¿Cuáles son algunos nombres de joyas?

El Esplendor Oculto: Orfebrería en Santiago

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Santiago de Compostela, destino final de incontables peregrinos, es una ciudad que respira historia, espiritualidad y arte en cada rincón. Si bien sus imponentes edificaciones de piedra son lo primero que captura la mirada, existe un universo de esplendor oculto, labrado en metales preciosos: la rica tradición de la orfebrería y platería que ha florecido al amparo de su santuario y del continuo flujo de devotos y mecenas.

¿Cómo se llama la plaza de Santiago de Compostela?
La Plaza del Obradoiro es el centro monumental de Santiago de Compostela. Su nombre gallego parece derivarse de los talleres de canteros que trabajaron en la construcción de la fachada barroca de la Catedral , que domina la plaza y da la bienvenida a los miles de peregrinos que llegan por el Camino de Santiago.

La ciudad se articula en torno a su majestuosa catedral, y la plaza que la precede es el corazón latente de esta urbe jacobea. Esa plaza, mundialmente conocida, se llama la Plaza del Obradoiro. Es el punto de llegada para quienes culminan el Camino, un espacio donde confluyen la arquitectura civil, religiosa y académica, simbolizando la convergencia de diferentes poderes e influencias a lo largo de los siglos.

La historia constructiva de la Basílica compostelana es larga y compleja, involucrando a numerosos arquitectos, maestros de obras y, por supuesto, mecenas reales y eclesiásticos. Preguntar qué rey mandó construir la iglesia de Santiago de Compostela de manera única es simplificar un proceso que abarcó centurias. Las primeras basílicas sobre el sepulcro del Apóstol fueron impulsadas por monarcas asturleoneses como Alfonso II, considerado el primero en peregrinar, o Alfonso III. Sin embargo, la gran catedral románica que sentó las bases del edificio actual, y que comenzó a erigirse a finales del siglo XI, recibió un impulso fundamental durante el reinado de Alfonso VI de León y Castilla y continuó bajo su sucesor, Alfonso IX. Estos reyes, además de apoyar la obra pétrea, fueron importantes patrocinadores de las artes suntuarias, incluyendo la orfebrería, necesaria para dotar al templo de los objetos litúrgicos y ornamentos dignos de su creciente importancia como centro de peregrinación.

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La Catedral: Un Cofre de Tesoros Metálicos

Es en el interior de la Catedral donde la platería y orfebrería alcanzan su máxima expresión en Santiago. A lo largo de los siglos, donaciones reales, legados de nobles y eclesiásticos, y el propio trabajo de los talleres catedralicios y locales, han ido conformando un patrimonio artístico de valor incalculable. Estos objetos no son meros adornos; son elementos funcionales de la liturgia, símbolos de poder y devoción, y testimonios de las técnicas y estilos artísticos de cada época.

Desde los cálices y patenas utilizados en la Eucaristía, a menudo labrados con exquisito detalle y enriquecidos con gemas, hasta las custodias monumentales que portan el Santísimo Sacramento en procesiones solemnes, cada pieza cuenta una historia. La platería litúrgica, en particular, exigía una gran maestría, combinando la habilidad del metalúrgico con el conocimiento de los símbolos religiosos.

Técnicas y Estilos a Través del Tiempo

La orfebrería compostelana y la que llegó a la ciudad a través de las donaciones reflejan la evolución de los estilos artísticos. Podemos encontrar piezas románicas, góticas, renacentistas, barrocas y neoclásicas.

  • Románico: Las piezas más antiguas, a menudo de carácter funcional, muestran una sobriedad robusta, con decoraciones geométricas o figurativas sencillas, a veces con incrustaciones de esmaltes.
  • Gótico: Se popularizan las formas más esbeltas y detalladas. Aparecen los pináculos, arbotantes y tracerías propios de la arquitectura gótica, aplicados a cálices, cruces procesionales y relicarios. La figuración se vuelve más expresiva.
  • Renacimiento: La influencia italiana trae consigo la búsqueda de la proporción y la armonía. Se incorporan motivos clásicos, grutescos y una mayor finura en el trabajo del metal.
  • Barroco: Es quizás el período de mayor esplendor y opulencia. La platería barroca compostelana se caracteriza por la profusión decorativa, el uso del repujado para crear volumen y movimiento, y la incorporación de elementos vegetales, angelotes y escenas religiosas dinámicas. Las grandes custodias son ejemplos paradigmáticos de este estilo.
  • Neoclásico: Como reacción al barroco, se busca la sencillez y la pureza de las formas inspiradas en la antigüedad clásica. La decoración se reduce, primando la elegancia de las líneas.

Las técnicas empleadas por los maestros orfebres eran diversas y complejas. El repujado, que consiste en trabajar el metal por el reverso para crear relieves en el anverso, permitía dar volumen a las figuras y ornamentos. El cincelado, por su parte, se utilizaba para definir detalles finos sobre la superficie ya repujada o lisa. La filigrana, el engaste de piedras preciosas o semipreciosas, los esmaltes (como el champlevé o el cloisonné en épocas más tempranas, o el esmalte translúcido y opaco posteriormente) y el nielado eran otras técnicas que añadían color, textura y brillo a las piezas.

Piezas Emblemáticas (y el Tesoro Catedralicio)

Aunque muchas de las piezas más valiosas se custodian en el Museo de la Catedral, algunas forman parte integral del culto o la arquitectura. El Altar Mayor, con su baldaquino barroco, aunque principalmente de madera policromada, se enriquece con detalles y elementos de metal que contribuyen a su magnificencia. El propio sepulcro del Apóstol, en la cripta, está rodeado de elementos que, a lo largo de la historia, han incluido metales preciosos en su ornamentación.

