¿Qué es el oficio de orfebre?

Tesoros Dorados de la Catedral de Sevilla

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La majestuosidad de la Catedral de Sevilla, el templo gótico más grande del mundo, suscita innumerables preguntas entre quienes la visitan o estudian. Una de las más recurrentes, teñida de fascinación por la riqueza y el esplendor, es: ¿Cuánto oro hay en su interior? Es una pregunta natural al contemplar la profusión de detalles dorados y las valiosas piezas que alberga. Sin embargo, la respuesta no reside en un simple peso o una cifra exacta. La verdadera dimensión del oro y la plata en la Catedral de Sevilla se encuentra en su valor artístico, histórico y simbólico, plasmado en siglos de magnífica orfebrería y platería.

¿Quién pintó el techo de la catedral?
Artículo. En 1508, el Papa encargó al célebre escultor y pintor florentino Miguel Ángel (1475-1564) que pintara escenas en el techo de la Capilla Sixtina del Vaticano.

Determinar una cantidad precisa de oro en un edificio de esta magnitud es prácticamente imposible. El oro no se encuentra almacenado como lingotes (salvo quizás una pequeña cantidad para reparaciones o nuevas piezas), sino integrado de formas diversas: como metal macizo en objetos litúrgicos, como recubrimiento (dorado o pan de oro) sobre madera, plata u otros materiales, o como hilos en textiles sagrados. Cada pieza tiene su propia historia, valor artístico y peso específico, que rara vez se suma para obtener un total global del metal precioso.

Índice de Contenido

Un Legado de Esplendor: ¿Dónde Reside el Oro y la Plata?

El metal precioso en la Catedral de Sevilla se manifiesta en múltiples formas y ubicaciones, cada una contando una parte de su rica historia y devoción. Estos tesoros no solo son valiosos por el material, sino por la maestría con la que fueron transformados por hábiles artesanos a lo largo de los siglos.

Los principales focos de esplendor metálico son:

  • El Retablo Mayor: Esta colosal obra de arte, el altar más grande del mundo, es un ejemplo supremo de dorado sobre madera. Aunque su estructura principal es de madera tallada, está recubierto casi en su totalidad con pan de oro, creando un efecto deslumbrante que simboliza la gloria divina. La cantidad de pan de oro utilizada a lo largo de su construcción y restauraciones es inmensa, aunque no se trate de oro macizo.
  • El Tesoro de la Catedral: Ubicado en la Sacristía de los Cálices y la Sacristía Mayor, el Tesoro alberga la colección de objetos litúrgicos y ornamentales más valiosa. Aquí es donde se encuentran numerosas piezas de orfebrería y platería maciza o bañada en oro: cálices, patenas, cruces procesionales, relicarios, báculos, custodias y un sinfín de objetos de culto.
  • La Sala Capitular y Antesala: Estas estancias también conservan piezas de gran valor, incluyendo mobiliario y elementos decorativos con incrustaciones o detalles dorados.
  • Capillas Laterales: Muchas de las numerosas capillas de la catedral contienen retablos, rejas, y objetos litúrgicos propios, algunos de los cuales incorporan oro y plata en su decoración.
  • Textiles Litúrgicos: Casullas, dalmáticas, capas pluviales y otros ornamentos sagrados a menudo están bordados con hilos de oro y plata, añadiendo otra capa de riqueza al ajuar catedralicio.

Obras Maestras de la Orfebrería Sevillana

La Catedral de Sevilla ha sido, y sigue siendo, un centro de mecenazgo artístico, atrayendo a los mejores orfebres y plateros de cada época. Las piezas que atesora son testimonio de la evolución de estos oficios y de la riqueza que la ciudad acumuló, especialmente a partir del descubrimiento y la explotación de América. Sevilla se convirtió en el puerto y puerta de entrada de las riquezas del Nuevo Mundo, y gran parte de ese caudal se invirtió en embellecer sus iglesias y conventos.

Entre las piezas más destacadas por su valor material y artístico se encuentran:

  • La Custodia Procesional de Arfe: Esta monumental custodia de plata dorada, obra de Juan de Arfe y otros artistas, es una de las más grandes y ricas del mundo. Se utiliza en la procesión del Corpus Christi. Aunque es principalmente de plata bañada en oro, su tamaño y la cantidad de metal precioso utilizado son asombrosos. Es una joya de la platería renacentista española.
  • Cálices y Patenas: La colección incluye ejemplares de distintas épocas y estilos, muchos de ellos de oro macizo o ricamente decorados con esmaltes y piedras preciosas. Son piezas centrales de la liturgia y muestran la exquisitez del trabajo de orfebrería.
  • Relicarios: Diseñados para contener reliquias de santos, estas piezas a menudo adoptan formas arquitectónicas miniadas o figurativas, ricamente decoradas con oro, plata y gemas.
  • Cruces Procesionales: Utilizadas en las procesiones, estas cruces son a menudo de gran tamaño y elaborada decoración, combinando plata, oro y otros materiales.

