Is Zapotec an American Indian?

Monte Albán: Joya Zapoteca en Oaxaca

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Monte Albán se alza imponente sobre los Valles Centrales de Oaxaca, a tan solo ocho kilómetros al poniente de la ciudad de Oaxaca de Juárez. Llegar a este sitio histórico es un recorrido por la geografía oaxaqueña, tomando el camino hacia San Pedro Ixtlahuaca, donde una señal indica el acceso pavimentado “Dr. Ignacio Bernal”, que asciende directamente a la zona arqueológica tras cruzar el río Atoyac. Existe también un camino antiguo, más sinuoso y lento, que parte de la carretera a Xoxocotlán y Zaachila. Esta antigua ciudad, fundamental en la historia mesoamericana, guarda innumerables historias y misterios que cautivan a quienes la visitan.

¿Qué arqueólogo descubrió Monte Albán?
El Día de los Santos Reyes, de 1932, cuando el colaborador Juan Valenzuela llamó al arqueólogo Alfonso Caso gritando: ¡guelaguetza!, que significa “regalo”, la arqueología mexicana experimentó una epifanía: el descubrimiento de la Tumba 7 de Monte Albán, una cripta zapoteca con una variada ofrenda mixteca en su ...
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La Gran Capital Zapoteca

Fundada alrededor del 500 a.C. sobre la cima de una montaña estratégicamente ubicada, Monte Albán se convirtió rápidamente en uno de los centros urbanos más importantes de Mesoamérica. Funcionó como la capital del pueblo Zapoteca desde los albores de nuestra era hasta aproximadamente el 800 d.C. Durante su apogeo, la ciudad llegó a albergar cerca de 35,000 habitantes, la mayoría dedicados a la agricultura en las laderas de la montaña, adaptadas mediante terrazas.

La relevancia cultural de Monte Albán es innegable. Fue un faro de desarrollo político, económico y cultural en la región. Su ubicación central le permitió ejercer control e influencia sobre los Valles Centrales y zonas aledañas. La ciudad no solo creció en población, sino también en complejidad social, como evidencian las estructuras arquitectónicas y los hallazgos arqueológicos.

Historia y Desarrollo de Monte Albán

Los Valles Centrales de Oaxaca tienen una larga historia de ocupación humana que se remonta a milenios antes de Cristo. Sitios como Guilá Naquitz y Gheo Shih muestran evidencia temprana de la agricultura, base de la economía mesoamericana. Durante el Preclásico Medio, la región comenzó a recibir influencia del estilo olmeca, y se establecieron las primeras aldeas sedentarias. San José Mogote, en el valle de Etla, fue un centro protourbano importante antes de la fundación de Monte Albán, mostrando signos de urbanización y una base económica en crecimiento. Sin embargo, hacia el 500 a.C., San José Mogote fue abandonado por la gran mayoría de su población, que se presume participó en la fundación de la nueva capital en la montaña.

La fundación de Monte Albán marcó un punto de inflexión. La cumbre de la montaña fue aplanada para dar lugar a la construcción de un centro administrativo y ceremonial monumental. Durante la Fase Monte Albán I (500-100 a.C.) y la primera parte de la Fase Monte Albán II (100 a.C. - 250 d.C.), la ciudad experimentó un periodo de expansión. Se construyeron muros defensivos y surgieron innovaciones importantes, como el desarrollo de un sistema de escritura propio y el manejo de un calendario asociado al registro de sucesos históricos. Es en esta época cuando aparecen las representaciones de los llamados Danzantes, figuras talladas en piedra que se interpretan como cautivos o personas sometidas, testimonio del expansionismo militar de Monte Albán.

El Clásico y la Relación con Teotihuacán

Para la época Clásica (250-900 d.C.), Monte Albán alcanzó su máximo esplendor. Durante la Fase Monte Albán II Temprana, su población creció significativamente, convirtiéndola en una de las mayores ciudades de Mesoamérica. Su esfera de influencia se extendió, y la ciudad se convirtió en un nodo comercial clave, estableciendo lazos importantes con otras regiones, incluyendo el valle de México.

Una de las relaciones más notables fue con Teotihuacán, la gran metrópoli del Clásico. Las excavaciones en Teotihuacán han revelado la existencia de un barrio zapoteco, lo que sugiere una conexión profunda. La influencia teotihuacana se puede apreciar en la arquitectura, cerámica y pintura mural de Monte Albán, especialmente durante la Fase III-A (350-500 d.C.). Si bien algunas hipótesis sugirieron una ocupación teotihuacana, las interpretaciones más aceptadas apuntan a una fuerte alianza política y comercial entre ambas potencias. Esta relación se reflejó en la suspensión de nuevas edificaciones monumentales en Monte Albán durante un tiempo, mientras que la cerámica local adoptaba estilos teotihuacanos.

