¿Cuáles eran las costumbres de los fenicios?

Joyas para el Más Allá Fenicio

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Las civilizaciones antiguas a menudo imbuyeron sus ritos funerarios con una profunda creencia en la continuidad de la vida más allá de la muerte. Los fenicios, el célebre pueblo de mercaderes y navegantes del Levante, no fueron una excepción. Si bien sus prácticas diferían de las de sus contemporáneos egipcios, que optaban por la momificación, los fenicios desarrollaron sus propios y complejos rituales para honrar a sus difuntos, rituales que a menudo implicaban la inclusión de valiosos objetos personales y de carácter mágico-religioso. Es en este contexto funerario donde encontramos un uso significativo de la orfebrería, la platería y otros objetos de materiales preciosos, destinados a equipar al difunto para su travesía hacia el más allá.

¿Cómo enterraban los fenicios a sus muertos?
Una vez quemados los restos de los difuntos, éstos eran depositados en urnas cerámicas. Dichas urnas, colocadas solas o en parejas, se enterraban en fosas excavadas en arena que eran macadas en superficia por estelas de piedra.

Aunque el enfoque de este artículo reside en los objetos preciosos que acompañaban a los difuntos, es importante contextualizar su hallazgo. Los fenicios no practicaban la momificación; en su lugar, optaban por la incineración o, más comúnmente, el entierro en cámaras funerarias excavadas en la roca, conocidas como hipogeos. Estos hipogeos servían como moradas temporales o puntos de partida para el difunto. La creencia era que el alma, o el difunto, permanecía en la tumba por un tiempo, en un estado intermedio entre el mundo de los vivos y el más allá, antes de emprender un largo y arduo viaje hacia lo que imaginaban como una "ciudad de los muertos". Era precisamente para este viaje y esta permanencia que se preparaba al difunto, proveyéndole de todo lo necesario, lo que incluía una amplia gama de objetos personales y, crucialmente para nuestro interés, numerosos elementos de orfebrería y platería.

La Moneda para el Viaje: Un Pago Simbólico

Una de las prácticas más documentadas en los enterramientos fenicios, y que involucra directamente un objeto metálico, es la colocación de una moneda con el difunto. Esta moneda, generalmente introducida en la boca, no era un simple adorno, sino que poseía un significado ritual profundo. La creencia en el más allá como un destino al que se llegaba tras un viaje difícil implicaba, según las creencias fenicias, ser acompañado por alguna divinidad o guía a lo largo de parte del trayecto. La moneda servía como una recompensa o pago para esta entidad divina. Este acto subraya la importancia de los objetos metálicos, incluso aquellos de uso cotidiano como una moneda, dentro del complejo sistema de creencias y preparativos funerarios fenicios. La elección de un objeto metálico como el medio de pago simbólico resalta el valor intrínseco y cultural que se atribuía a los metales en el contexto ritual.

El Ajuar Funerario: Un Reflejo de la Vida y una Preparación para la Muerte

El sepulcro fenicio no era un simple repositorio de restos mortales; era concebido como un espacio donde el difunto permanecía antes de su partida definitiva. Por ello, se le proveía de un ajuar completo que reflejaba su vida terrenal y lo equipaba para su existencia o tránsito post-mortem. Este ajuar abarcaba desde objetos domésticos de uso diario hasta elementos para el cuidado corporal, juegos (en el caso de niños), y en ocasiones, armas, comida y bebidas. Sin embargo, entre esta diversidad de enseres, destacaban por su material y su propósito específico, los objetos de carácter mágico-religioso, muchos de ellos elaborados en metales preciosos como el oro y la plata, o que incorporaban elementos de valor como piedras semipreciosas.

Amuletos, Láminas y Escarabeos: Protectores Metálicos y Mágicos

Para el peligroso viaje hacia la ciudad de los muertos, el difunto necesitaba protección contra los espíritus malignos y guías para el camino. Aquí es donde la orfebrería y la platería jugaban un papel crucial. Los objetos colocados con este fin incluían:

  • Amuletos: Piezas de variado diseño y material, cuya función principal era defender al difunto de influencias nefastas. Si bien los amuletos podían ser de diversos materiales, el texto menciona específicamente portaamuletos púnicos de oro hallados en Sulky, lo que indica la importancia de los metales preciosos en la elaboración de estos protectores. Estos amuletos podían tener diversas formas y representar divinidades, animales o símbolos protectores.
  • Máscaras de carácter apotropaico: Aunque las máscaras mencionadas (como la de Sileno) no son necesariamente de metal, su propósito apotropaico (alejar espíritus malos) se alinea con la función protectora de otros objetos metálicos en el ajuar.
  • Láminas de oro o plata: Piezas delgadas de metal precioso que, según se cree, representaban el juicio de los muertos. Su inspiración provenía probablemente de textos egipcios, lo que demuestra la influencia cultural en las prácticas funerarias fenicias. Estas láminas a menudo se introducían dentro de un amuleto, que podía tener la forma de una divinidad egipcia o ser una simple lámina doblada, y que, como se mencionó, podían ser de oro o plata. Esto combina la función protectora del amuleto con el simbolismo del juicio representado en el metal precioso.
  • Escarabeos: Estos objetos, utilizados tanto en vida como en la tumba, servían en parte como amuletos y en parte como sellos. El texto menciona específicamente un escarabeo de cornalina. Aunque la base o engaste de estos escarabeos a menudo era de metal, el texto resalta la piedra semipreciosa. Su función como amuletos los vinculaba a la protección y la regeneración, elementos cruciales para el tránsito post-mortem.

La presencia de estos objetos, elaborados total o parcialmente en metales preciosos, subraya la creencia fenicia en el poder material y simbólico del oro y la plata para proteger al difunto y asegurar su paso seguro al más allá. La complejidad de su diseño y la elección de materiales reflejan la importancia que se daba a estos ritos.

Adornos Personales: Joyas para la Eternidad

Además de los objetos con funciones estrictamente rituales o protectoras, los difuntos fenicios a menudo eran enterrados adornados con sus joyas personales. El texto menciona la costumbre de adornar al difunto con joyas y collares. Un ejemplo notable es la mención de un anillo de oro que representa a Horus, el halcón, portando insignias del poder egipcio. Este tipo de hallazgos no solo demuestra el gusto fenicio por las joyas y los metales preciosos, sino también la influencia cultural egipcia en su arte y simbolismo. Un anillo de oro con una representación divina y símbolos de poder no solo era un adorno; podía haber tenido un significado protector, de estatus o de conexión con el mundo divino, acompañando al difunto en su nueva existencia. La inclusión de joyas personales en el ajuar funerario resalta la idea de que el difunto, incluso en la muerte, mantenía una identidad que se expresaba a través de sus pertenencias valiosas.

¿Qué estructuras construyeron los fenicios?
La arquitectura fenicia se caracteriza por grandes templos con fachadas de doble columna a los que se accede por una corta escalera, espacios sagrados cerrados que contienen santuarios con forma de cubo y frentes abiertos y proyectos de ingeniería de gran escala como presas y puertos artificiales.

Los Refaim y las Representaciones Divinizadas

Los fenicios llamaban Refaim a sus difuntos, concibiéndolos como fantasmas o espectros. Este término se aplicaba generalmente a personajes de importancia, como soberanos o guerreros, que eran divinizados tras su fallecimiento y se creía que ejercían una función protectora sobre los vivos. En este contexto, algunas representaciones artísticas encontradas en las tumbas, como el personaje egiptizante esculpido en un pilar de una cámara funeraria en Sulky, podrían interpretarse como divinidades protectoras o abuelos divinizados. Si bien el texto no especifica si estas representaciones estaban elaboradas en metal, la idea de figuras divinizadas o protectoras en el contexto funerario refuerza el propósito de muchos de los objetos colocados en la tumba, incluyendo los amuletos y las láminas de oro y plata, que buscaban la protección y guía divina para el difunto.

El Cuidado del Cuerpo en la Muerte: Resinas y Ungüentos Perfumados

Aunque este punto no se centra en la orfebrería, complementa la visión de los cuidados funerarios fenicios y el estado en el que se preparaba al difunto. Según las costumbres tradicionales, el cuerpo enterrado se cubría con resinas y ungüentos perfumados. El propósito principal de esta práctica era contrarrestar el mal olor asociado a la descomposición. Sin embargo, es posible que también tuviera la intención secundaria de retrasar dicho proceso. Este detalle, aunque no relacionado con los metales preciosos, muestra la atención fenicia al cuerpo del difunto y el deseo de preservarlo o dignificarlo en su paso a la otra vida, un cuidado que se extendía también a la provisión de objetos valiosos y protectores.

