¿De qué está hecho el tocado de la reina Puabi?

El Deslumbrante Tocado de la Reina Puabi

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Las arenas del tiempo a menudo guardan secretos asombrosos, y pocas veces estos secretos son tan deslumbrantes como los descubiertos en las tumbas reales de Ur, una antigua ciudad-estado mesopotámica. Entre los hallazgos más notables se encuentra la tumba de la Reina Puabi, un sepulcro que no solo reveló detalles fascinantes sobre la vida y la muerte en el tercer milenio antes de Cristo, sino que también nos legó una colección de objetos de oro y piedras preciosas de una belleza sin igual, siendo su tocado uno de los más icónicos.

¿Quién fue la Reina Puabi?

La identidad exacta de Puabi sigue siendo objeto de debate entre los historiadores, pero lo que sí sabemos proviene principalmente de la inscripción en uno de los sellos cilíndricos encontrados junto a ella. A diferencia de la mayoría de los sellos de mujeres de la época, que las identificaban en relación con sus maridos ("esposa de..."), el sello de Puabi simplemente indica su nombre y título: "Pu-abi, eresh" (Reina Puabi). Aunque su nombre fue inicialmente leído como "Shub-ad", hoy se acepta la lectura acadia "Pu-abi" o "Pu-abum", que significa "palabra del Padre". Su título, "eresh", se traduce como reina. El hecho de que no se mencione a un esposo sugiere que pudo haber sido una reina por derecho propio, una regente o una figura de gran poder e independencia en un período temprano de Mesopotamia, alrededor del 2500 a.C., antes de la Primera Dinastía de Ur tal como la conocemos por las listas de reyes sumerios.

¿Quién fue enterrado con la reina Puabi?
El "pozo de la muerte" Fue enterrada con 52 asistentes: sirvientes, guardias, leones, un caballo, un carro y varios cuerpos más, sirvientes que, según el excavador Leonard Woolley, se habían envenenado (o habían sido envenenados por otros) para servir a su señora en el otro mundo.

El Descubrimiento de las Tumbas Reales de Ur

El escenario de este extraordinario hallazgo es el Cementerio Real de Ur, ubicado en lo que hoy es Irak. Las excavaciones, lideradas por el arqueólogo británico Sir Leonard Woolley en la década de 1920, se convirtieron en uno de los logros técnicos y descubrimientos más espectaculares de la arqueología en Oriente Medio. Woolley desenterró unas 1.800 tumbas, de las cuales clasificó 16 como "reales" debido a su estructura distintiva, la inmensa riqueza de los ajuares funerarios y la presencia de entierros de sirvientes y acompañantes junto a los personajes principales. Estas tumbas datan del Período Dinástico Temprano IIIA (aproximadamente 2600-2500 a.C.), considerado un apogeo de la cultura sumeria.

La Tumba Inigualable de Puabi

De todas las tumbas descubiertas, la de Puabi se destacó no solo por la asombrosa cantidad y calidad de los objetos encontrados, sino también por un hecho crucial: a lo largo de los milenios, había permanecido intacta, a salvo de los saqueadores que profanaron muchos otros sepulcros. Esta preservación permitió a Woolley y su equipo (incluida su esposa, la también arqueóloga Katharine Woolley, quien realizó detallados diagramas del sitio) documentar el contenido con una precisión excepcional, ofreciendo una ventana sin precedentes a las prácticas funerarias y la opulencia de la élite de Ur.

El Esplendor del Tocado de Puabi

El objeto más visualmente impactante y emblemático asociado a la Reina Puabi es, sin duda, su magnífico tocado. Este adorno para la cabeza es una verdadera obra maestra de la orfebrería antigua. Según la descripción de Woolley y los estudios posteriores, el tocado era pesado y elaborado. Estaba compuesto principalmente de oro puro, trabajado en finas láminas que formaban hojas, así como anillos y pequeñas placas. La inspiración en la naturaleza es evidente, con motivos florales que lo recorrían. Además del metal precioso, el tocado incorporaba una profusión de cuentas de lapislázuli y cornalina, piedras semipreciosas muy valoradas en la antigüedad y que debían ser importadas a Mesopotamia (el lapislázuli, por ejemplo, provenía de lo que hoy es Afganistán). Estas cuentas, junto con las flores de oro y las cintas también de oro, se combinaban para crear un efecto visual espectacular, un jardín floral etéreo que adornaba la cabeza de la reina. Es un testimonio no solo de la habilidad artesanal de los orfebres de Ur, sino también del vasto alcance de las redes comerciales de la época que permitían obtener materiales exóticos de regiones lejanas.

Otros Tesoros Encontrados en la Tumba

La riqueza del ajuar funerario de Puabi no se limitaba a su tocado. La tumba contenía una colección asombrosa de objetos de gran valor y belleza. Entre ellos destacaba una soberbia lira con una cabeza de toro barbudo incrustada en oro y lapislázuli, considerada una de las liras de Ur más famosas. También se encontró una gran cantidad de vajilla de oro, collares y cinturones elaborados con cuentas cilíndricas de oro, cornalina y lapislázuli, así como un carro adornado con cabezas de leona en plata. Anillos y brazaletes de oro, plata y lapislázuli completaban el conjunto de joyas. Aunque los textiles se habían reducido a polvo, Woolley fue capaz de deducir los patrones de tejido a partir de los restos, identificando tejidos simples y otros más complejos.