¿Cuáles son algunos datos importantes sobre Monte Albán?
Fue una de las ciudades más importantes de Mesoamérica. Se fundó en el 500 a.C sobre la cima de una montaña en el centro de los Valles Centrales de Oaxaca y funcionó como capital de los Zapotecas desde los inicios de nuestra era hasta el 800 d.

El Epiclásico y el Declive

Las relaciones entre Monte Albán y Teotihuacán cambiaron drásticamente hacia el inicio del siglo VI d.C., marcando el comienzo de la Fase Xoo (500-800 d.C.), también conocida como Monte Albán IIIB-IV. La ruptura de esta alianza, posiblemente relacionada con el establecimiento de vínculos entre Monte Albán y Xochicalco, permitió un resurgimiento de rasgos puramente zapotecos en la ciudad. Se retomó la construcción monumental, la cerámica recuperó su estilo distintivo y cultos como el de Pitao Cocijo, la deidad de la lluvia, ganaron prominencia. El culto a los muertos también se volvió particularmente importante, como lo demuestra el gran número de tumbas construidas en esta época.

Sin embargo, este resurgimiento no impidió que otras ciudades en los Valles Centrales comenzaran a competir con Monte Albán. El ejercicio del poder dejó de ser un monopolio y se basó más en alianzas políticas entre diferentes centros. Ciudades como Jalieza, Yagul y Mitla ganaron importancia, algunas incluso fortificadas con murallas.

Al final de la Fase Xoo, hacia el siglo VIII, las obras públicas en Monte Albán cesaron. Los edificios dejaron de ser remozados, un claro indicador del abandono gradual de la ciudad por parte de la élite gobernante. La población comenzó a trasladarse a localidades cercanas en el valle. Aunque fue abandonada como centro de población, Monte Albán siguió siendo reutilizada por los zapotecos con fines rituales. El colapso de Monte Albán, aunque posterior al de Teotihuacán, pudo haber sido influenciado por la inestabilidad política general en Mesoamérica tras la caída de las grandes ciudades del Clásico.

El Posclásico y la Influencia Mixteca

Durante el Posclásico Temprano, los Mixtecos comenzaron a expandirse hacia los Valles Centrales, influyendo en ciudades como Zaachila, Cuilapan y Mitla. Monte Albán, aunque ya no era una capital habitada, no fue la excepción a esta influencia. La evidencia más famosa de la presencia mixteca en Monte Albán proviene de la Tumba 7, descubierta por Alfonso Caso en 1932. Esta tumba zapoteca fue reutilizada siglos después por los mixtecos como un santuario funerario, depositando en su interior una ofrenda extraordinariamente rica, considerada la más valiosa encontrada en América.

Exploraciones Arqueológicas y el Descubrimiento de la Tumba 7

La imponente presencia de Monte Albán atrajo la atención de exploradores desde el periodo virreinal. Guillermo Dupaix realizó investigaciones a principios del siglo XIX, y posteriormente Bandelier a finales del mismo siglo. La primera investigación intensiva fue dirigida por Leopoldo Batres en 1902. Sin embargo, fue la labor de Alfonso Caso Andrade, a partir de 1931, la que marcó un antes y un después en el estudio de Monte Albán.

Alfonso Caso, un destacado abogado, arqueólogo y antropólogo, lideró varias temporadas de excavación en el sitio. Sus trabajos permitieron rescatar y restaurar la mayor parte de los edificios visibles hoy en la Plaza Principal. Pero su hallazgo más célebre fue el descubrimiento de la Tumba 7 el 9 de enero de 1932. Esta cripta contenía una ofrenda funeraria espectacular, compuesta por numerosas piezas de orfebrería de oro, turquesa y otros materiales preciosos, predominantemente de estilo mixteco. Caso postuló, y estudios posteriores han confirmado, que la tumba zapoteca original fue reutilizada por los mixtecos en el Posclásico como un lugar sagrado para depositar fardos funerarios y ofrendas, posiblemente relacionados con alianzas matrimoniales entre élites mixtecas y zapotecas.

¿Quiénes son los danzantes del sitio de Monte Albán en Oaxaca?
Danzante significa bailarines, que se creía que eran las figuras contorsionadas. Los arqueólogos actuales los consideran prisioneros torturados, enemigos de los gobernantes de Monte Albán durante su desarrollo inicial y su formación como Estado Zapoteca unificado en Oaxaca.

La meticulosidad de Caso al documentar el hallazgo de la Tumba 7 fue ejemplar, y su equipo multidisciplinario incluyó arquitectos, antropólogos físicos y otros especialistas, sentando las bases para la arqueología moderna en México. Sus investigaciones permitieron establecer la primera cronología detallada para la historia de Monte Albán, que sigue siendo la base para los estudios actuales.

