¿Qué técnicas usaban los diaguitas?

Artesanía Diaguita: Maestros de la Tierra

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El pueblo diaguita, que habitó extensas regiones del noroeste argentino y el norte chileno, dejó tras de sí un legado cultural riquísimo, palpable hoy en día a través de sus impresionantes creaciones artesanales. Más allá de su compleja organización social y su tenaz resistencia, los diaguitas se destacaron como hábiles artesanos, transformando elementos de la naturaleza –barro, metal, piedra– en objetos de uso cotidiano, ceremonial y simbólico que reflejaban su cosmovisión y estructura social.

¿Cuál es el objeto más representativo del arte diaguita?
Entre las piezas más representativas del arte diaguita se encuentran las joyas, como los collares, pulseras y aros, adornados con figuras geométricas y zoomorfas.May 15, 2023

Su maestría abarcó diversas disciplinas, pero tres de ellas sobresalen por su refinamiento y la cantidad de vestigios encontrados: la alfarería, la orfebrería y el trabajo lítica. Cada una de estas áreas no solo demostraba un profundo conocimiento técnico, sino también una rica expresión artística cargada de simbolismo.

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Alfarería Diaguita: El Arte de la Tierra Cocida

La alfarería es quizás una de las manifestaciones artísticas más reconocidas del pueblo diaguita. Eran diestros alfareros, capaces de crear una vasta gama de objetos. Si bien cada familia podía fabricar sus propias ollas y vasijas para el uso doméstico, existían también artesanos especializados dedicados a piezas más complejas y de mayor valor, como las urnas funerarias.

Estas urnas, a menudo ricamente decoradas, eran fundamentales en sus prácticas funerarias, reflejando una profunda preocupación por la vida después de la muerte. Los cuerpos, colocados en posición fetal, se depositaban dentro de estas urnas o en espacios delimitados por lajas de piedra, acompañados de ofrendas como alimentos (carne seca de llama o guanaco), utensilios de cerámica, metal o hueso, e incluso, en casos especiales, partes de los dedos de otras personas o la compañía de sus esposas, lo que sugiere complejos rituales de entierro y un sistema de creencias elaborado en torno al tránsito y el más allá.

La cerámica diaguita se caracteriza por sus formas variadas y decoraciones elaboradas. Se encuentran desde simples cuencos (escudillas) hasta vasijas con formas antropomorfas (humanas) y zoomorfas (animales), siendo los "jarros patos" y "jarros zapatos" ejemplos distintivos de esta última categoría, especialmente en la región chilena, donde la cerámica recibió influencias de culturas costeras, resultando en formas que evocan la fauna local.

La decoración es un aspecto crucial de su alfarería. Utilizaban diseños geométricos complejos, como rombos, zigzags, triángulos y círculos, que se combinaban para crear patrones únicos. Estos diseños podían ser monocromáticos o multicolores, empleando colores vibrantes como el rojo, negro y blanco, obtenidos de fuentes naturales como la cochinilla, el yeso, la arcilla blanca o las vainas del algarrobillo. Esta iconografía no era meramente decorativa; estaba estrechamente ligada a su cosmovisión, representando elementos de la naturaleza, figuras simbólicas y, posiblemente, conceptos religiosos y chamánicos. Algunos diseños incluso creaban efectos ópticos que sugerían movimiento, lo que podría estar relacionado con prácticas rituales o el consumo de sustancias psicoactivas.

¿Qué joyas usaban los diaguitas?
Los diaguitas (900 - 1450 d.C.) siguieron perfeccionando las técnicas y creando diseños propios, especialmente de piezas de orfebrería, tales como aros, collares, pulseras y anillos, trabajando también con plata y oro.

La influencia inca, tras la conquista en el siglo XV, también se manifestó en la alfarería diaguita, dando origen a la fase Diaguita-Inca. Aparecieron nuevas formas y diseños propios del imperio, como aríbalos y jarros con asa vertical, a menudo combinados con la iconografía diaguita tradicional. Esto demuestra la capacidad de los alfareros diaguitas para integrar nuevas técnicas y estilos sin perder por completo su identidad artística.