La Capilla Mayor: Un Universo Dorado

La construcción de la Catedral, iniciada en 1402 sobre los restos de la antigua mezquita almohade (dañada por un terremoto en 1356), culminó en gran parte en 1506. Sin embargo, elementos clave como la Capilla Mayor se completaron más tarde. La Capilla Mayor, tal como la conocemos hoy, con su impresionante Retablo Mayor, se finalizó en 1564. Este período, pleno siglo XVI, coincide con la época de mayor auge del comercio con América y la llegada masiva de oro y plata a España a través de Sevilla. No es casualidad que una obra de tal magnitud y riqueza, recubierta con pan de oro en su casi totalidad, se erigiera precisamente en este momento histórico.

El Retablo Mayor, con sus innumerables escenas bíblicas talladas en madera, es un ejemplo monumental de cómo el oro se utiliza no solo por su valor intrínseco, sino como elemento artístico y simbólico. El brillo del oro capta la luz, guía la mirada del fiel y enfatiza la santidad y la gloria de las figuras representadas. Se estima que se utilizaron millones de láminas de pan de oro para cubrir su vasta superficie, un trabajo que requirió una inversión colosal y el esfuerzo de numerosos doradores.

El Tesoro de la Catedral: Un Legado Acumulado

El Tesoro de la Catedral no es una colección estática; ha crecido a lo largo de los siglos gracias a donaciones de reyes, nobles, arzobispos y particulares, así como a la adquisición de nuevas piezas encargadas por el Cabildo Catedralicio. La historia de la Catedral, desde su conquista por Fernando III en 1248 y su posterior construcción gótica (1402-1506), pasando por eventos como el derrumbe de la cúpula en 1511 (rápidamente reparada) hasta su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, está ligada a la acumulación de estas riquezas.

Cada pieza en el Tesoro cuenta una historia: la de su donante, la del artista que la creó, la del período histórico en que fue realizada y la de su uso en la liturgia. Desde cálices medievales hasta custodias barrocas, el Tesoro es un compendio de la historia de la orfebrería y la platería española, con un fuerte componente de piezas realizadas en Sevilla, que fue un centro neurálgico de estos oficios.

A diferencia del oro del Retablo Mayor, que es decorativo, las piezas del Tesoro son objetos funcionales para el culto, aunque su valor artístico a menudo supera su utilidad práctica. Aquí se encuentran piezas de oro macizo, plata dorada (plata bañada en oro, muy común por su menor coste y peso que el oro macizo), y plata. La diversidad de técnicas – repujado, cincelado, fundición, engaste de piedras, esmaltado – es asombrosa y demuestra el altísimo nivel técnico alcanzado por los artesanos.

Oro y Plata: Más Allá del Valor Material

La presencia de tanto oro y plata en la Catedral de Sevilla responde a múltiples razones que van más allá de la simple ostentación:

  • Símbolo de lo Divino: El oro, un metal inalterable e incorruptible, ha sido universalmente asociado con lo divino, la pureza y la eternidad. Su uso en objetos sagrados busca dignificar el culto y simbolizar la gloria de Dios.
  • Manifestación de Fe y Devoción: Las donaciones de piezas de oro y plata eran actos de profunda fe y devoción. Reyes, nobles y el pueblo ofrecían lo más valioso que poseían para honrar a Dios y a los santos.
  • Reflejo del Poder y Riqueza: La riqueza de la Iglesia y del reino de Castilla, especialmente tras la llegada de los metales preciosos de América, se manifestaba en la magnificencia de sus templos y objetos de culto. La Catedral de Sevilla, como sede arzobispal y como principal beneficiaria de la riqueza del Nuevo Mundo, concentró una cantidad excepcional de estos metales.
  • Valor Artístico: Como hemos mencionado, el oro y la plata son el lienzo y el material para crear obras de arte de incalculable valor. La maestría de los orfebres y plateros transformó el metal en piezas de belleza sublime, que trascienden su valor material.

Contexto Histórico y Acumulación de Riquezas

La historia de la Catedral de Sevilla está intrínsecamente ligada a la acumulación de su tesoro. Desde la reconquista de la ciudad en 1248, aunque la construcción gótica comenzó más tarde (1402), la iglesia mayor de Sevilla comenzó a recibir donaciones y a encargar obras de arte suntuarias. El impulso principal para la riqueza metálica vino con la Era de los Descubrimientos.