Otros proyectos importantes, como el Proyecto de Prehistoria y Ecología Humana de la Universidad de Míchigan, dirigido por Kent Flannery, han estudiado los periodos anteriores a la fundación de Monte Albán, incluyendo San José Mogote. El Proyecto Patrones de Asentamiento Prehistórico en los Valles Centrales de Oaxaca, liderado por Richard Blanton y otros, ha mapeado extensivamente el sitio y sus alrededores, proporcionando una visión completa del tamaño y alcance de la ciudad a lo largo del tiempo.

La pintura mural también ha sido objeto de estudio. Aunque los edificios principales estuvieron pintados de rojo, se han encontrado vestigios de otros colores como verde, amarillo y blanco. Las tumbas de Monte Albán, especialmente la 72, 103, 104, 105, 112, 125 y 160, conservan importantes ejemplos de pintura mural que documentan aspectos de la vida y creencias zapotecas.

Características Notables del Sitio

Los Danzantes

Una de las características más enigmáticas y distintivas de Monte Albán son las estelas conocidas como los Danzantes. Talladas en grandes losas de piedra, estas figuras representan individuos en posiciones contorsionadas, a menudo con mutilaciones (como la ausencia de genitales) y con glifos asociados. Inicialmente se pensó que representaban danzarines, de ahí su nombre popular. Sin embargo, investigaciones posteriores, particularmente las de Alfonso Caso, llevaron a la interpretación de que son representaciones de cautivos de guerra, posiblemente élites enemigas, sacrificados o humillados públicamente. Los glifos que los acompañan podrían ser nombres o lugares conquistados por Monte Albán durante su fase de expansión temprana.

Sistema Calendárico y Escritura

Monte Albán es uno de los sitios mesoamericanos con evidencia temprana de escritura y un sistema calendárico sofisticado. Las estelas y otros monumentos contienen jeroglíficos que registran eventos históricos y fechas. Los zapotecos desarrollaron un sistema calendárico dual, común en Mesoamérica: el calendario ritual o sagrado (piye) de 260 días, y el calendario solar (yza) de 365 días (18 meses de 20 días más 5 días adicionales). Estos calendarios se combinaban en ciclos de 52 años, marcando el "Nuevo Sol" y la renovación del tiempo. Las estelas con texto puro, sin figuras, conmemoran sucesos importantes y demuestran un avanzado conocimiento matemático y astronómico, incluyendo la alineación de estructuras con puntos celestes, como la Estrella Polar.

Patrimonio Mundial

Dada su inmensa importancia histórica y cultural, la zona arqueológica de Monte Albán fue declarada por la UNESCO, conjuntamente con el Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca, como Patrimonio Cultural de la Humanidad el 11 de diciembre de 1987. El área protegida abarca una extensa poligonal que incluye varios municipios circundantes, asegurando la preservación de este valioso legado prehispánico.

¿Cuál era el principal dios zapoteca responsable de las lluvias y protector de los cultivos?
Pitao Cocijo. Divinidad zapoteca de la lluvia y la tormenta. Comparable a Chaac de los mayas y a Tláloc mexica.

Preguntas Frecuentes sobre Monte Albán

¿Quién construyó Monte Albán?

Monte Albán fue construido por el pueblo Zapoteca. Su fundación implicó la congregación de población proveniente de centros previos en los Valles Centrales, como San José Mogote, que fue abandonado en favor de la nueva capital en la montaña.

¿Cuándo fue fundada Monte Albán?

Monte Albán fue fundada alrededor del año 500 a.C.

¿Quién descubrió la Tumba 7 de Monte Albán?

La famosa Tumba 7 fue descubierta por el arqueólogo mexicano Alfonso Caso Andrade en 1932.

¿Cuál es la importancia de la Tumba 7?

La Tumba 7 es célebre por ser la tumba prehispánica más rica encontrada en América. Aunque de origen zapoteca, fue reutilizada por los mixtecos en el Posclásico para depositar una ofrenda suntuosa, predominantemente de objetos de oro y otros materiales preciosos, lo que arroja luz sobre las interacciones y prácticas funerarias entre ambos pueblos.

¿Qué representan los Danzantes de Monte Albán?

Los Danzantes son figuras talladas en piedra que se interpretan como representaciones de cautivos de guerra o individuos sometidos, posiblemente sacrificados, de los pueblos conquistados por Monte Albán durante su expansión temprana.

Monte Albán sigue siendo un sitio de estudio fundamental para comprender el desarrollo de las sociedades complejas en Mesoamérica. Su arquitectura monumental, su arte, su escritura y su historia de interacciones con otras culturas la convierten en una parada obligatoria para cualquier interesado en el rico pasado prehispánico de México.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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