¿Cuál es el reloj más famoso?

Relojes de Sol y Joyas: La Medición del Tiempo

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La humanidad siempre ha estado fascinada con el inexorable paso del tiempo, buscando constantemente formas de medirlo y comprenderlo. Desde las civilizaciones más antiguas, la observación de los ciclos naturales, especialmente el movimiento del Sol a través del cielo, sentó las bases para los primeros instrumentos de medición temporal. Estos primeros dispositivos, ingeniosos en su simplicidad, evolucionarían a lo largo de los milenios, dando paso a maquinarias de precisión cada vez más complejas.

Uno de los instrumentos más antiguos y emblemáticos para medir el tiempo es el reloj de sol, conocido también como cuadrante solar. Su principio de funcionamiento es elegantemente sencillo: utiliza la sombra proyectada por un elemento llamado gnomon sobre una superficie marcada con una escala para indicar la posición del Sol en su recorrido diurno. Esta medición se basa en lo que se conoce como tiempo solar aparente.

¿Qué significa la inscripción
Si te has preguntado por qué un reloj mecánico cuenta con la leyenda “21 jewels” o alguna similar. No significa que tenga 21 diamantes, pues esta inscripción no corresponde al engaste de piedras preciosas, sino al número de cojinetes de minerales sintéticos utilizados en la maquinaria.
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El Reloj de Sol: Testigo de la Historia

El uso de relojes de sol se remonta a tiempos inmemoriales. Hacia el 2400 a. C., los escribas sumerios ya manejaban un calendario y dividían el día. Los egipcios, mil años después, en la época del faraón Tutmosis III (c.1500 a. C.), diseñaron el sechat, un pequeño reloj solar portátil que medía el tiempo por la longitud de las sombras.

En Mesopotamia, los zigurats funcionaban también como primitivos medidores de tiempo, contando los escalones oscurecidos por la sombra. La primera referencia literaria a un reloj de sol aparece en el Cuadrante de Ajaz hacia el siglo VII a. C.

La percepción del tiempo en la sociedad griega del siglo V a. C. ya se refleja en escritos que describen instrumentos de medición. Heródoto menciona que los griegos adquirieron de los babilonios la división del día en doce partes. Este sistema, basado en dividir el arco diurno del Sol en doce partes, resultaba en horas de duración variable a lo largo del año, un sistema conocido como horas desiguales o temporales, que los romanos heredaron.

A finales del siglo I a. C., el ingeniero militar romano Marco Vitruvio Polión describió en su tratado De Architectura un método geométrico para diseñar relojes de sol llamado analema. Incluso el emperador Augusto utilizó un obelisco en el Campo de Marte con placas graduadas para medir la duración de los días y las noches basándose en su sombra.

Durante los primeros siglos de la era cristiana, la gnomónica (el estudio y diseño de relojes de sol) experimentó una decadencia en Europa, pero fue preservada y avanzada en el mundo árabe. En el siglo IX, la astronomía árabe vivió una intensa actividad cultural con figuras como Thábit Ibn Qurra, Al-Biruni y otros, quienes recopilaron y expandieron el conocimiento antiguo.

En la Europa medieval, la Iglesia Católica impuso el uso de las horas canónicas, marcadas por relojes de misa, a menudo situados en las fachadas de iglesias y monasterios. Sin embargo, la influencia árabe comenzó a filtrarse lentamente. Hermann von Reichenau, en el siglo XI, tradujo textos árabes y escribió sobre instrumentos como el astrolabio, mencionando el reloj de pastor. El rey Alfonso X de Castilla y León reunió en Toledo a sabios de diversas culturas, facilitando la traducción de obras árabes que impulsaron la gnomónica europea.

A principios del siglo XIV, surgieron los primeros instrumentos mecánicos capaces de medir el tiempo de forma regular, marcando un cambio trascendental en la historia de la relojería. Sin embargo, los relojes de sol continuaron siendo relevantes y evolucionando en diseño y precisión.

