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Electro: La Mezcla de Oro y Plata Ancestral

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La fascinante unión de dos de los metales preciosos más codiciados por la humanidad, el oro y la plata, da lugar a una aleación con una rica historia y un nombre propio: el electro. Esta combinación, que se encuentra tanto en la naturaleza como producida artificialmente, ha desempeñado roles cruciales a lo largo de los milenios, desde usos ornamentales y rituales hasta ser el material de las primeras monedas conocidas.

¿Cómo se le llama a la mezcla de oro y plata?
El electro (del latín electrum) es una aleación de oro y plata con una relación de ⅕ de plata respecto del oro, con trazas de cobre y otros metales, que se encuentra en la naturaleza. Ha sido también producido de forma artificial.

El término 'electro' proviene del latín electrum y describe fundamentalmente una aleación compuesta de oro y plata. Si bien una definición clásica habla de una proporción de 1/5 de plata respecto al oro, la realidad es que la composición del electro natural es altamente variable, a menudo conteniendo trazas de cobre y otros metales. Los antiguos griegos se referían a él simplemente como 'oro' o, distintivamente, como 'oro blanco' para diferenciarlo del oro ya refinado.

El color de esta aleación es un indicativo directo de sus proporciones. Puede variar desde un amarillo muy pálido hasta un amarillo brillante, dependiendo de cuánto oro o cuánta plata contenga. Esta variabilidad en la composición natural ha sido, históricamente, tanto una bendición como un desafío.

Índice de Contenido

¿Qué es Exactamente el Electro? Composición y Orígenes

Como hemos mencionado, el electro es una aleación natural de oro y plata. Su presencia en depósitos aluviales, como los lechos de ríos y arroyos, en forma de pequeños granos y pepitas, lo hizo accesible para las civilizaciones antiguas. Aunque se encuentra naturalmente, también se ha producido de forma artificial desde tiempos remotos, permitiendo controlar (hasta cierto punto) sus proporciones.

La proporción de oro y plata en el electro natural puede variar enormemente según su origen geográfico. Por ejemplo, el electro hallado en la zona occidental de la Anatolia moderna suele tener entre un 70% y un 90% de oro. Sin embargo, el electro utilizado específicamente en las monedas de la antigua Lidia, una región clave en la historia de esta aleación, presentaba un contenido de oro significativamente menor, típicamente entre el 45% y el 55%. Esta diferencia sugiere manipulaciones artificiales o la mezcla de electro de diversas fuentes.

El Electro en la Antigüedad: Más Allá de las Monedas

Aunque el electro es más conocido por su papel en la invención de la moneda, su uso se remonta mucho más atrás. Existe evidencia de su empleo en el III milenio a.C. en el Imperio Antiguo de Egipto. Allí, el electro no solo se valoraba por su belleza, sino también por posibles connotaciones simbólicas o religiosas.

Se utilizaba, por ejemplo, como material de recubrimiento exterior para los piramidiones, las piezas que coronaban la cúspide de las pirámides, y también para los obeliscos. Este revestimiento brillante habría captado y reflejado la luz solar, imbuyendo a estas estructuras monumentales de un resplandor especial. Además de usos arquitectónicos y ornamentales, hay constancia de su aplicación en procesos de momificación, específicamente como recubrimiento en las cabezas de los cuerpos momificados, lo que subraya su valor y perhaps sus asociaciones rituales o de preservación.

El Auge del Electro en Lidia: Las Primeras Monedas

El capítulo más célebre en la historia del electro se escribe en el reino de Lidia, en Asia Menor, durante el siglo VII a.C. Fue allí donde se acuñaron las monedas más antiguas conocidas, utilizando precisamente esta aleación. Los hallazgos en lugares como el Templo de Artemisa en Éfeso datan estas primeras emisiones entre los años 625 y 600 a.C., durante el reinado de Aliates de la dinastía Mermnada, aunque algunos historiadores sugieren que su inicio pudo ser incluso anterior, bajo el rey Giges, fundador de la dinastía.

Estas pioneras monedas de electro solían llevar estampada la cabeza de un león, símbolo de la poderosa dinastía Mermnada. Un aspecto revolucionario de estas emisiones fue la estandarización de su peso. Un Estatero de electro, una de las unidades monetarias de la época, equivalía a un peso fijo, lo que facilitaba el intercambio comercial y sentaba las bases de un sistema monetario formal.