Tabla: Objetos Metálicos y Preciosos en el Ajuar Funerario Fenicio

ObjetoMaterial(es) Mencionado(s)Propósito Según el Texto
MonedaMetal (generalmente)Recompensa/Pago para la divinidad que acompaña en el viaje al más allá.
AmuletosVarios materiales, incluyendo Oro (portaamuletos)Defender al difunto contra malos espíritus.
Láminas (representando el juicio)Oro o PlataRepresentar el juicio de los muertos; a menudo insertadas en amuletos.
Portaamuletos (para láminas)Oro o PlataContener las láminas del juicio; a menudo con forma de divinidad egipcia o lámina.
EscarabeosCornalina (mencionado), a menudo engastados en metal (implícito por uso como sello/joya)Parte amuleto, parte sello; usados en vida y llevados a la tumba; función protectora/regenerativa.
Joyas y CollaresVarios materiales, incluyendo Oro (anillo)Adornar al difunto; posiblemente con significado de estatus o protección (ej. anillo de Horus).
Anillo (específico)OroRepresentar a Horus el halcón con insignias del poder egipcio; adorno con posible significado simbólico/protector.

Preguntas Frecuentes sobre los Ritos Funerarios Fenicios y sus Objetos

¿Los fenicios momificaban a sus muertos como los egipcios?
No, según la información proporcionada, los fenicios no momificaban a sus difuntos. Optaban por la incineración o el entierro en cámaras subterráneas (hipogeos).

¿Por qué se colocaba una moneda con el difunto?
Se creía que el viaje al más allá requería ser acompañado por una divinidad. La moneda, generalmente puesta en la boca, servía como recompensa o pago para esta entidad divina.

¿Qué tipo de objetos se enterraban con los fenicios?
Se enterraba una amplia variedad de objetos que el difunto había usado en vida, incluyendo objetos domésticos, de cuidado corporal, juegos, y en algunos casos, armas, comida y bebidas. También se incluían objetos de carácter mágico-religioso como amuletos, máscaras, láminas de oro o plata, escarabeos, y joyas.

¿Qué fabrican los fenicios?
Industria. Los fenicios desarrollaron una industria de artículos de lujo muy solicitados en la época y de gran valor comercial, como joyas, objetos de pasta vítrea, marfil y bronce, piedras semipreciosas, perfumes y cosméticos, entre otros.

¿Qué papel jugaban los metales preciosos en estos enterramientos?
El oro y la plata eran utilizados en objetos de gran significado ritual y protector, como láminas que representaban el juicio, portaamuletos y algunas joyas. La moneda para el pago del viaje también era de metal. Estos materiales subrayan la importancia de estos objetos en el ajuar funerario.

¿Cuál era la función de los amuletos y las láminas de oro/plata?
Los amuletos tenían la función de defender al difunto de los malos espíritus. Las láminas de oro o plata representaban el juicio de los muertos y a menudo se colocaban dentro de amuletos, combinando simbolismo y protección.

¿Qué eran los Refaim?
Los Refaim era el nombre que los fenicios daban a sus difuntos, considerándolos fantasmas. Generalmente se refería a personajes importantes (soberanos, guerreros) divinizados tras la muerte, con un fin protector hacia los vivos.

Conclusión

Los rituales funerarios fenicios, tal como los revelan los hallazgos arqueológicos en sus hipogeos, son un testimonio fascinante de sus creencias sobre la vida después de la muerte y el viaje que el difunto debía emprender. Lejos de ser simples enterramientos, eran elaborados preparativos donde cada objeto tenía un propósito, desde los enseres cotidianos hasta los poderosos elementos mágico-religiosos. En este contexto, el uso de la orfebrería y la platería adquiere una relevancia particular. Monedas para el pago simbólico, amuletos y láminas de oro y plata para la protección y guía divina, y joyas personales que acompañaban al difunto en su nueva existencia, todos estos elementos elaborados en metales preciosos reflejan la importancia cultural y ritual que los fenicios otorgaban a estos materiales en su relación con lo sagrado y el tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos. El estudio de estos ajuares funerarios nos permite vislumbrar no solo las habilidades artesanales de los fenicios en la metalurgia, sino también la profundidad de su cosmovisión y el cuidado con el que preparaban a sus seres queridos para la eternidad.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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