Orfebrería y Metalurgia: El Brillo de los Andes

El trabajo de los metales fue otra área donde los diaguitas demostraron una notable habilidad. Si bien en el noroeste argentino se han encontrado pocos objetos de oro y plata, concentrándose más en el cobre y el bronce, las fuentes chilenas señalan que los diaguitas de esa región trabajaron con oro y plata, heredando y perfeccionando las técnicas metalúrgicas de culturas previas como El Molle.

Su orfebrería no solo cumplía una función estética, sino también social. Las joyas y los objetos de metal eran símbolos de estatus, accesibles principalmente para los individuos de alto rango, como caciques, chamanes y sus familias. Estos líderes encargaban a los orfebres piezas personalizadas, lo que convertía estos adornos en elementos diferenciadores dentro de la sociedad diaguita, marcando diferencias de estatus, etnia, género y, posiblemente, oficio.

Creaban una variedad de adornos personales, incluyendo aros, collares, pulseras y anillos. También confeccionaban objetos ceremoniales y herramientas. Con la llegada de los incas, la metalurgia diaguita alcanzó un nuevo nivel. Los incas establecieron centros metalúrgicos en la región, como el de Viña del Cerro, e introdujeron nuevas técnicas y formas, incluyendo el posible uso de la técnica de fundición a la cera perdida, que permitía crear objetos con gran detalle. Piezas características del Imperio Inca, como tumis (cuchillos ceremoniales semilunares), tupus (prendedores) y placas pectorales, comenzaron a ser elaboradas en territorio diaguita, a menudo combinando estilos incas con diseños locales. Los materiales utilizados en la orfebrería incluían no solo metales preciosos y cobre, sino también cuentas de piedras semipreciosas como turquesa, crisocola y lapislázuli, concha y hueso, integrando así diversos recursos naturales en sus creaciones.

Lítica: La Maestría en la Piedra

Aunque quizás menos llamativo que la cerámica o el metal, el trabajo en piedra, o lítica, fue fundamental para la vida cotidiana y las actividades productivas de los diaguitas. Demostraron una gran habilidad técnica en la transformación de rocas como andesita, basalto y granito, obtenidas principalmente de las cercanías de los ríos.

Utilizaron dos técnicas principales para trabajar la piedra: la talla y el pulido. La talla implicaba el desbaste de la roca mediante percusión y aplicación de presión con otro objeto (generalmente hueso), para crear filos precisos y duraderos. Esta técnica se empleaba para fabricar herramientas de corte, raspado y perforación, como cuchillos, raspadores y, notablemente, puntas de proyectil. La variedad de formas y dimensiones de estas puntas es un testimonio de su destreza y adaptación a diferentes usos y materiales.

¿Qué artesanías hacían los diaguitas?
Los diaguitas eran diestros alfareros. Cada familia fabricaba sus ollas, cántaros y vasijas. Además, había artesanos especializados que realizaban, por ejemplo, las urnas funerarias donde los diaguitas enterraban a sus muertos.

El pulido, por otro lado, se lograba mediante la fricción entre piedras de diferente dureza, a menudo con la adición de arena y agua. Esta técnica se utilizaba para dar forma final y alisar la superficie de ciertos objetos. Si la roca requería una modificación más drástica antes del pulido, se le daba una forma inicial mediante golpes con un percutor resistente. Las herramientas de piedra pulida son características de las sociedades agrícolas, y los diaguitas las utilizaban para actividades como la molienda (cuencos de piedra) y posiblemente en la preparación de textiles (torteras y perforadores, aunque estos últimos podían ser también de hueso o metal). A pesar de la aparente sencillez de la técnica lítica, los diaguitas alcanzaron un refinamiento comparable al de su cerámica.

Además de herramientas utilitarias, los diaguitas también trabajaron la piedra con fines ceremoniales y simbólicos, como evidencian los menhires. Estos monumentos monolíticos verticales, algunos de los cuales ya eran erigidos por culturas anteriores como la Tafí, eran tallados para rendir culto a los antepasados y se asociaban a cultos de fertilidad estacionales.

