amarillo brillante del oro mientras le otorgan la resistencia necesaria.

Oro Rosa (o Rojo)

El oro rosa, también conocido a veces como oro rojo o rosa-dorado, ha ganado una enorme popularidad en los últimos años por su tono cálido y romántico. Este color se logra aumentando la proporción de cobre en la aleación. Una composición común para el oro rosa de 18 quilates es:

  • 75% Oro puro
  • 20% Cobre
  • 5% Plata

Cuanto mayor sea la cantidad de cobre, más rojizo será el tono del oro. El cobre, además de aportar el color rojizo, también contribuye a la dureza de la aleación.

Oro Blanco

El oro blanco es una alternativa moderna y elegante al oro amarillo, popular por su aspecto similar al platino pero a un coste generalmente menor. Para obtener el color blanco, se alea el oro puro con metales blancos como el paladio y la plata.

Una composición típica para el oro blanco de 18 quilates es:

  • 75% Oro puro
  • 15% Paladio
  • 10% Plata

Históricamente, el níquel también se utilizaba en las aleaciones de oro blanco por su capacidad para blanquear el oro y su bajo coste. Sin embargo, el níquel es un alérgeno común que puede causar irritación en la piel en personas sensibles. Debido a esto, en Francia y en gran parte de Europa, el uso de níquel en joyería está restringido o prohibido por ley. La ausencia de níquel en las aleaciones modernas de oro blanco no solo las hace hipoalergénicas, sino que también, al reemplazarlo a menudo con paladio (un metal más caro), tienden a ser más costosas y, en algunos casos, logran un blanco más brillante.

Es importante mencionar que el oro blanco, incluso con aleaciones de paladio y plata, a menudo tiene un ligero tinte amarillento o grisáceo inherente del oro puro. Para lograr el blanco brillante y espejo que vemos en la mayoría de las joyas, se les aplica un baño de rodio, un metal del grupo del platino. Este baño de rodio es muy blanco y resistente al deslustre, pero con el tiempo y el uso, puede desgastarse, revelando el color subyacente del oro blanco. Por ello, las joyas de oro blanco suelen necesitar un nuevo baño de rodio periódico para mantener su apariencia.

Comparativa de Composiciones Comunes (18 Quilates)

Tipo de OroOro Puro (Au)Plata (Ag)Cobre (Cu)Paladio (Pd)Otros Metales
Amarillo75%12.5%12.5%0%0%
Rosa75%5%20%0%0%
Blanco75%10%0%15%0% (sin Níquel)

Nota: Estas son composiciones típicas; pueden variar ligeramente entre fabricantes.

La Nomenclatura Antigua: ¿Cómo se Llama el Oro en Latín?

Ahora, abordemos una pregunta fascinante que conecta la orfebrería moderna con sus raíces históricas y alquímicas. El nombre del oro en latín es Aurum. Este antiguo término latino es la razón por la cual el símbolo químico del oro en la tabla periódica es 'Au'.

La palabra 'Aurum' está relacionada con la palabra latina 'aurora', que significa amanecer, y evoca la luz brillante y dorada del sol naciente. Esta conexión lingüística subraya la reverencia que las culturas antiguas sentían por este metal brillante, asociándolo con el sol, la divinidad y la inmortalidad.

Desde los tiempos de los romanos hasta la era moderna, el oro ha mantenido su estatus como un metal precioso. Conocer su nombre en latín, 'Aurum', nos recuerda la larga y rica historia de este elemento y su perdurable valor en el mundo y, particularmente, en la creación de objetos de belleza como la joyería.

Preguntas Frecuentes sobre el Oro en Joyería

¿Es el oro blanco 'oro de verdad'?

Sí, absolutamente. El oro blanco es una aleación que contiene una proporción significativa de oro puro (generalmente 75% en el caso de 18 quilates). Simplemente está mezclado con metales blancos para cambiar su color, pero sigue siendo oro.

¿El oro rosa se consigue pintando el oro?

No. El color rosa se logra mezclando oro puro con una mayor cantidad de cobre en la aleación. Es un color inherente a la composición del metal, no una capa superficial.

¿Qué quilates de oro son mejores para un anillo de compromiso?

Los quilates más comunes para anillos de compromiso son 18k y 14k. El oro de 18k tiene mayor pureza de oro (75%) y un color más intenso, mientras que el 14k (58.3% oro) es más duro y resistente al desgaste diario debido a su mayor proporción de metales aleados. La elección depende del presupuesto, la preferencia de color y la prioridad entre pureza y durabilidad.

¿El baño de rodio en el oro blanco dura para siempre?

No, el baño de rodio es una capa delgada que se desgasta con el uso, la fricción y la exposición a productos químicos. La duración varía según la frecuencia de uso y el cuidado de la joya. Eventualmente, puede ser necesario volver a rodiar la pieza para restaurar su brillo blanco.

¿Cómo debo cuidar mis joyas de oro de diferentes colores?

El cuidado básico incluye limpiarlas regularmente con un paño suave y un limpiador de joyas suave o agua tibia con un poco de jabón neutro. Evita exponerlas a productos químicos agresivos (como cloro, lejía, productos de limpieza) que pueden dañar la aleación o el baño de rodio. Guarda cada joya por separado para evitar rayones, especialmente las de oro blanco que pueden perder el baño de rodio con la fricción. Las joyas de oro rosa pueden oscurecerse ligeramente con el tiempo debido a la oxidación del cobre; una limpieza profesional puede restaurar su brillo.

Conclusión

El oro en la joyería es mucho más que un simple metal precioso. Es el resultado de una cuidadosa ciencia de aleaciones que permite transformar el oro puro, demasiado blando, en materiales duraderos y con una paleta de colores fascinante. Desde el clásico oro amarillo hasta el romántico oro rosa y el moderno oro blanco (mejorado con metales como el paladio y libre de níquel), cada color cuenta la historia de su composición única. Y recordando que su nombre en latín es Aurum, conectamos con la rica herencia histórica y cultural de este metal que continúa adornando nuestras vidas.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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