El Tesoro de la Catedral, que se puede visitar, alberga una colección impresionante. Aquí se encuentran desde antiguos relicarios que guardan fragmentos óseos de santos, a menudo con elaboradas monturas de plata dorada y pedrería, hasta cálices, báculos episcopales, incensarios, navetas y otros objetos litúrgicos de diferentes épocas y estilos. Destacan algunas custodias procesionales de gran tamaño, verdaderas obras maestras de la platería, que requerían el esfuerzo conjunto de varios artesanos y que simbolizaban la riqueza y el poder de la Iglesia compostelana.

¿Qué es lo más famoso de Santiago de Compostela?
La Catedral de Santiago de Compostela: Sin duda, esta es la atracción turística más famosa de la ciudad. Con su impresionante fachada y su interior lleno de tesoros artísticos, la catedral es una parada obligatoria en cualquier viaje a Santiago.

Más allá de la Catedral, otras iglesias y conventos de Santiago también poseen piezas de orfebrería y platería de interés, aunque a menudo menos conocidas. Estas piezas, aunque quizás no tan monumentales, reflejan la devoción local y el trabajo de talleres menos célebres pero igualmente hábiles.

El Camino y la Orfebrería

El Camino de Santiago no solo trajo peregrinos y mecenas, sino también ideas, estilos y artesanos. A lo largo de las rutas jacobeas, se desarrollaron centros artísticos y talleres que trabajaban para satisfacer las necesidades de las iglesias y los propios peregrinos, que a veces encargaban exvotos o pequeñas piezas devocionales.

La afluencia de riqueza a Santiago, generada por las ofrendas de los fieles y el patrocinio real y noble, permitió encargar obras de gran envergadura a los talleres más prestigiosos del reino e incluso de Europa. Al mismo tiempo, la presencia constante de la Catedral como gran comitente impulsó el desarrollo de talleres locales en la propia ciudad, formando a generaciones de artesanos especializados en el trabajo de metales preciosos.

La platería jacobea adquirió características propias, influenciada por los estilos que llegaban de fuera pero también desarrollando un sello distintivo en algunas épocas, especialmente durante el Barroco gallego. Las conchas de vieira, símbolo universal del Camino, a menudo se incorporaban como motivo decorativo en las piezas litúrgicas y devocionales.

La Orfebrería Hoy

Aunque la época de mayor esplendor de la platería ligada a la Catedral pasó, la tradición del trabajo con metales preciosos no ha desaparecido por completo en Santiago. Aún existen talleres artesanos que continúan la tradición, aunque adaptados a los tiempos modernos, creando joyas y objetos decorativos que, si bien distan de las grandes obras litúrgicas del pasado, mantienen viva la llama de este oficio ancestral. La formación en escuelas de arte y oficios contribuye a preservar las técnicas y el conocimiento acumulado durante siglos.

Visitar el Tesoro de la Catedral es una experiencia imprescindible para comprender la importancia de la orfebrería y platería en el patrimonio artístico de Santiago. Es un recordatorio de cómo el arte suntuario, a menudo considerado secundario frente a la arquitectura o la escultura monumental, desempeña un papel crucial en la configuración de la identidad cultural y religiosa de un lugar.

Preguntas Frecuentes sobre la Orfebrería en Santiago

¿Qué tipo de objetos de orfebrería se encuentran en la Catedral de Santiago?
Principalmente objetos litúrgicos como cálices, patenas, custodias, incensarios, relicarios, báculos episcopales y cruces procesionales, además de algunas piezas decorativas o votivas.
¿De qué materiales están hechos principalmente?
La mayoría son de plata, a menudo sobredorada (plata bañada en oro), y con frecuencia se enriquecen con piedras preciosas o semipreciosas, esmaltes y otros materiales.
¿Quiénes encargaban estas obras?
Principalmente la Iglesia (el Cabildo Catedralicio, obispos), pero también los reyes, la nobleza y personas adineradas a modo de donación o legado.
¿Existían talleres de orfebrería en Santiago?
Sí, la importancia de la ciudad como centro religioso y de peregrinación propició el establecimiento de talleres locales que trabajaban tanto para la Catedral como para particulares.
¿Puedo ver estas obras actualmente?
Sí, una parte muy importante de la colección se exhibe en el Museo de la Catedral de Santiago de Compostela.
¿Cuál es la época de mayor riqueza en la platería compostelana?
Aunque hay piezas valiosas de todas las épocas, el Barroco (siglos XVII y XVIII) es especialmente notable por la cantidad y grandiosidad de las obras conservadas.

Tabla Comparativa de Estilos en la Orfebrería Catedralicia

EstiloÉpoca AproximadaCaracterísticas PrincipalesEjemplos Típicos
RománicoS. XI-XIISobriedad, formas robustas, decoración geométrica o figurativa sencilla, esmaltes tempranos.Relicarios sencillos, cálices primitivos.
GóticoS. XIII-XVFormas esbeltas, detalles arquitectónicos (pináculos), figuración más expresiva.Cruces procesionales, relicarios con tracerías.
RenacimientoS. XVIArmonía, proporción, motivos clásicos (grutescos), mayor finura.Cálices y patenas con decoración renacentista.
BarrocoS. XVII-XVIIIProfusión decorativa, repujado volumétrico, dinamismo, opulencia.Grandes custodias, frontaleras de altar.
NeoclásicoS. XIXSencillez, líneas puras, inspiración clásica, menor decoración.Objetos litúrgicos con formas clásicas.

La orfebrería y platería de Santiago de Compostela es un legado artístico que complementa y enriquece la ya impresionante riqueza monumental de la ciudad. Es el brillo de los metales preciosos que ha acompañado la fe y la historia del Camino, un patrimonio que merece ser conocido y valorado tanto como sus famosas piedras.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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