¿De qué está hecho el tocado de la reina Puabi?
El tocado está compuesto por 20 hojas de oro, dos tiras de lapislázuli y cornalina, y una gran peineta de oro . Además, llevaba gargantillas, collares y grandes pendientes en forma de luna. La parte superior de su cuerpo estaba cubierta por tiras de cuentas de metales preciosos y piedras semipreciosas que se extendían desde los hombros hasta el cinturón.

La Mesa de Materiales Destacados en la Tumba de Puabi

Objeto PrincipalMateriales Preciosos Destacados
Tocado RealOro, Lapislázuli, Cornalina
Lira con Cabeza de ToroOro, Lapislázuli
Vajilla y RecipientesOro
Collares y CinturonesOro, Cornalina, Lapislázuli
Carro CeremonialPlata
Joyas Varias (Anillos, Brazaletes)Oro, Plata, Lapislázuli

El Misterio de los Acompañantes

Un aspecto inquietante y fascinante de los entierros reales en Ur, incluida la zona cercana a la tumba de Puabi, es la presencia de grandes "fosas de muerte" que contenían los cuerpos de numerosos individuos que se cree fueron sacrificados para acompañar al difunto en el más allá. En la fosa más grande se encontraron 74 asistentes (6 hombres y 68 mujeres), todos adornados con joyas de oro, plata y lapislázuli. Cerca de la cámara de Puabi, se encontraron los restos de otras tres mujeres, probablemente sirvientas personales. Una fosa ubicada sobre su cámara contenía otros 21 asistentes, una elaborada arpa o lira, un carro y objetos de aseo personal. Aunque la conexión directa de todas estas fosas con Puabi específicamente es incierta, el fenómeno es innegable. Las investigaciones modernas, como los escáneres CAT, sugieren que algunas de estas muertes fueron violentas, posiblemente causadas por traumatismos contundentes, mientras que otras teorías apuntan al envenenamiento ritual. La presencia de residuos de cinabrio (un compuesto de mercurio) sugiere que se utilizaron para ralentizar la descomposición de los cuerpos antes de completar los ritos funerarios. Este aspecto oscuro de los entierros reales de Ur subraya el inmenso poder y estatus de los gobernantes como Puabi.

Preguntas Frecuentes sobre la Reina Puabi y su Tocado

¿Quién fue la Reina Puabi?
Fue una enigmática gobernante de la ciudad mesopotámica de Ur, que vivió alrededor del 2500 a.C. Se cree que pudo haber sido reina por derecho propio.

¿Dónde fue enterrada la Reina Puabi?
Fue enterrada en el Cementerio Real de Ur, un importante sitio arqueológico en la antigua Mesopotamia (actual Irak).

¿Cuándo vivió la Reina Puabi?
Vivió durante el Período Dinástico Temprano IIIA, aproximadamente entre el 2600 y el 2500 a.C.

¿Quién descubrió la tumba de Puabi?
La tumba fue descubierta por el arqueólogo británico Sir Leonard Woolley en la década de 1920.

¿Quién fue Puabi?
#ReinaPuabi #Mesopotamia La Reina Puabi (o “Puabum”, que significa “Palabra de mi padre”) fue una regente acadia semita de la ciudad mesopotámica de Ur, durante el periodo dinástico temprano en torno al 2500 a.C. Se estima que fue reina por derecho propio, a diferencia de otras mujeres que fueron regentes en relación ...Apr 9, 2020

¿De qué está hecho el tocado de la Reina Puabi?
El tocado está hecho principalmente de oro en forma de hojas, anillos y placas, adornado con cintas de oro, cuentas de lapislázuli y cornalina, y flores de oro. Presenta motivos florales inspirados en la naturaleza.

¿Qué otros objetos valiosos se encontraron en su tumba?
Se encontraron objetos como una elaborada lira con cabeza de toro, vajilla de oro, collares, cinturones, anillos y brazaletes de oro, plata y lapislázuli, y un carro adornado con plata.

¿Qué se sabe sobre las personas enterradas con ella?
Se encontraron los cuerpos de numerosos asistentes en "fosas de muerte" cercanas, que se cree fueron sacrificados ritualmente para acompañarla. Las investigaciones sugieren diversas causas de muerte, incluido el traumatismo contundente.

El tocado de la Reina Puabi es mucho más que una simple joya; es un artefacto que encapsula la riqueza, la sofisticación artística y las complejas creencias de una civilización antigua. Su descubrimiento en la tumba intacta de una reina que quizás reinó por derecho propio en Ur sigue siendo uno de los capítulos más emocionantes y reveladores de la arqueología mesopotámica, ofreciéndonos una visión tangible del esplendor de una era perdida.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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