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Entendiendo los Quilates del Oro

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Desde tiempos inmemoriales, el oro ha cautivado a la humanidad. Su brillo inalterable, su rareza y su maleabilidad lo han convertido en el metal precioso por excelencia para la orfebrería, un símbolo de riqueza, estatus y belleza perdurable. Sin embargo, al hablar de joyas de oro, es fundamental entender un concepto clave que determina tanto su valor como sus propiedades físicas: los quilates.

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Los quilates no se refieren al peso del oro, sino a su grado de pureza. Un quilate es una unidad que mide la proporción de oro puro presente en una aleación. Dado que el oro puro (24 quilates) es muy blando, rara vez se utiliza solo en joyería. Se mezcla con otros metales, como cobre, plata, zinc o níquel, para aumentar su dureza y durabilidad, así como para modificar su color (creando oro amarillo, blanco o rosa).

La escala de quilates se basa en un total de 24 partes. Así, 24 quilates (24k) representan oro puro, donde las 24 partes son de oro. Cuando el oro se mezcla con otros metales, el número de quilates indica cuántas de esas 24 partes son de oro puro.

Índice de Contenido

Oro de 24 Quilates (24k): La Máxima Pureza

El oro de 24 quilates es oro en su estado más puro, con un 99.9% de oro fino. Es el estándar de pureza reconocido a nivel mundial. Su color es un amarillo intenso y brillante. Debido a su extrema pureza, es un metal muy blando y maleable. Esto lo hace ideal para inversión en lingotes o monedas, donde la pureza es primordial, pero menos práctico para la joyería de uso diario que requiere resistencia a arañazos y deformaciones.

En algunas culturas, especialmente en Asia, la joyería de 24k es valorada precisamente por su pureza y flexibilidad, aunque requiere un cuidado extremo. Su valor es el más alto por unidad de peso.

Oro de 18 Quilates (18k): El Equilibrio entre Pureza y Resistencia

El oro de 18 quilates contiene 18 partes de oro puro y 6 partes de otros metales. Esto equivale a un 75% de oro fino y un 25% de aleación. Es uno de los estándares más populares en joyería de alta calidad, especialmente en Europa y Estados Unidos.

Ofrece un excelente equilibrio: conserva gran parte del color rico del oro puro y tiene un alto valor, pero la adición de otros metales le confiere una mayor durabilidad y resistencia a los arañazos y deformaciones que el oro de 24k. Es lo suficientemente duro para engastar gemas de forma segura y mantener la forma de diseños complejos, pero sigue siendo relativamente maleable para permitir a los joyeros trabajar con él con precisión.

Las aleaciones comunes para 18k pueden ser:

  • Oro amarillo 18k: oro, cobre, plata.
  • Oro blanco 18k: oro, paladio, plata, níquel (menos común hoy en día debido a alergias), o una combinación de ellos. A menudo se recubre con rodio para un acabado más blanco y brillante.
  • Oro rosa 18k: oro, cobre (principalmente).

Oro de 14 Quilates (14k): Popularidad y Resistencia

El oro de 14 quilates está compuesto por 14 partes de oro puro y 10 partes de otros metales, lo que representa un 58.3% de oro fino y un 41.7% de aleación. Es muy popular en Estados Unidos y otras partes del mundo, especialmente para anillos de compromiso, alianzas y joyería de uso continuo.

Su menor contenido de oro lo hace más asequible que el 18k o 24k, y significativamente más duro y resistente al desgaste diario. Es menos propenso a rayarse o doblarse. El color del oro 14k es ligeramente menos intenso que el 18k, pero sigue siendo atractivo. La mayor proporción de metales de aleación puede, en algunos casos, aumentar el riesgo de reacciones alérgicas en personas sensibles al níquel, aunque muchas aleaciones modernas evitan este metal.

Oro de 9 Quilates (9k): Accesibilidad

El oro de 9 quilates contiene 9 partes de oro puro y 15 partes de otros metales. Esto equivale a un 37.5% de oro fino y un 62.5% de aleación. Es el estándar de oro más bajo legalmente permitido para ser llamado 'oro' en muchos países, como Reino Unido y Australia.

Es el más asequible de los quilates comunes y el más duro y resistente al desgaste debido a su alto contenido de metales de aleación. Su color es notablemente menos intenso que el oro de 14k, 18k o 24k. Es una buena opción para joyería de moda o piezas que necesitan ser muy duraderas, aunque su valor intrínseco (basado en el contenido de oro) es menor.