El electro se impuso inicialmente sobre el oro puro o la plata pura por varias razones prácticas. Su mayor dureza lo hacía más resistente al desgaste, ideal para el uso diario de las monedas. Además, era más fácil de extraer de los yacimientos naturales, como los ricos depósitos aluviales del río Pactolo y las vetas del monte Lidio Tmolo, ambos famosos en la antigüedad por su abundancia de metales preciosos.

Sin embargo, la variabilidad inherente en la composición del electro natural pronto se convirtió en un problema significativo. La imposibilidad de conocer con exactitud el porcentaje preciso de oro que contenía cada pieza dificultaba enormemente la valoración de la moneda acuñada. Esta incertidumbre repercutía negativamente en la confianza y fluidez del comercio.

Esta dificultad llevó finalmente a una innovación crucial: la introducción de monedas acuñadas en metales puros. Durante el reinado de Creso (Kroisos), el último rey de Lidia, se comenzaron a emitir monedas separadas en oro puro y plata pura. Estas monedas, conocidas como Croesidas, eran mucho más fáciles de valorar debido a su pureza consistente, lo que impulsó el comercio y consolidó el sistema monetario lidio.

La transición del electro a metales puros también ha llevado a los historiadores a especular sobre las motivaciones económicas de los gobernantes. Es posible que una de las razones para la emisión inicial de monedas de electro, especialmente aquellas con un contenido de oro inferior al del metal que circulaba previamente, fuera incrementar las ganancias de los señores mediante la seigniorage, es decir, la diferencia entre el valor intrínseco del metal y el valor facial de la moneda.

El Misterio del Origen y el Proceso de Refinación en Sardis

La invención de la acuñación y el uso del electro en Lidia no solo impulsaron el comercio, sino que también estimularon el desarrollo de sofisticadas técnicas metalúrgicas. Para obtener monedas de pureza más consistente (o para separar los metales puros una vez que el electro se volvió obsoleto), los lidios desarrollaron procesos de refinación avanzados.

El sitio arqueológico de Sardis, la capital de Lidia, ha revelado una compleja instalación metalúrgica datada en la primera mitad del siglo VI a.C., ubicada estratégicamente fuera de las murallas de la ciudad y cerca del río Pactolo. Este lugar proporcionó las evidencias más antiguas conocidas de dos técnicas clave para trabajar el electro:

La Técnica de Cementación

La cementación era el proceso principal utilizado para separar el oro de la plata y otros metales presentes en el electro. Para prepararlo, las piezas más grandes de electro se golpeaban hasta obtener láminas muy finas, maximizando la superficie de contacto. Estas láminas, junto con pequeños granos de electro, se colocaban en capas alternas con un agente separador. Este agente era probablemente sal (cloruro de sodio), posiblemente mezclada con sulfuros como el alumbre, y se utilizaban "portadores" como arcilla o polvo de ladrillo para absorber los productos de la reacción. Todo esto se disponía dentro de recipientes de cerámica tosca, que a menudo se asemejaban a ollas de cocina lidias comunes.

¿Cómo se llama el oro y la plata juntos?
El oro y la plata se encuentran juntos en una aleación natural, que a menudo se recupera en forma de pequeños granos y pepitas de depósitos aluviales en lechos de ríos y arroyos. Esta aleación se denomina comúnmente electrum; y el electrum recuperado de los depósitos aluviales se denomina oro secundario o de placer .

Los recipientes llenos se colocaban luego en hornos de ladrillo pequeños y se calentaban a temperaturas relativamente bajas, alrededor de 800°C, durante muchas horas, incluso días. Durante este calentamiento, los vapores de sal atacaban el electro, convirtiendo la plata en cloruro de plata. Este cloruro de plata era absorbido por los materiales arcillosos circundantes: la arcilla o el polvo de ladrillo usados como portadores, los propios recipientes de cerámica e incluso los ladrillos del horno. Después de este tratamiento, el oro que quedaba era básicamente puro.

La Técnica de Copelación

Una vez separada la plata en forma de cloruro absorbido en la arcilla, era necesario recuperarla en forma metálica, ya que la plata también era un metal valioso. Aquí entraba en juego la copelación. Los materiales arcillosos (recipientes, portadores, ladrillos de horno) que habían absorbido los cloruros de plata durante la cementación se fundían primero con plomo.

La fundición transformaba las sales de plata en plata metálica, que se combinaba con el plomo. La aleación de plata y plomo resultante se colocaba en unas estructuras especiales que los arqueólogos encontraron en Sardis, a menudo llamadas 'copelas', aunque su forma (huecos poco profundos y porosos en el suelo) difiere de las descritas en fuentes literarias. Estos 'hogares de cuenco' se cubrían con combustible y se calentaban en una atmósfera oxidante, alcanzando temperaturas de hasta unos 1100°C, utilizando fuelles para introducir aire.