Sevilla ostentó el monopolio del comercio con las Indias Occidentales durante siglos. El oro y la plata extraídos de las minas americanas llegaban a Sevilla, donde la Casa de la Contratación controlaba su flujo. Una parte significativa de esta riqueza, ya fuera por impuestos, donaciones o comercio directo, permaneció en la ciudad y sus instituciones, siendo la Catedral la principal beneficiaria. La construcción y embellecimiento de la Catedral coincidieron con la época de mayor afluencia de estos metales, permitiendo financiar obras monumentales como el Retablo Mayor y adquirir o encargar innumerables piezas para su Tesoro.

Eventos como la finalización de la fachada principal en 1564 (el mismo año que la Capilla Mayor) marcan hitos en un período de gran prosperidad y capacidad para invertir en arte y arquitectura de primer nivel, utilizando los materiales más ricos disponibles.

Tabla Comparativa: Formas del Oro y la Plata

Para comprender mejor la presencia de metales preciosos en la Catedral, podemos diferenciar sus formas principales:

Forma del Metal PreciosoDescripciónUbicación Típica en la CatedralValor Principal
Oro MacizoObjetos hechos casi enteramente de oro (altas aleaciones).Cálices, patenas, relicarios pequeños, ciertas joyas.Material intrínseco y artístico.
Plata Dorada (Vermeil)Objetos de plata recubiertos con una capa de oro.Custodias grandes, cruces, candelabros, frontales de altar, grandes relicarios.Artístico, histórico y material (menor que oro macizo).
Dorado sobre MaderaAplicación de finas láminas de pan de oro sobre superficies de madera.Retablo Mayor, otros retablos, sillerías, elementos arquitectónicos.Artístico, simbólico y visual.
Hilos de Oro/PlataMetales preciosos hilados e integrados en tejidos.Casullas, capas pluviales, frontales textiles, palios.Artístico y simbólico.
Incustaciones y DetallesPequeñas piezas o adornos de oro/plata en objetos de otros materiales.Mobiliario, rejas, esculturas.Decorativo y artístico.

Preguntas Frecuentes sobre el Oro en la Catedral de Sevilla

Aclaramos algunas dudas comunes respecto a los metales preciosos en este templo:

¿Existe un inventario que indique la cantidad exacta de oro por peso?
No, no existe un inventario público ni siquiera interno que sume el peso total de oro y plata. Los inventarios de bienes de la Catedral detallan las piezas por su valor artístico, histórico y material individual, no por el peso agregado de los metales preciosos que contienen en sus diversas formas.

¿Todo lo que brilla dorado en la Catedral es oro macizo?
Definitivamente no. Gran parte del efecto dorado se logra mediante el pan de oro aplicado sobre madera (como en el Retablo Mayor) o mediante el baño de oro sobre plata (plata dorada o vermeil), una técnica muy común en la platería suntuaria para dar la apariencia del oro macizo a piezas grandes.

¿De dónde provino la mayor parte del oro y la plata?
Aunque la Catedral acumuló bienes desde su fundación, la inmensa riqueza en metales preciosos, especialmente plata dorada y oro, se incrementó significativamente a partir del siglo XVI, gracias a la llegada constante de oro y plata de las minas de América a través del puerto de Sevilla.

¿Se pueden ver todas las piezas valiosas de oro y plata?
Muchas de las piezas más importantes y artísticas se exhiben de forma permanente en el Tesoro de la Catedral. Otras se conservan en cámaras de seguridad y solo se exponen o utilizan en ocasiones litúrgicas muy señaladas, como la procesión del Corpus Christi con la Custodia de Arfe.

¿Cuál es la pieza de oro o plata más valiosa?
Es difícil determinar una única pieza "más valiosa". El Retablo Mayor, por su magnitud y la cantidad de oro (pan de oro) utilizado en su dorado, representa una inversión colosal. La Custodia de Arfe es una obra maestra de la platería de valor incalculable por su arte, tamaño y el metal empleado. Las piezas de oro macizo del Tesoro tienen un alto valor intrínseco y artístico. El valor es una combinación de material, arte, historia y devoción.

Conclusión: Un Tesoro de Arte e Historia

En lugar de buscar una cifra inalcanzable sobre la cantidad de oro por peso, la riqueza de la Catedral de Sevilla en metales preciosos debe contemplarse como un vasto tesoro de orfebrería y platería. Es un legado acumulado a lo largo de siglos, impulsado por la fe, el arte y la prosperidad económica que vivió Sevilla. Cada cáliz, custodia o detalle dorado en el Retablo Mayor es una obra de arte que cuenta una historia, un testimonio de la habilidad de los artesanos y un símbolo del esplendor espiritual y terrenal de una época. La verdadera riqueza reside en la incalculable belleza artística e histórica de estas piezas, que siguen maravillando a quienes visitan este templo Patrimonio de la Humanidad.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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