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Tabla Comparativa de Quilates de Oro

QuilatesPureza de OroProporción (Oro/Aleación)ColorDureza/DurabilidadValorUsos Típicos
24k99.9%24/0Amarillo IntensoMuy BlandoAltoInversión (lingotes, monedas), joyería tradicional (ciertas culturas)
18k75%18/6Amarillo Rico, Blanco, RosaBuenaMedio-AltoJoyería de alta calidad, anillos de compromiso, piezas de diseño
14k58.3%14/10Amarillo Dorado, Blanco, RosaMuy BuenaMedioJoyería de uso diario, anillos de compromiso, alianzas, pendientes
9k37.5%9/15Amarillo Pálido, Blanco, RosaExcelenteBajo-MedioJoyería de moda, piezas muy resistentes, bisutería de "oro"

Preguntas Frecuentes sobre los Quilates de Oro

¿Cuál es el mejor quilate de oro para un anillo de compromiso?

La elección depende de tus prioridades. Si buscas un equilibrio entre valor, belleza y durabilidad, el 18k es una excelente opción. Si la durabilidad y la resistencia al desgaste diario son tu principal preocupación y el presupuesto es un factor, el 14k es una elección muy popular y práctica.

¿El oro de 24k se raya fácilmente?

Sí, el oro de 24k es muy blando y propenso a rayarse, doblarse y deformarse con el uso normal. Por eso no es el más adecuado para joyería que se lleva a diario.

¿Puedo ser alérgico al oro?

La alergia al oro puro es extremadamente rara. Sin embargo, las reacciones alérgicas (dermatitis de contacto) suelen ser causadas por los metales de aleación mezclados con el oro, especialmente el níquel. El oro blanco de 9k o 14k, que tradicionalmente contenía más níquel, tenía más probabilidades de causar reacciones. Las aleaciones modernas a menudo usan paladio u otros metales para el oro blanco, reduciendo el riesgo de alergias. Si tienes piel sensible, busca oro con un contenido de níquel bajo o nulo, o considera platino.

¿El oro de 14k se ve muy diferente al de 18k?

Sí, hay una diferencia visible, aunque sutil para algunos ojos. El oro de 18k tiene un color amarillo más cálido e intenso debido a su mayor contenido de oro puro. El oro de 14k es un amarillo ligeramente más pálido. La diferencia puede ser más notoria si colocas las piezas una al lado de la otra.

¿Cómo se limpia la joyería de oro según los quilates?

La limpieza general es similar: agua tibia, jabón suave y un cepillo de cerdas suaves. Sin embargo, las aleaciones con mayor contenido de metales no preciosos (como el 9k o 14k) pueden ser más susceptibles a deslustrarse con el tiempo que el 18k o 24k, y pueden requerir una limpieza más frecuente o específica para eliminar la oxidación de los metales de aleación.

¿El número de quilates afecta el color del oro?

Sí, significativamente. No solo la pureza afecta el tono del amarillo (más puro, amarillo más intenso), sino que la elección de los metales de aleación en combinación con el oro puro es lo que crea el oro blanco, rosa o incluso otros colores menos comunes (verde, azul, negro) en joyería.

¿El valor de un anillo de oro se basa solo en los quilates?

El valor intrínseco del metal sí se basa principalmente en los quilates (pureza) y el peso. Sin embargo, el valor total de una pieza de joyería también incluye el diseño, la mano de obra (artesanía de la orfebrería), la presencia y calidad de gemas, la marca y el valor sentimental o histórico.

¿Qué significa oro laminado o chapado en oro?

Estos términos se refieren a piezas que tienen una capa exterior de oro (generalmente de bajo quilate o una aleación fina) unida mecánicamente o depositada electroquímicamente sobre un metal base (como latón, cobre o plata). No son oro macizo. La cantidad de oro es mucho menor que en el oro macizo de cualquier quilate, y con el tiempo, la capa de oro puede desgastarse, revelando el metal base.

Entender los quilates te permite tomar decisiones informadas al comprar o vender joyas de oro. Cada nivel de pureza ofrece distintas propiedades y se adapta mejor a diferentes usos y presupuestos. Ya sea que busques la máxima pureza para inversión o una pieza resistente para el día a día, hay un quilate de oro ideal para ti.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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