El Diseño y la Simbología: Un Lenguaje Visual

El arte diaguita, en todas sus manifestaciones, se distingue por un diseño decorativo particular y estilizado. La iconografía diaguita es rica y variada, incorporando figuras humanas, animales y símbolos abstractos. Estos diseños no eran arbitrarios; formaban un lenguaje visual complejo que reflejaba la estrecha relación de los diaguitas con la naturaleza, su entorno y su mundo espiritual.

Los patrones geométricos, como los rombos, zigzags, triángulos escalonados (muy característicos) y círculos, son omnipresentes, especialmente en la cerámica y, en menor medida, en la metalurgia y los textiles. La combinación y repetición de estos elementos creaban diseños dinámicos y, en algunos casos, como se mencionó, juegos ópticos que desafiaban la percepción.

El uso del color era fundamental para acentuar estos patrones y transmitir significados. Los colores principales utilizados en su arte y sus posibles simbolismos, basados en interpretaciones culturales, son:

ColorFuentePosible Simbolismo
RojoCochinillaSangre, fuego, vida, energía.
BlancoYeso, arcilla blancaPureza, luz, armonía.
NegroVainas de espinillo/algarrobilloOscuridad, noche, tierra (en algunos contextos).
AmarilloFlor de añañucaSol, luz, energía.
AzulLapislázuli (importado)Agua, cielo, lo divino.
VerdePlantas (hoja de chilca), minerales (turmalina)Vegetación, fertilidad, esperanza.

La habilidad para obtener estos colores de fuentes naturales y aplicarlos con precisión en sus creaciones es otra muestra de su conocimiento técnico y su conexión con el entorno. La iconografía y el simbolismo diaguita son un campo de estudio fascinante que continúa revelando aspectos de su compleja cosmovisión y prácticas rituales.

Preguntas Frecuentes sobre la Artesanía Diaguita

¿Cuál es el objeto más representativo del arte diaguita?

Si bien es difícil elegir uno solo, la cerámica, especialmente los jarros patos y las urnas funerarias con su rica decoración geométrica y simbólica, es considerada una de las expresiones más distintivas y representativas del arte diaguita, particularmente en la región chilena. En Argentina, las urnas de la cultura Santamariana (asociada a los diaguitas) también son icónicas.

¿Qué artesanías hacían los diaguitas?
Los diaguitas eran diestros alfareros. Cada familia fabricaba sus ollas, cántaros y vasijas. Además, había artesanos especializados que realizaban, por ejemplo, las urnas funerarias donde los diaguitas enterraban a sus muertos.

¿Qué materiales utilizaban los diaguitas en su artesanía?

Los diaguitas trabajaron una amplia gama de materiales disponibles en su entorno. En la alfarería usaban arcilla local. En la metalurgia empleaban cobre, bronce, y en menor medida, plata y oro, además de integrar piedras semipreciosas, conchas y hueso en sus joyas. Para la lítica utilizaban rocas como andesita, basalto y granito. También trabajaron el algodón para textiles.

¿Dónde se puede ver arte diaguita hoy en día?

Importantes colecciones de arte y objetos diaguitas se conservan en diversos museos, principalmente en Argentina y Chile. Algunos ejemplos destacados mencionados en las fuentes incluyen el Museo Arqueológico Inca Huasi en La Rioja, el Museo Eric Boman en Santa María (Catamarca), y el Museo Arqueológico Adán Quiroga en Catamarca (Argentina), así como colecciones en museos chilenos como el Museo de Historia Natural de Valparaíso.

¿Influyeron los incas en el arte diaguita?

Sí, la conquista incaica tuvo un impacto significativo en el arte diaguita. Si bien los diaguitas ya poseían tradiciones artesanales desarrolladas, los incas introdujeron nuevas formas, técnicas y materiales, especialmente en la metalurgia y la alfarería. Esto dio lugar a la fase Diaguita-Inca, donde se fusionaron estilos y se adoptaron objetos característicos del imperio incaico junto con los diseños locales diaguitas.