Tipos de Relojes de Sol

A lo largo de la historia, se han desarrollado numerosos tipos de relojes de sol, adaptados a diferentes superficies, usos y latitudes. Algunos de los más destacados son:

  • Reloj Ecuatorial: El gnomon está alineado con el eje terrestre (formando un ángulo igual a la latitud del lugar con la horizontal), y la superficie de proyección es paralela al ecuador. Las líneas horarias están espaciadas uniformemente a 15° una de otra.
  • Reloj Horizontal: La superficie de proyección es un plano horizontal. Se deriva de la proyección de un reloj ecuatorial. El gnomon sigue paralelo al eje terrestre. Las líneas horarias no están espaciadas uniformemente, su cálculo depende de la latitud.
  • Reloj Vertical: La superficie es un plano vertical. Si no es declinante, está orientado Norte-Sur. El gnomon sigue paralelo al eje terrestre, formando un ángulo complementario a la latitud con el plano vertical. Las líneas horarias tampoco son uniformes.
  • Reloj Analemático: Un tipo particular de reloj horizontal con una superficie elíptica. No tiene un gnomon fijo, sino que el propio observador actúa como gnomon móvil, situándose en una posición sobre el eje menor de la elipse que depende de la fecha. La sombra proyectada indica la hora sobre la elipse.
  • Reloj de Pastor: Un reloj cilíndrico portátil. Mide la hora basándose en la altura del Sol, que varía con la hora del día y la fecha. Requiere ajuste según el mes y la orientación hacia el Sol para que la sombra de un pequeño saliente indique la hora en curvas marcadas.
  • Reloj Esférico: La superficie de proyección es cóncava, a menudo una semiesfera o un arco. Si el gnomon está alineado con el eje terrestre, las líneas horarias pueden estar espaciadas uniformemente, como en el reloj de arco ecuatorial. Estos son conocidos por ser equiangulares.
  • Reloj Negativo: A diferencia de los relojes convencionales que usan la sombra proyectada por un gnomon, estos utilizan un rayo de luz que pasa a través de una hendidura o un orificio.

Además de estos, existieron numerosos relojes de sol portátiles, especialmente desarrollados en el periodo helenístico y romano. Los romanos clasificaron varios tipos, como el de suspensión (tipo «jamón de pórticos»), de disco, cilíndrico, de caja, de anillo y los pros pan clima (ajustables a diferentes latitudes). Posteriormente, se popularizaron los relojes dípticos, consistentes en dos tablas articuladas con un hilo como gnomon, que a menudo incluían una brújula.

¿Quién tiene el collar con el reloj grande?
Collar con reloj que Flavor Flav usó a finales de los 80 y principios de los 90 durante sus actuaciones con el grupo Public Enemy. El reloj es redondo y negro, con la esfera en color hueso.

Comparando Tipos de Relojes de Sol Planos

Tipo de Reloj de SolOrientación del GnomonSuperficie de ProyecciónEspaciado de Líneas Horarias
EcuatorialParalelo al eje terrestre (ángulo = latitud)Perpendicular al gnomon (paralela al ecuador)Uniforme (cada hora = 15°)
HorizontalParalelo al eje terrestre (ángulo = latitud)HorizontalNo uniforme (depende de la latitud)
Vertical (no declinante)Paralelo al eje terrestre (ángulo = 90° - latitud respecto a vertical)Vertical (orientada Norte-Sur)No uniforme (depende de la latitud)

Las “Joyas” en la Maquinaria Relojera

Saltando de los reinos del Sol y la sombra a la intrincada mecánica interna, encontramos otro elemento crucial en la historia de la medición precisa del tiempo: las "joyas" en los relojes mecánicos. Si alguna vez has visto la inscripción “21 jewels” o similar en un reloj, es posible que te hayas preguntado su significado.

Contrario a una creencia común, esta inscripción no se refiere a diamantes u otras piedras preciosas utilizadas como adorno. En el contexto de un reloj mecánico, las "joyas" son en realidad pequeños cojinetes o rodamientos fabricados a partir de minerales sintéticos, históricamente rubíes o zafiros sintéticos (corindones).