La combinación de calor y oxígeno oxidaba los metales base. El plomo se convertía en óxido de plomo, conocido como litargirio. Este litargirio era absorbido por las paredes porosas del hogar de cuenco, aislando la plata, que a menudo se recogía en el fondo en forma de un 'botón' metálico. El litargirio quedaba como un subproducto en forma de 'torta'.

Los restos arqueológicos en Sardis son impresionantes y constituyen la evidencia más antigua conocida de estos procesos a esta escala, incluyendo fragmentos de hornos, vasijas de cementación con restos de oro, láminas de oro, numerosos 'hogares de cuenco' (se encontraron hasta 200), puntas de sopletes de hierro y toberas resistentes al calor.

El Debate sobre el Origen del Electro Lidio

Durante mucho tiempo, se asumió que el electro utilizado por los lidios para sus monedas y para la refinación provenía del oro aluvial del río Pactolo y otros arroyos cercanos a Sardis, famoso en la antigüedad por su riqueza. Sin embargo, análisis recientes del oro natural de estos arroyos han revelado algo sorprendente: este oro es esencialmente puro, con apenas contenido de plata.

Esto plantea preguntas intrigantes: Si los lidios tenían acceso a oro puro del Pactolo, ¿por qué acuñaron monedas de electro? ¿Y de dónde provenía el electro que sí contenía plata y que fue procesado en la refinería de Sardis? Una hipótesis es que el electro para las monedas y la refinación provenía de otras fuentes, como las minas lidias en la región de la Tróade (cerca de Troya), conocidas por producir oro con cantidades significativas de plata. El oro puro del Pactolo podría haber sido utilizado para otros fines, como artefactos o lingotes.

Otra consideración es la escala de la instalación de Sardis. Parece haber sido un taller a pequeña escala, rodeado de complejos aparentemente domésticos, más que una operación estatal a gran escala. Esto sugiere una posibilidad alternativa: quizás la instalación no estaba refinando electro natural extraído directamente, sino procesando monedas de electro ya existentes u otros objetos que se habían vuelto obsoletos, separándolos en oro y plata puros para su reutilización.

Composición del Electro: Variabilidad Histórica

La composición del electro varía significativamente dependiendo de su origen. Aquí presentamos una comparación basada en la información proporcionada:

Tipo de ElectroContenido de OroContenido de PlataNotas
Electro natural (Anatolia Occidental)70% - 90%10% - 30%Generalmente con trazas de otros metales.
Electro de monedas lidias (antiguas)45% - 55%45% - 55%Menor contenido de oro que el electro natural de la región, sugiriendo manipulación o mezcla.

Esta tabla ilustra la amplia gama de composiciones que puede tener el electro, lo que explica la dificultad para valorarlo de manera precisa en la antigüedad.

Preguntas Frecuentes sobre el Electro

¿Cómo se llama la mezcla de oro y plata?

La mezcla natural de oro y plata se llama electro.

¿Por qué los Lidios usaron electro para sus primeras monedas?

Los lidios usaron electro inicialmente porque era más duro que el oro puro, lo que lo hacía más duradero para monedas. También era más fácil de extraer de los yacimientos locales como el río Pactolo y el monte Tmolo.

¿Cómo se refinaba el electro en la antigüedad?

En lugares como Sardis, el electro se refinaba mediante procesos de cementación y copelación. La cementación utilizaba sal para separar la plata del oro, y la copelación se usaba para recuperar la plata del material absorbente mediante fundición con plomo y oxidación.

¿Era todo el electro de Lidia de la misma composición?

No, el electro natural variaba en composición. Las monedas lidias antiguas tenían un contenido de oro más bajo (45-55%) que el electro natural encontrado en Anatolia (70-90%), lo que indica que probablemente se manipulaba o se mezclaba electro de diferentes fuentes.

Conclusión

El electro no es solo una aleación; es un testigo de la historia antigua, un material que facilitó el nacimiento de la moneda y estimuló el ingenio metalúrgico de civilizaciones como la lidia. Su variabilidad natural presentó desafíos que llevaron al desarrollo de técnicas de refinación avanzadas y, eventualmente, a la adopción de metales puros para la acuñación. Desde los piramidiones de Egipto hasta las primeras monedas de Lidia, el electro ocupó un lugar destacado, demostrando la capacidad humana para aprovechar y transformar los dones de la naturaleza.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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