Un Legado que Perdura

La artesanía diaguita es un espejo de una sociedad compleja y vibrante, adaptada a un entorno desafiante y rica en conocimientos técnicos y simbólicos. Desde las robustas herramientas de piedra que facilitaban su subsistencia, pasando por las brillantes joyas que marcaban la jerarquía, hasta las elaboradas cerámicas que acompañaban sus rituales y la vida después de la muerte, cada objeto cuenta una historia.

Aunque la llegada de los conquistadores marcó un punto de inflexión dramático para la cultura diaguita, su legado artesanal perduró, conservado en los museos y en la memoria cultural de las regiones que habitaron. Estudiar y apreciar estas creaciones no solo nos permite maravillarnos con la habilidad de sus artífices, sino también comprender mejor la cosmovisión, las creencias y la vida cotidiana de uno de los pueblos prehispánicos más fascinantes de los Andes.

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Alberto Calatrava

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1956, en un entorno donde el arte y la artesanía se entrelazaban con la vida cotidiana. Mi viaje en la platería comenzó en el taller de Don Edgard Michaelsen, un maestro que me introdujo en las técnicas ancestrales de la platería hispanoamericana, herederas de siglos de tradición colonial. Allí, entre martillos y limaduras de plata, descubrí que el metal no era solo un material, sino un lenguaje capaz de expresar historias, culturas y emociones. Complemé mi formación como discípulo del maestro orfebre Emilio Patarca y del escultor Walter Gavito, quien me enseñó a ver la anatomía de las formas a través del dibujo y la escultura. Esta fusión entre orfebrería y escultura definió mi estilo: una búsqueda constante por capturar la esencia viva de la naturaleza en piezas funcionales, como sahumadores, mates o empuñaduras de bastones, donde animales como teros, mulitas o ciervos se convertían en protagonistas metálicos.Mis obras, forjadas en plata 925 y oro de 18 quilates, no solo habitan en colecciones privadas, sino que también forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Cada pieza nace de un proceso meticuloso: primero, estudiar las proporciones y movimientos del animal elegido; luego, modelar sus partes por separado —patas, cabeza, tronco— y finalmente unirlas mediante soldaduras invisibles, como si el metal respirara. Esta técnica, que combina precisión técnica y sensibilidad artística, me llevó a exponer en espacios emblemáticos como el Palais de Glace, el Museo Histórico del Norte en Salta y hasta en Miami, donde el arte argentino dialogó con coleccionistas internacionales.En 2002, decidí abrir las puertas de mi taller para enseñar este oficio, no como un mero conjunto de técnicas, sino como un legado cultural. Impartí seminarios en Potosí, Bolivia, y en Catamarca, donde colaboré con el Ministerio de Educación para formar a nuevos maestros plateros, asegurando que la tradición no se perdiera en la era industrial. Sin embargo, mi camino dio un giro inesperado al explorar el poder terapéutico del sonido. Inspirado por prácticas ancestrales del Himalaya, comencé a fabricar cuencos tibetanos y gongs usando una aleación de cobre y zinc, forjándolos a martillo con la misma dedicación que mis piezas de platería. Cada golpe, realizado con intención meditativa, no solo moldea el metal, sino que activa vibraciones capaces de inducir estados de calma profunda, una conexión entre el arte manual y la sanación espiritual.Hoy, desde mi taller Buda Orfebre, fusiono dos mundos: el de la platería criolla, arraigada en la identidad gaucha, y el de los instrumentos sonoros, que resonan como puentes hacia lo intangible. Creo que el arte no debe limitarse a lo estético; debe ser un vehículo para transformar, ya sea a través de un sahumador que evoca la Pampa o de un cuenco cuyas ondas acarician el alma. Mi vida, como mis obras, es un testimonio de que las manos, guiadas por pasión y conciencia, pueden convertir el metal en poesía y el sonido en medicina.

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