La función principal de estas joyas es reducir la fricción entre las piezas móviles de la maquinaria. En un mecanismo tan delicado y preciso como el de un reloj, donde engranajes y ejes giran y se rozan constantemente, la fricción es un enemigo implacable. Con el tiempo, el roce metal contra metal causaría desgaste y deformación de los componentes, afectando gravemente la precisión del reloj.

Los primeros relojeros, conscientes de este problema, buscaron materiales extremadamente duros que pudieran soportar el roce sin desgastarse y que, a su vez, no desgastaran los ejes metálicos. Descubrieron que ciertas piedras preciosas, notablemente el rubí (grado 9 en la escala de Mohs) y el diamante (grado 10), poseían la dureza necesaria. Por ello, comenzaron a utilizarlas como cojinetes en los puntos clave del movimiento donde la fricción era mayor.

Aunque históricamente se usaron piedras preciosas naturales, su alto costo y la gran cantidad necesaria para la creciente industria relojera hicieron inviable su uso masivo. Desde hace décadas, se utilizan corindones sintéticos, producidos a partir de óxido de aluminio a altas temperaturas. Estos materiales artificiales ofrecen la misma dureza y resistencia al desgaste que sus contrapartes naturales, pero a una fracción del costo.

Las joyas se utilizan en diversos puntos del movimiento: como cojinetes perforados por donde pasan los ejes de los engranajes, y también como “joyas de tapa” o cap jewels, que se colocan en los extremos de los ejes para evitar el desplazamiento vertical. Además, son fundamentales en el mecanismo de escape, como el escape suizo, donde las paletas del áncora, hechas de rubí sintético, interactúan con la rueda de escape para regular la liberación de energía.

El número de joyas en un reloj mecánico generalmente se correlaciona con la complejidad del calibre. Un movimiento más complicado, con más engranajes y funciones (como calendario, cronógrafo, etc.), requerirá más puntos de pivote y, por lo tanto, más joyas para minimizar la fricción. Si bien un mayor número de joyas a menudo implica un mayor costo de fabricación y, por ende, un reloj más caro, no siempre significa una mayor precisión absoluta, especialmente con el avance de la tecnología y el uso de nuevos materiales que también reducen la fricción sin necesidad de joyas tradicionales en ciertos componentes.

Preguntas Frecuentes

Aquí respondemos algunas preguntas comunes sobre estos fascinantes instrumentos de medición del tiempo:

  • ¿Qué es un reloj de sol? Es un instrumento que mide el tiempo utilizando la posición del Sol, indicada por la sombra proyectada de un gnomon sobre una superficie con escala.
  • ¿Qué significa "21 jewels" en un reloj? Indica que el movimiento mecánico del reloj contiene 21 cojinetes o rodamientos hechos de material mineral sintético (generalmente corindón sintético, como rubí o zafiro) para reducir la fricción.
  • ¿Por qué se usan "joyas" en los relojes mecánicos? Se utilizan por su gran dureza y resistencia al desgaste. Actúan como cojinetes para minimizar la fricción entre las partes móviles metálicas, asegurando la longevidad y precisión del movimiento.
  • ¿Siempre es mejor o más caro un reloj con más joyas? Generalmente, un mayor número de joyas indica un movimiento más complejo, lo que a menudo se traduce en un mayor costo. Sin embargo, la calidad y el diseño general del movimiento, así como el uso de materiales modernos, son factores igualmente importantes para la precisión y el valor.
  • ¿Qué es el gnomon? Es el elemento de un reloj de sol que proyecta la sombra utilizada para indicar la hora en la escala.
  • ¿Qué son las horas canónicas? Eran las horas de rezo establecidas por la Iglesia católica en la Edad Media, marcadas en muchos relojes de sol de la época.

Desde la simpleza de una sombra sobre la tierra hasta la intrincada danza de engranajes y "joyas" en el interior de una caja metálica, la historia de la medición del tiempo es un testimonio de la curiosidad humana y su búsqueda constante de orden y precisión en el universo. Los relojes de sol y los relojes mecánicos, cada uno a su manera, representan hitos en este fascinante viaje.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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